REPERTORIO AMERICANO 185 lápiz negro. Sin embargo, estas variantes mantienen vivo el espíritu del artista.
El valor del dibujo lo ilustra algo que lei de Degas, quien era hijo de un banquero, y una vez fue a visitar a Ingres, una sola vez en su vida. Ingres le dijo que dibujara eternamente de modelo, de memoria, siempre.
Eso bastó para que Degas dijera por toda su vida que logres era su maestro.
Goothe decía que más era pensar que saber, Pero mucho mas ver. mí, particularmente los amigos que ven me resultan admirables porque además nos privamos de la necesidad de decirnos las cosas. Conversar, aunque es la más agradable con dición de la palabra, siempre exige cierta tendencia a explicar, lo cual termina por ser bastante fatigoso.
Estas líneas de nada le servirán a mi amigo Cano, porque según los ingleses uno puede llevar un daballo a la fuente pero no lo puede hacer beber.
Vea Ud, y se lo ruego, las litografías de Manuel Cano de Castro, a ver qué le dicen Max Jiménez.
Costa Rica, octubre de 1944.
La visita Hizo los fotograbados Don Pablo Baixench.
Max Jiménez (En el Rep. Amer. Muy pocas veces el gesto es el apropiado escenario para la voz, y las palabras pierden brillantez, se opacan al salir sin rumbo, dando una idea o expresando un pensamiento, Esto me lo sugiere el recuerdo de un amigo, el recuerdo de un amigo presente que se aleja y vuelve siempre lleno de sugerencias y de vida. Me refiero a Max Jiménez.
En la amistad que le profeso, en el cariño de muchos años y de la distante amistad que se recuerda en las líneas rápidas de una carta, siempre está el gesto del caballero que respalda una voz que dice cosas en la conversación, en la intimidad, para recordarlas siempre, porque son y serán siempre.
Un día, hace muchos años, me acerqué a Max Jiménez, le di mis versos y fuimos amigos. Yo sigo con la lírica mania de decir cosas rimadas y Max, dejando una obra poécica valiosa, va a la piedra y esculpe y lucha con las dimensiones y la dureza del material.
Lo he visto muchas tardes, mo un gran obrero, formando en su taller la obra de su espíritu.
Después, en la pintura. viajero de su propia soledad, es en el color y las distancias en las que se encuentra su agonía y Max nos da cuadros y dibujos Desde lejos, en México, fajándose con el medio, otras en la Habana, o en Nueva York o en París, Max hace su obra y escribe en las telas, la bistoria de una tormentosa vida de combate.
Cuando con Max, dentro de su muy honrosa amistad me encuentro de nuevo en Costa Rica, y repaso mi vida ya lejana en MéVisita suplementaria Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica