REPERTORIO AMERICANO 75 EL GREMIO ALMACEN DE ABARROTES AL POR MAYOR SAN JOSE, COSTA RICA un golpe de Estado, plantea una situación en la que sólo hay una pobre víctima, que es el pueblo de los países oprimidos por dictadores ANTONIO URBANO truculentos y codiciosos. Ante la amenaza del no reconocimiento internacional levantada frena te a sus anhelos libertarios, esos países aparecen condenados a soportar indefinidamente a sus verdugos, ya que, por democrático que sea el movimiento reivindicador, los adictos a la dictadura siempre encontrarán manera de im TELEFONO 2157 APARTADO 480 poner a los patriotas el sambenito de nazifascistas. Sin embargo, la Carta del Atlántico es una esperanza La admisión de gobiernos antidemocráticos, con careta de constitucionales, en la at lianza contra los dictadores fascistas de Euro reconocimiento de los gobiernos creados por bundos buscaron la selva. Los otros, tenaces pa, ha creado un ambiente de zozobra y de una revolución, un golpe de Estado e un cri7 y enfurecidos, tenían al perro bañado en sanduda en Hispanoamérica, que pone a flor de men, lo cual solamente encontraria adecuada gre; de un filazo partió don Epifanio a uno; labio la pregunta de si a la hora de la post presentación si en vez de considerarla simple los otros se le enfrentaron y como vieran que guerra las esperanzas que ofrece la Carta del mente como una tesis estadounidense para u estaban solos, emprendieron la fuga.
Atlántico no serán más que letra muerta, na determinada zona de influencia en el Ca Arrempujate yacía en tierra, envuelto en así como las dudas que a última hora levanta rihe, como fueron sus comienzos, fuese eleva las hojas, jadeante, con los ojos llorosos y el la doctrina que ha postulado la buena vecin da a la categoría de doctrina de Derecho Inter cuerpo malherido. Su amo, todo ternura, lo dad hacen pensar en el falaz acertijo del jue nacional Americano, a efecto de que todos los cogió en sus brazos y lo llevó a su casa. Vago de la correa. en el cual quien ensarta pier gobiernos de este continente tuvieran efectivo rios días duró la curación de las heridas de de el que no también.
origen popular.
Arrempujate. Cierto día llegaron al patio los Entonces, justed cree que se trata de una Estoy seguro concluye diciendo el Dr. chanchos de un vecino; el perro. celoso y anueva modalidad de reconocimiento interna Zúñiga Huete de que estos momentos son de lerta siempre, dió en perseguirlos por un corcional?
ansiedad y sorpresa para los pueblos america nizuelar; al regreso manaba sangre de las he Lo creo. Con esta nueva modalidad, con nos que han visto en la Política del Buen Ve ridas.
siderada como simple cortesía entre los países cino la atmósfera más propicia para salvaguar Las espigas, abiertas al viento, habían henamigos, se está volviendo, sin querer, a la vie dar los intereses morales de los pueblos débi chido de honda alegría los corazones de toda ja doctrina del presidente Wilson sobre el no les.
la familia. Una tarde de julio decía don Epifanio a su mujer, refiriéndose a la milpa. Hijá. verdá que las cosas cuestan muchísimor Es un cuento lo que ella respondió. Sí, bijo: pero es la (Del folk lore guanacasteco. En el Rep. Amer. vida: trabajar pa vivir y vivir pa sufrir. Alegrémonos de tener salud.
Este era un hombre campesino: cerdos, ga ángel del poniente en las tardes arreboladas. Ya los elotes estaban sazonando. Vamos a tos, gallinas, una yegua, un perro, una vaca, Por donde quiera se sentía el olor a cosa tos la milpa, Quintín; dicen que se ha despertao su mujer y un hijo le acompañaban. Todos tada; la tierra estaba ansiosa de lluvia. Al fin una epidemia de loros, dijo una mañana don los días, cuando se levantaban las gallinas, iba el fuego y dos aguaceros le prepararon la siem Epifanio, sacando los caites de un rincón. Tú.
con su calabazo y su machete al hombro, ca bra; y las semillas germinaron en los surcos tú, tú. Arrempujate, se oyó en el ámbito del mino de sus huertas, a limpiar las yucas y ti como germina en el corazón de los padres el patio. con los labios apretados entono Quinquisques, a hacer rondas, a botar para des cariño para sus hijos. Al tercer aguacero fue tín la canción que comienza: Aqui vengo montes, a buscar leña, a cerrar un portillo y ron otra vez al campo y la tierra supo recia dejar los recuerdos, etc.
tantas otras cosas que la tierra cobijó con el birlos arropando en su seno dos cajuelas de No tardaron en oir la algarabía de los losudor de sus músculos.
maíz. Cuántas ansias de ver la milpa espiga Démoles un susto, dijo Quintín a su paTranquilo y feliz vivía este señor en su ca da. Un día fué a darle vuelta con Arremdre. La gracia sería matarlos a todos, dijo sa hecha de varas de achiote, guácimo y mo pujate, su perro, y el fusil al hombro. Arrem don Epifanio. En cada mata había hasta tres, ridero; en el techo, palmas de las que crecen a pujate iba adelante olfateando y con el rabo comiendo en los flancos, en medio de francas la orilla del mar: y el piso duro y moreno co entorchado; allá, por las huertas de don risotadas. Voy a dispararles un tiro pa ver mo su piel que bien supo de los beneficios del Damián, perdióse de la vista de don Epifanio. cuántos me apeo, dijo don Epifanio despasol. Por las tardes, cuando las chicharras gi Al poco rato oyó que latía; abrevió el paso y chando las municiones con el índice. Al disgantes dan las seis, sentábase en un tuco de cuando franqueaba el alambre de la milpa, vio paro, nacieron del maizal y de un papaturro cercedro que había en el alero de su choza a en que su perro, con incomparable aceleramiento, cano, millares de loros cual hojas arrebatadas dulzar el cansancio de las jornadas, mientras encajaba una manada de pisotes en un guáci por el viento. Arrempujate les latía viéndoles la vaca barrosa con su cría toda gracia y hermo. Montó el chopo y de un balazo hizo ro ir; don Epifanio, con las mandibulas apretamosura esparcían su aliento de niños con los dar uno en el hojarascal. Arrempujate lan das, se decía como el Emperador romano: Deojos adormecidos y las cabezas tímidas.
zose sobre él con la furia del tigre hambriento, seara que tuvieran una sola cabeza pa apiárLas gallinas ingenuas desfilaban en la vara mordialo con desesperada ferocidad, arrancán. selas de un machetazo.
inclinada que conducía a un jícaro, en tanto dole pedazos de piel, tirábalo a lo alto y cuan Regresaron a la casa pensando en los desasque el perro, echado en el patio, reposaba la fa do caía lo atacaba con el mismo ímpetu y la tres ocasionados por los come masa, como los tiga de sus correrías, orgulloso de vivir en misma fiereza del principio. Su amo le gri llamaba Quintín. Don Epifanio no podía aquel ambiente de armoniosa quietud solariega. taba, pero él era sordo a su clamor. Cuando dormir la noche de ese día, pensando en cómo Un día nuestro hombre fue a rezarle su oanimal no respondía a los golpes acababa con los citados animales. Apenas la ración al campo. fue otro día y otro día que le colocaba, quedóse en acecho a su lado, diosa del amanecer dardeó los campos con su más; al cabo de quince días derribó todos los temeroso de que se escapara. En tanto, los que preciosa luz, fueron de nuevo al maizal y otra árboles y las hierbas de un tacotal con la ayu que estaban arriba gemían como si estuvieran vez presenciaron el mismo espectáculo. Don da de su hijo y a la sombra de su hacha y su seguros de que iban a morir. Cargó de nuevo Epifanio multiplicó su enojo, pero con un fumachete. Un panal campusano disparóle un su fusil el tirador y otra vez la bala respondió sil y unas pocas municiones no podía cumplir día una avispa y el pómulo izquierdo le vio con certeza al blanco de su ojo derecho; pero su deseo. Pa qué matar dos o tres si los dela oreja derecha. En otra ocasión tiró el ma en lugar de caer uno cayeron casi todos. Arrem más salen volando, exclamó echándose el fusil al chete y cuando el garabato arrollaba la maleza pujate peleó entonces como nunca lo había hombro y llamando a sus compañeros. Yo les para aventarla, una cascabela, con ímpetu arro hecho; don Epifanio sacó la cutacha y fué contaré cómo van a morir todos, dijo, dando llador desgajóle el sombrero al par que rugía en su demanda. Tres acuchillaban en el suelo el primer paso.
de cólera en sus dos extremos.
al perro y dos se batían con don Epifanio. Es Buscame unos calabazos de los más gran.
Abril cabalgaba en los árboles frutales cual tos cedieron pronto y acobardados y geme des que hallés, le dijo a su mujer en cuanto ros.
vio que Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica