Repertorio Americano Tomo XLI CUADERNOS DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1944 Sábado 11 de Marzo Año XXIV. No. 970 No. SUMARIO: Luis Urbina. Por Ermilo Abreu Gómez.
Luis Urbina, el último gran poeta romántico his panoamericano. Por Camilo Cruz Santos.
La matanza de 1932 en El Salvador (1. For Juau de Izalco.
Gerardo Gallegos, novelista de América. Por Renato Villaverde.
La buena vecindad. Por Salvador Novo.
High Fligh. Alto Vuelo. Por John Gillespie Magee Jr. Traducción de Pio Bolaños.
Elogio del estudiante que no estudia. Por Luis San.
tullano.
La primera Historia Universal. Por Luis de Zulueta.
Mariblanca Satas Alomá. Por Pedro Juan Labarthe. Es una guerra humanitaria. Por Mariano Padilla Elegia pagena. Res pouso Darío. Por Santa Cruz Facheco Declaración en el Senado de los Estados Unidos. For Consuelo Lee Tapia de Lamb.
El cinematógrafo y la literatura. Por Antonio, Gallo.
Un raro. Por Salas Pérez.
Versos de amor. Por Humberto Mata.
Noticia de libros.
Luis Urbina (De El Nacional. México, 15 43)
acerca del Si no me equivoco, por el año de 1924, Luis Urbina estaba en México. Por estos días le vi, parsimonioso y cortés. Arreglando sus papeles relacionados con su retorno a España. En estas diligencias pude intervenir para que fueran más expeditas. Aunque apenas si le conocía personalmente hable le ofreci mis humildes servicios. Los aceptó gustoso, aunque un poco desccacertado. La cosa era obvia: faltaban unas cuantas firmas de tipo burocrático. Hablé al doctor José Ma.
nuel Puig Casaurang (que era Se.
cretario de Educación)
caso del Viejecito y de esta manera, antes de lo que se esperaba, su do cumentación estuvo lista y en sus manos. No sabía cómo darme las gracias por mi intervención. Junto a mi escritorio se sentó a esperar que se acabaran los santos trámites oficinescos. Mientras esto sucedía hablamos, como si realmente fuéramos viejos amigos. La charla del Viejecito era humilde, sabia y reconfortante, De vez en vez, una saeta de ironía la animaba. Una vida de trabajo de dedicación le había dado un carácter comprensivo. Creo que el odio jamás existió en el alma de Urbina. Su temperamento era romántico y su estilo participaba de este signo de cultura. En pocas pa.
iabras me refirió algunos episodios de su vida. Los dijo como si fueran cosa ajena. Tan lejos le parecían!
Eran episodios que reflejaban su clara experiencia literaria. La literatura mexicana la conocía de modo especial; y sabía exponerla con lucidez histórica; olvidandose, adrede, de los pormenores molestos y de los liombres inútiles. Suma importancia le daba a la evolución de los estilos y de los géneros. Procuraba relacic.
nar nuestras transformaciones literarias con las corrientes de las literaturas europeas. Sólo por medio de una justa comprensión de las tendencias esté ticas y de las modalidades étnicas será posible una justa comprensión de nuestras letras. decia, apoyándose en su bastóri.
Este mismo parecer lo mostró en las conferencias que sobre la literatura mexicana dictó en Buenos Aires. El juicio selectivo lo rigió la memoria. La memoria es el principio de la estética: requerda lo vital, aquello que responda al sentido de nuestra vida espiritual. Hoy por hoy no opeo que existe una guía más se gura para la comprensión de los valores esenciales de nuestras letras, que aquellas reseñas, plenas de in.
tuición critica.
Pocos días después de esta charla, el Viejecito salió para España.
Un dia antes de partir me dijo. Hasta la vuelta mi buen Ermilo. Aquí le dejo, en recuerdo, el único ejemplar que tengo de mi libro Lámparas en Agonía. La pluma Se quebró y no pude terminar la dedicatoria.
El Viejecito se fué. Desde Espafia me escribió una carta; luego otra; después ya no supe más de él. Arqueles Vela me envió, desde Madrid, noticias del poeta. Fueron las últiinas. Salía poco. Iba a no sé qué cervecería. Declinaba su vida. Sus trabajos de creación también. De vez en vez veía, en mi oficina, los informes que mandaba como miembro de la Comisión Paso Troncoso.
De pronto llegó a México la noticia de su muerte. Causó sensación.
Cuando su cadáver llegó a Veracruz se organizó una comisión para recibirlo. Entre los comisionados oficiales estaba yo. Don Manuel Sierra, PBAIXENCE Luis Urbina En el café de la Plaza de Santa Ana, Madrid. Dibujo de Ernesto Garcia Cabral. 11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica