Nazism

164 REPERTORIO AMERICANO El agua grande (Cuento infantil chino. De la tradición oral. En el precioso libro: Cuentos populares chinos. Rev. de Occidente. Madrid. 1925. sus ojos el fulgor de nuestros propios idea la altura de la ciencia y de la virtud. les de libertad y de justicia. dónde hay un gesto más noble y más Hemos descubierto a China. lo más bello que el de los universitarios chinos.
extraordinario de todo, al asomarnos a alumnos y profesores, que prácticamente ella lo hemos hecho a un espejo que, en han cargado con universidades y colegios muchos aspectos, nos devolvía nuestra sobre sus espaldas, llevándolos siempre propia imagen. Porque China ama las lejos del invasor y sin interrumpir los curmismas cosas que nosotros amamos y essos. no han hecho lo mismo los inta luchando por conseguir las mismas ga dustriales, creando ellos, y los otros y rantías que son necesarias a nuestra pro todos los chinos, una especie de país en pia vida. Porque la organización moral perpetuo movimiento, desplegando así del pueblo chino descansa sobre las mis. una actividad, un espíritu de resistencia.
mas bases en que nosotros asentamos nues una tenacidad, un valor y un ingenio de tros más altos principios: la solidez del Los que tal vez un occidental nunca hubiehogar; el respeto a los ancianos; la pro Ta creído capaces a esos hermanos de tección a los débiles: la hospitalidad; la allende los mares, que aparecían ante admiración por la ciencia y la inquietud nosotros envueltos en las pesadas brumas dirigida hacia el estudio.
del éxtasis y del misterio? no podemos dudar de todo esto por Sí, en esta hora de claridad y de jusque lo hemos visto. Porque la tragedia de ticia, al encontrar nuevamente la verdad, Chira ha permitido que veamos a esa he hemos descubierto a China. En la próxiroica nación con las entrañas al descu ma hora, en la hora de las reivindicaciobierto. Porque el mundo entero ha pre nes, cuando los brazos que se han prestasenciado la defensa del territorio nacional do mutuo apoyo ante el peligro puedan chino, realizada por un ejército mal per unirse en lazos fraternales, cuando en la trechado y armado que, aunque obligado paz puedan ser amigos los que fueron a retroceder casi contínuamente, ha se compañeros de armas, China y América guido oponiendo a la barbárie un mura mantendrán, perennemente tendido entre lla de carne y de sangre, tras de la cual ellas, un puente espiritual de comprensión se encuentra todo un tesoro cultural y fi y de amor.
losófico que, si bien ha ido disminuyendo Román Jugo a lo ancho o a lo largo en su soporte físico, no ha dejado nunca de crecer hacia San José, Costa Rica, octubre del 44.
se La impulsión que la familia eslava ha de dar a los problemas de la vida intra y extra terrena; la posibilidad de una vasta influencia psíquica por parte de los chinos: la probabilidad de un ensayo de la organización de Comte; el encuentro del confucismo y el comtismo, el creciente ascendiente de la moral que no niega ni afirma lo tras cendente, pero que reverencia como una realidad del alma humana la actividad religiosa de los hamitas en todo el tiempo del florecimiento egipcio, de los mongólicos en la serie continua de sus largos siglos de existencia; la reducción de casi toda la vida judaica al combate por el Becerro de Oro o por Jehová; las luchas por Buda o por Brahma, que desde hace dos mil años modifican el pensamiento y sacuden el corazón de los creyentes en la India, en la Indo China o en la China; la pasmosa impasibilidad de los ju díos; la multiplicidad de los credos y la unidad del esfuerzo religioso del espíritu del hombre; ése es el programa religioso del siglo xx, Eugenio Mía. de Hostos Una viz era una viuda que tenía un hijo, El bijo tenía buen corazón y todas las gentes le amaban. Un día el niño le dijo a su madre. Todos los demás niños tienen abuela y yo no la tengo. Esto me da mucha pena. Te buscaremos una abuela dijo la madre.
Un día se presentó una vieja mendiga muy pobre y muy débil. Al verla el niño le dijo. Tu serás mi abuela. Se fue en busca de su madre y le dijo: Ahí afuera hay una pobre; yo quiero que sea mi abuela. La madre se mos tró conforme y la mandó que entrase. Pero la vieja estaba muy sucia y muy llena de miseria.
El niño le dijo a su madre: Ven, vamos a lavar a la abuela. La lavaron. Pero también tenía muchos piojos. Se los buscaron todos y los echaron en un puchero, que se llenó hasta arriba. La abuela dijo entonces: No los tiréis; enterradlos en el jardín. no los desenterréis hasta que venga el agua grande ¿Y cuando vendrá el agua grande. preguntó el chico, El agua grande vendrá cuando pongan rojos los ojos de dos leones de piedra que hay dulante de la cárcel. dijo la abuela, Entonces el niño corrió a ver los dos leones; pero sus ojos no estaban rojos. La abuela le dijo: Haz un marquito de madera y guardalo en una cajita. Así lo hizo el niño.
Todos los días se iba a la cárcel y se quedaba mirando a los leones; de manera que los que pasaban por la calle se asombraban de verle, Un día, al pasar por delante de una pollería, el pollero le pregunto por qué iba todos los días a ver los leones El niño dijo: Cuando los ojos de los leones se pongan rojos, vendrá el agua grande. El pollero se rió de él. la mañana siguiente cogió sangre de pollo y pintó con ella los ojos de los leones. Al ver el niño que los ojos de los leones se habían puesto rojos, corrió a casa y se lo dijo a su madre y a su abuela. La abuela dijo entonces. Desentierra ensaguida el puchero y saca el barquito de la caja! Al desenterrar el puchero se encontraron con que estaba lleno de perlas; y al barquito fué creciendo, creciendo hasta convertirse en un barco grande de verdad. La abuela dijo: Coged el puchero y subíos al barco. Cuando venga el agua grande salvad a los animales que vengan a vosotros, pero no a los hombres, a esas cabezas negras.
Se subieron al barco y la abuela desapareció.
Entonces empezó a llover. La lluvia bajaba del cielo cada vez con más fuerza. Finalmente ho eran ya gotas sueltas sino una corriente que lo inundaba todo. Pasó un perro, arrastrado por el agua, y le salvaron metiéndolo en ell barco. poco llegó un par de ratones con sus crías que chillaban de miedo los salvaron también. El agua llegaba ya a los tejados de las casas, En un tejado había un gato encogido, que maullaba lastimosamente; lo recogieron también en el barco El agua subía cada vez más y llegaba a las copas de los árboles. Sobre un árbol había un cuervo que movía las alas y graznaba. Lo recogieron también. Finalmente llegó volando un enjambre de abejas, Los animalitos estaban completamente mojados y apenas podían ya volar. También dejaron a las abajas que entrasen en el barco. Por último apareció un hombre de pelo negro, flotando Artículo El siglo xx, en el vol. XIV de sus Obras Completas Edición conmemorativa del Gobierno de Puerto Rico. 1839 1939. Cultural, Habana, Cuba.
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