Violence

REPERTORIO AMERICANO 107 De la Vida y de la Muerte (Libro 2do. En el Rep. Amer. De la soledad Aquel que anhela la paz sabe que no será «n el bullicio de la ciudad que la consiga, sinó lejos, donde lo vulgar no llegue Tarda uno en saber que la senda de la avidez aleja de la felicidad que no cifra sus deseos en los goces pasajeros del cuerpo, sola.
mente, mas en aquellos puros y sin interés, del alma.
Hay tanto misterio por descifrar que el acucioso siente perder el tiempo en simplezas pueriles que nada dejan, y se adentra en el puerto de sí mismo para concentrar su mente sobre lo que tanto le preocupa. El gradu de personalidad es marcado por el de la soledad que uno puede soportar, dijo Nietzsche. No se han formado los sabios y los pensadores en el bullir arritmico urbano; en el rincón de la cimara o del laboratorio se aranan por vencer el silencio de la esfinge, Antes, los hombres que a Cristo se ofrecían buscaban la soledad para huir de ella. Por no hallarse tan solos y desamparados se reunían en comunidad para que de dla naciera posibilidad y fortaleza. Los cenobios se asentaban en lugares estratégicos, porque aquellos monjes, a la par que o cilicio y la azada, esgrimían, forzados, la espada Después, la ciudad Ios llamó y aniquilo. Porque en todo existe el peligro: sólo el fuerte y bien dotado sabe mantener indemne su individualidad. Es cierto que la ciudad puede aniquilar; pero lo es también que la sole.
dad es peligrosa: hasta en ella los santos se flagelan para ahuyentar ilas visiones que incitan carne.
Aquél que no siente el peligro porque cuenta con fuerzas para vencerlo, oye, en su intimidad, las voces que revelan, con poca frecuencia, la explicación de lo desconocido, y es en la soledad, en lo alto de una montaña o en el mar, que nos sentimos habitantes del Universo: lo telúrico deja su sitio a lo sidéreo, La comba de nuestro planeta, el avance de las estrellas hacia occidente, el movimiento diurno de la Tierra, nuestro mundo considerado como un micro astro dentro del indofinido espacio poblado de enormes cuerpos, todo invita a la meditación, y, ya en la altura o en la playa, sin que ninguna voz ni estridencia nos moleste, bajo el rutilar de las estrellas nos sentimos seres del cielo y llegamos a comprender el sentido del tiempo. Cuando, después, logramos la madurez, sabemos despojarnos de lo vano y frívolo y llenamos de sentido humano nuestra vida! Porque el solitario no ha de ser un ente pasivo, filósofo teorizante que se contente con ver pasar y especular. Los gran des dinámicos han buscado la soledad: de Cristo a Mahoma; de PeTicles Bolívar; de Praxíteles a Buonarotti, existe un cortejo muy largo de solitarios.
Precisamente criticamos a un tipo de intelectualismo dilettante que consiste en hacer piruetas alrededor de tal o cual tema literario sin trascendencia. La intelctualidad la queremos viva, en actividad, donádose. En vez de contemplar y censurar desde el café, la tertulia o la calle, la labor paciente en el taller, el laboratorio, el diario, la citedra el campo. La suficiencia del intelectual abstracto del parto de los montes la denostamos, y los productores, los obreros, los que son útiles la tienen en desprecio. Cuánto mejor no sería que los intelectuales censores donaran su saber a los que son carentes de el en una universidad para trabajadores, de toda especie!
Nos damos cuenta de que nos hemos apartado del tema, aunque no ha sido con disgusto, pues hay cosas que si no se dicen cuando viene el caso, luego quedan sin decir, y con la digresión intentábamos afirmar que al creer en la soledad como la mejor de las compañías, no cludiamos el deber de ser útiles.
Puede haber quien interprete mal la intención nuestra y tome por arrebato místico lo que es un amor a lo creado. No huímos de la naturaleza, con todo y lo que tiene de bestial, sinó de la mentira. Ni deseamos sentar plaza de moralistas, pues como Pascal, creemos que las bestias, por su espontaneidad, se acercan más a Dios que los hombres: il faut abetir, decía el galo Lorenzo Vives.
Alajuela, Costa Rica, abril del 44.
En el recinto escombrado (Del No. de Personalidad. México abril de 1944. SIAun discuten estetas y filósofos sobre si magnanimos estetas de Atenas; en realidad, Bello está en nosotros o en la naturaleza; pero jamás se ha consumido el anhelo profundo del la existencia misma del Arte sería prueba su hombre por alcanzar la plenitud del espíritu ficiente do que el hombre ajusta a sus reacciones y la euforia del cuerpo, en la gravitación ininternas todo el dislocado mundo de las impre mortal de un equilibrio maestro.
siones sensoriales; y en tal caso, lo Bello sería No fueron los griegos tan sensuales como un reflejo del alma directamente proyectado se les supone Su tradición más oculta la que sobre el plano de la vida exterior.
dormitaba lejos del hervor y la gritería de los La antigua sed no se ha aplacado en no Juegos Olímpicos y las Panateneas se abrisotros; aun yacen o se yerguen anta la pupila gaba contra los soplos de la popularidad interior los hombros marmoreos de las diosas, vocinglera en los sótanos de sus templos, que, las cabezas serenas y puras de las blancas som. como el de Proserpina, abrian al iniciado el bras olimpicas, que un día realizaron, de la camino y la visión de la Belleza sobrenatural Acrópolis al Pirdo, el sueño majestuoso de los donde la verdad y el bien, en trilogia con agriegos de Periales. Hoy, el sueño de los jac quélla, mostraban la triple coloración de la dines y la perspectiva de las plazas y los pórti. luz etorna a la pupila interior, enteramente cos yace bajo los escombros de la violencia; deslumbrada.
y los mármoles, picados de viruela milenaria, De la belleza de los bellos cuerpos. decía se han vuelto translúcidos y misteriosos, co al joven Sócrates en secreto Diotima, en un mo el lechoso alabastro de las constelaciones diálogo vellado que nos llega apenas como el nocturnas.
murmullo de un néctar de libación escanciaDe toda esa herencia nos quedan sólo tradi do en secreto qalma debe pasar a la beciones y estatuas, todas con la mácula del tiem lleza de las cosas inteligibles; y de éstas a la po que se extiende sobre las ideas, las obras y soberana contemplación de Aquéllo que es la los estilos como una mancha de líquen en una suma de las perfecciones: el alma hallará alli piedra sin desbrozar; pero el fuego inefable una Belleza incorruptible, eterna y sin nomde los principios que dieron vida a la creación bre, más allá de toda multiplicidad.
de la Belleza, surge aún del quebrado trípode, En el siglo de nuestra Era, Dionisio Aeentre las ruinas mismas dal Templo de la Sa reopagita ppctirá en secreto también, a su vebiduría.
nerable discipuloo Timoteo, las palabras de DióA la luz de esta llama es posible reconstruir, tima, cuando nos habla que primero debe el mejor que el panorama de la escena griega to alma humana desligarse de las cosas sensibles; tal, el lenguaje que sirvió de modelo a los y más adelante aún de las mismas cosas intedigibles: Primo direljhquere omnia sensibiJia; secondo, omnia int digibilia. con el objeto de acercarse a la visión única de una Belleza incorporal y eterna, donde el problema del saber y do Sér quedan resueltos para siempre.
Hoy existe en nuestra conciencia la misma suma de inspiración de los antiguos maestros: basta ver el rostro de nuestros senwanto para mirar en el fondo arder la misma llama que Teveló, como una aurora, los senderos espléndidos de la belleza inmortal.
Pero en tanto, la existencia presente ma y síntesis de todas las contradicciones amontonadas en tiempo por la urgencia de sobrevivir, de dominar y de explotar levanta ante nuestros ojos la muralla ciclópea de sus detritus, impidiéndonos penetrar en el recinto escombrado, más allá de esta lucha de pérdidas y ganancias en que todos nos afanamos por el éxito de una hora.
Pero no puede dudarse de que ese éxito es una base. Recordamos a este propósito lo que contestara Mahatma Gandhi al incurable idealista Tagore, quien decia, después de retirarse de la lucha social en la India: Los pájaros no trabajan, y sin wmbargo vuelan. Gandhi le respondió, humilde sonriente: Esos pájaros que volaron al amanecer, comieron por la noche.
Los terribles problemas planteados en estos últimos años en todo el mundo nos hallan en condiciones semejantes a las de la súbita destrucción de los Imperios antiguos, aunque elevadas al cubo, en razón del prodigioso crecimiento técnico de los medios de producción y de la concurrencia universal de las Naciones en la lucha política más cruenta de toda la His toria. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional. Costa Rica