REPERTORIO AMERICANO 89 Del Homenaje a Don Martín García La Plata, 12 de Octubre de 1943 San José, Costa Rica, 15 de agosto de 1943.
Señor don Juan Garganta.
La Plata, Rep. Argentina DESPANA ARGENTINA Mi muy estimado señor: Me asocio de corazón al homenaje qu? proyectan a Martin Garcia. Somos Garcías, y lo estimo y quiero como si fuera de los míos.
No sé de español en nuestra Américados o tres que sea más español, en lo esencial del vocablo, más generoso, más servicial y bueno que don Martin García, de La Plata. Doy testimonio de ello. Cuántos servicios y atenciones le debo! Admiro su constante desuelo en lo de amar a su España, nuestra España, honrarla y servirla, en lo de ser útil, en lo de dar las palabras oportunas de aliento, todo al servicio de la cultura. En silencio, sin alardes ni vanidades.
Es un gran trabajador del espíritu en nuestra América, y sus ojos miran a todos los horizontes y a las distancias mayores. Eso yo lo sé, que vivo tan lejos de La Plata.
Quisiera estar en persona a la hora del homenaje y darle un abrazo cordial. Lo felicito por ese homenaje. En el caso de Martin García, si que honrar honra. créanme de Vds. servidor y amigo. BRIKENS பக 903 Martin García.
Par Montesinos. 1943 no en España, denominada hombría de bien.
expresión intraductible a ningún otro idioma.
Para Martín, el negocio de librería siempre fue asunto que afectaba al espíritu tanto como al interés material. Por ser así se hizo querer, estimar y respetar, y por ello me adhiero sinceramente al homenaje que se le tributa, porque pienso que éstos sólo son interesantes cuando no los domina el convencionalismo de que tan pródigos somos los hispanos.
En este caso no se trata de un homenaje más, dispuesto para llenar la vanidad del agasa jado y de los organizadores. Desde su rin cón de La Plata, callada y discretamente, Don Martín ha contribuido a hacer amar y respetar las creaciones valiosas de España y Argentina, muy alejado de lo que cierta sandez irresponsable denomina hispanicidad. Nuestro amigo asistió justamente a la transición entre la época en que lo español significaba poco para la Argentina, y aquella otra en que el esfuerzo creador de artistas, escritores y pensadores consiguió levantar el nombre bastante decaído de la Iberia del siglo xix. Cada libro importante llegado de España, cada nueva manifestación de vitalidad superior, ha sido una fuente de entusiasmo para Don Martin. Tras el libro buscó siempre que pudo, al hombre que lo había pensado y vivido, por no satisfacerse con lo que en las páginas es pura mano invisible que no puede estrecharse; quería llegar al conocimiento de la persona efectiva y en toda su integridad. Nos ha seguido a todos sus amigos a través de mares y continentes con notas de delicado recuerdo: una línea amistosa, un recorte de periódico o revista que suponía nos interesaba y que contribuiria a mantener vivo el recuerdo de la Argentina que tanto amamos. Allá sigue Don Martin trabajando y soñando en una mejor España y en una mejor Argentina, porque ha fundido en su alma el amor a ambas, las cuales digan las gentes lo que gusten son brillantes facetas de una realidad ideal que las integra, de una realidad que se desvanece en cuanto se la hace objeto de ambiciones políticas, de fatuidades o de malas pasiones de cualquier indole. La unidad hispano argentina se realiza plenamente cuando un alma noble siente con igual intensidad el deseo de que la rota y triturada España y la no muy bien concertada Argentina lleguen a ser algo que viva por si mismo, sin ingerencia de extrañas barbaries, y de acuerdo con una línea recorrida por Cervantes, Quevedo, Jovellanos, Sarmiento, Martín Fierro, Unamuno y, tras ellos, la juventud argentina que posea conciencia de sus deberes y de su misión continental. Por dicha esa línea goza de bastantes paralelas en los dos pueblos dejando enteramente aparte lo que realmente acontezca hoy en Buenos Aires o Madrid.
De todo corazón, estoy al lado del entrañable amigo Martín García en el momento en que sus compatriotas españoles y argentinos se congregan para ofrendarle el testimo nio de su afecto y de su estima, tanto por haber hecho lo que ha hecho como por ser como es.
Américo Castro.
Princeton University 20 junio 1943.
ri García Monge. tudiante pobre, rebajar grandemente los precios de las obras que tienen mala salida.
Pues bien. Esto es don Martin, nuestro don Un hombre que vende libros Martín. Durante más de cincuenta años hace todo esto y además asiste a los actos cultura o, en otros términos, un librero. Parece que les, concurre a banquetes y comidas de camase dice poco. Se pensará que vender libros els algo radería, se ha carteado con los argentinos y así como vender comestibles o bebidas. Y, sin españoles más ilustres, exhibe, como títulos de embargo, es cosa muy distinta, por razones comhonor, correspondencias y retratos, regala liprensibles y claras.
bros, para todo el mundo tiene dispuesta una Ante todo, el que vende vinos puede ser sonrisa. Lo único que no sé es si gana o no abstemio y hasta aborrecer los líquidos espigana dinero. Me temo que, con su carácter, no rituosos. El que vende libros ha de tener una gane mucho afición absorbente, amar al libro, cuidarle, Pero en definitiva ¿eso qué importa? En mimarle, enaltecerle. Quien mira el libro sim sosteniendo diariamente la vida, no hace falta plemente como una mercancía, no tiene alma otra cosa. Lo mismo han de sufrir los ricos de librero.
que los pobres. Lo mismo han de morir. La Segundo. El librero necesita una cultura, importancia de la vida está en haberla aproveuna cierta orientación sobre las materias. Porchado honrada y útilmente, y en dejar para el que una buena parte del público va a la librería después ignoto, una estela de respeto y de simsin saber concretamente lo que busca. Qué patía.
tiene de Química inorgánica. Qué Histo Eso es lo que yo apetezco para este gran ria medieval es más completa. Me puede Vd. librero: que cuando al cabo de muchos años decir cuáles son los doce mejores tomos de (yo quiero que sean muchísimos) desaparezversos. Qué novelas le podría yo dar a una ca del mundo de los vivos, las gentes de La hija mía de 15 años? Si el librero no sabe Plata le recuerden diciendo con gesto bondalo que es la química, ni la historia, ni los ver doso: sos, ni las novelas, bien puede decirse que es. Aquel don Martin!
tá de sobra en su propia casa.
Angel Ossorio.
Tercero: Este vendedor necesita un regular nivel de educación. Habla con catedráticos, Don Martín y la unidad hispanoestudiantes, literatos y profesionales de toda especie. Una analfabeto les hará reír. Un homargentina bre discreto y buen conversador, les amenizará. les ilustrará y será un buen elemento Conozco a Don Martín desde hace más de de relación entre personas int entes que veinte años y durante ellos seguí con atendesconocen.
ción constante la obra magnífica que ha reaCuarto. El librero ha de ser, en prudente lizado en la ciudad de La Plata. La ha reamedida, generoso. Debe facilitar el libro a lizado sobre todo por representar en forma quien no puede pagarle de una vez, fiar al es extrema esa cualidad, característica de lo bueRecuerdo y deseo Don Martín García ha sido para nosotros, y durante mucho tiempo, la otra España, la España republicana inquebrantable en su fe.
Su libreria de la calle Rivadavia era el rincon amable donde, entre hojear libros li Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica