104 REPERTORIO AMERICANO Un cuento de Magón El burro viejo (En el Rep. Amer. un.
En agosto de 1925 tuve el placer de visitar varias veces, en compañaí de Cristián Rodríguez, a don Manuel.
Charlábamos alegremente y aquel viejo genial nos hacía pasar horas deliciosas, porque era Magón un torrente de cuentos que fluían como chorro de agua montañera, espontáneamente. Sus cuentos, historias o anécdotas brotaban como la Santa Lucía en los veranos: sin saber de donde ni cómo.
Concluía uno y ya estaba principiando el otro. andan dispersos en los recuerdos de los que tuvimos la dicha de quererlo y sería obra grata a su memoria y aporte valioso a la cultura nacional, reconstruirlos.
Los cuentos de Magón tienen miga. Cada uno pinta, ridiculiza o muerde con fino diente, un aspecto de la psicología de este pueblo nuestro, a veces tan cruel!
Don Manuel era tico y sacaba de sí todo lo ancestral para modelarlo, para ponerlo al descubierto o cauterizar!
Me decía Nor Juan, me honró con su amistad y con su estímulo y yo procuré corresponder lealmente.
Una noche, hablando de la política tica nos relató el cuento que ahora reproduzco.
Decía: En Costa Rica todos nos metemos es política: unos por joder y otros para que nos jodan!
La idea es de don Manuel. El estilo pobre, es mío. Bien quisiera poseer, aunque en mínima proporción, su pluma airosa y sugestiva!
Recuerdo, y tengo escritos, ocho cuentos de Magón. Alguna vez se conocerán.
Hace poco tiempo se honró su memoria dando el nombre de Magón a una calle. Bien hecho, pero no basta. Debemos procurar reconstruir, en un tomo que podría llamarse Cuen.
tos de Magón escuchados por sus amigos y nunca escritos por él, lo que alguna vez nos contó.
Debemos, además, hacer que su obra y su vida sean ampliamente conocidas en escuelas y colegios.
verificar su visita, el mandador muy preocupado, le dijo: Vea, patrón, yo no sé que vamos a hacer con el burrito! Las yeguas están gordas y el. no les hace caso. Ese burro viejo ya no sirve. Qué hacemos, patrón. Bueno, hombre, déjalo tranquilo y yo te mandaré otro joven.
Días después llegó a la finca un burrito cabezón y peludo y más testarudo que político.
Fue llevado a la cuadra. Una fuerte zoga y la puerta asegurada. Pero de nada valió!
El burro viejo, que andaba suelto, se acercó a ver al nuevo huésped y los dos lan.
zaron al aire, como un desafío, rebuznos formidables!
Al oír grito diferente, las yeguas curiosas e interesadas se fueron acercando, acercando. Verlas el burro nuevo y disponerse a cumplir su masculina y burril autoridad, todo fué uno!
Dos coces a la puerta, un tirón a la cuerda, dos o tres rebuznos y ya estuvo libre! Co.
rrían las yeguas cola al viento por los cnormes potreros y el burrito tras ellas.
El burro viejo corría también. Al pasar cerca de una esbelta compañera, ésta le preguntó sorprendida. vos. por qué corrés?
Ahogándose de la fatiga, el pobre burro viejo, pudo responder. Yo? Yo no corro por joder. corro para que no me jodan. Manuel González Zeledón. Magón)
Dibujo de Roe ahora el cuento: Un rico finquero, en Guanacaste, se dedicaba a la cría mular.
Vastos potreros de siempre verde y suculento pasto. y. muchas hermosas yeguas.
Había en la finca un burrito que hacía de sultán del harem y que siempre había cumplido dignamente sus deberes.
Mas un día. Cuando el patrón llegó a Juan Carazo.
Desamparados, Costa Rica, mayo de 1944.
Canto del a mor en paz (En el Rep. Amer. a veces me pregunto si es que pude vivir antes de haberte conocido.
Eres entre la selva de mis saeños la encina que de lejos ya se ve; como un agua profunda tu ternura me refresca las grietas de la fe.
Por ti me siento siempre fulgurante y doy saltos de luz en el sendero, como un nocturno arroyo que hacia el mar cantando lleva a cuestas un lucero.
Mi vida empieza en ti y en ti se cierra.
en un ciclo perfecto de armonías; contigo llega el sol en mis auroras y contigo 52 va todos los días.
Tú te das sin reservas, totalmente, sin un no ni un tal vez cuando te entregas; no calculas, no piensas, no vacilas, y es que te das con las pupilas ciegas.
Tú estás en mi sembrada con raíces de árbol gigante inmune al huracán; por eso me desangro en melodias con cada tot pe hachazo que me dan.
Yo voy a por sendas inuisibles, porque tu amor florece misterioso en cumbres de silencio, madurando sus frutos de ternura en el reposo.
Tú eres distinta a todas las mujeres, en el amor y en el dolor, y en todo; por ti las sombras de la noche fulgen y amasa rosas en su seno el lodo. veces en tus ojos amanece una tersa frescura de rocio, y a veces miras como las estatuas, con las pupilas llenas de vacío.
Mas, tu costumbre de mirar el cielo te embellece de ausencia la mirada; a veces miras caudalosamente, como una ancha corriente desbordada.
Yo encuentro escaso y sin encanto el mundo para habitarlo tú, siendo tan bella; no sé si por las noches has sentido que te llevo a dormir en una estrella.
De noche bajo al huerto por buscarte en el alma de todo lo dormido y te beso en las rosas, en la brisa, en lo que da perfume o no hace tuido.
Una mañana encontraré la vida hosca, sin luz, y sin piedad los seres.
Preguntaré por qué, y entonces todos dirán que es porque tú ya no me quieres.
Pero también te encuentro en todas partes, innumerable, cósmica y sencilla; por eso si te llamo me respondes en el viento, en el agua y en la arcilla.
Tú apacientas en campos celestiales mi rebaño de líticas ovejas y me has hecho soñar en una cárcel eterna en que custodies tú las rejas.
Tú aclaras para mi todas las claves y eres mi explicación del universo: para hallarte me elevo hasta los astros y sin embargo cabes en un verso.
Mis ojos tienen luz cuando te miran y si no son dos cosas sin sentido; Pérez Perozo, Encargado de Negocios de Venezuela en Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica