152 REPERTORIO AMERICANO La sombra nace en el cielo (Fragmento del poema que integra un libro de este título)
Hacia donde la tierra gira vamos contando: atrás quedó la rosa desangrada en resina y la voz de la gloria callada en su isepulcro.
Atrás, contigo, hermano, también enmudecieron los hombres que sembraron el trigo y la cebada; los talaron bosques para izar su bandera.
Atrás, junto a tu brazo, murió la mariposa mientras la cruga a zaba su cremallera de oro.
que Hacia donde la tierra gira vamos contando Atrás quedan los perros andlándole a la aurora.
Qué ento de criaʻura mutilada nes sigue, nos asota con látigo de ccero el corazón; qué pájaro protervo nos cubre la mirada, qué sangre de gaviotas swu te las lejanias. Виіх José Miguel Ferrer 1944 Lo presento (En el Rep. Amer. En la selva, en el viento, más allá del océano siembra el apocalipsis sus granados de fuego.
Los barcos muertos danzan, fantasmas del o esje, y el puño airado quiebra las estrellas maritimas.
Yo ni decir sabria cuántas centurias hace que los hombres pelean con los hombres. Ninguna vog proclamó la historia dramática tremenda.
Como ayer, como ahora, buhos de la perfidia, los super hombres venden bu miserable estrella.
Osamenta, carroña, tumba cavada en roca, vaho de los polcones pesadilla de azufre, colmillo del batracio y ojo del basilisco, Un mundo enloquecido girando nds aturde, nos devuelve a la cumbre, nos rescata al abismo.
Es Sangrar sobre hogares y atizar los incendios con mis blanqueados huesos este morir a plazos.
Es con la lengua mútila del rehén que se canta mejor esta proclama de libertad y angustia.
No se llora el cadáver del hermano soldado, ni el del caido abuelo, simiente de un gran árbol.
Se llora, sí, la espada rota; el fusil sin plomo; la vida sin aliento para esperar la aurora; las pupilas Sin lumbre para la victoria; la luz que ya no puede desgarra, la tiniebla.
a en La generosa hospitalidad que el Repertorio Americano del ilustre Profesor García Monge ha brindado siempre en sus páginas a las producciones de poetas y escritores de Venezuela, me ofrece la oportunidad, durante el tiempo de mi permanencia en Costa Rica, de ir presenrando los más destacados intelectuales de mi patria. Entiendo con ello que, aparte de las funciones consiCares que me han dado oportunidad de convivir en esta hermosa región centroamericana, es un deber espiritual el de acercar por medio de esta tan querida publicacon antena dispuesta a recoger las ondas que sa len del pensamiento de toda América a los escritores de mi patria con los de Costa Rica.
Presento hoy al poeta José Miguel Ferrer, cifra de valor en moderna poética de Venezuela. Cónsul de Imi pais en Shanghai 1936; más tarde Secretario de nuestra Embajada en Río de Janeiro, y aotualmente Jefe del Servicio de Prensa en el Ministerio de Relaciones Exteriores, la poesia de Ferrer rebosa un ambiente universal, de estampas pintorescas y.
de mundos exóticos. Autor del poemario La Bella del Brasil, publicado con prólogo de Gabriela Mistral; y autor también de un hermoso libro de romances titulado Cantos para fareros y navegantes, Ferrer ha dejado a un lado motivos viajeros, poesia lirica, de suave o fuerte raiz amorosa, para dar, al agua que otros poetas del Continente, su voz emocionada ante el actual conflicte que hoy ensangrienta el mundo. Tal su poema que hoy publica Repertorio Americano, que es una muestra de preocupación, de ceato doloroso pero también esperanzado ante un mundo que hoy sucumbe ante el mal pero que mañana brillará para la justicia y la dignidad humans.
Un día, con el a ba, vendrán niños gritando y ancianos sollozantes madres desgarradas; yo llegaré a tu poste, hasta la llagadura de tu cuerpo y tu sueño que cavan los gusanos, fundiré tus cadenas y volverás, mendigo, a tu aldea sin pájaros, sin arroz, sin arados, sin Kuvias y sin voces de mujer hilandera.
Tú, el apesadumbrado, la criatura bárbara, no tendrás tierra tuya, ni linderos, ni mapas, Tuya será, tan única, la Libertad que entonces encenderá 5245 ríos de amor hacia la vida.
Hijo de angustias, hermano que contemplas tus manos chamuscadas por un sol de metralla; tuya as la flor de acero del ángel de exterminio que salta de los cielos, del aviador en llamas sobre los fuselajes, del paracaidista que arranca de la luna sus lirios de la muerte.
Tu corona es la misma del alambre de púas que aisla en los pantanos al niño al longevo.
Hijo de mis ardientes cóleras mi Nanto que no es para los muertos, sino para el que vive con la mano en el rostro sofocando verdades: a ti entrego mi brazo nuevo que pide un cielo mejor, y una bandera para el ruiseñor ciego que murió ante la rosa cantáridole a la espina. Aquiles Certad Costa Rica, agosto del 44.
José Miguel Ferrer 1944. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional. Costa Rica