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20 REPERTORIO AMERICANO 00bros, se charlaba y discutia de política y literatura.
Recuerdo aquellos alejados momentos con la misma emoción con que se revisan viejas cartas o retratos de juventud. Nuestra vida pasa así en fluir incesante que se borra en nuestra memoria, salvo remansos más amables a donde volvemos de cuando en cuando.
Era yo entonces una joven estudiante, peto a quien inquetaban muchos problemas sociales, y en los anaqueles de la librería de Don Martín encontraba siempre el libro interesante, la novedad, que él señalaba, no con propósito de librero, sino con solicitud de amigo. junto con el recuerdo de los estantes repletos, vuelve a mi memoria la imagen de Don Martín; y era como es ahora, salvo las canas, y estaba donde está hoy: firme el espíritu, claras las ideas, integras las convicciones, limpia la vida. Cuántas cosas han sucedido desde entonces! Un mundo ha caído, otro se está formando. Su España querida, que jamás se alejó de su corazón, tuvo su heroica pasión y él sufrió con ella; pero sin perder la esperanza en su resurgimiento, en su victoria.
Debemos agradecer a Don Martín García el haber sido entonces lo que algunos dijeron: cónsul de la República. Porque nosotros amábamos a España, no la tradicional monárquica y clerical, cuya desastrosa influencia debemos lamentar cada vez que aanlizamos nuestras propias fallas y defectos, sino la otra, la que engendró libertades comunales, alma del pueblo, grandes artistas y escritores de genio universal, la que fomentaba bajo la losa de la dinastía extranjera, e irrumpía de tanto en tanto ávida de libertad hasta desbordar en la República.
Ahora, cuando escribo estas líneas en homenaje al viejo amigo. qué puedo desearle?
Lo que deseo ardientemente para mí misma, que alcance a ver no tanto el final de esta hoTrenda lucha, como la liberación de los pue.
blos y tal vez la aurora de los tiempos nuevos en los cuales él puso su fe.
En una vida cumplida, los años conducen, poco a poco, a la serenidad. Pero ¿dónde está la quietud y la calma para nosotros? Para alcanzarla fuera menester cerrar los ojos, taparse los oídos, borrar todo recuerdo, volver.
nos inconscientes.
Algunos pueden hacerlo y viven felices mientras el mundo se agita en convulsiones de dolor de muerte.
Para Martín García no es esta serenidad, pues la lucha nunca abandonó su espíritu. La quietud le vendrá con la victoria y, sí alcanza a contemplar, erguida de nuevo y más alta que nunca, la República Española, tan devotamente amada.
Alicia Moreau de Justo.
En cuanto mi buena fortuna me deparó al justas reformas sociales. con esos caracteres gunos éxitos recibí sus saludos y su estímulo. triunfó el 14 de abril de 1931, en un amaneEn horas de fracaso han llegado a mí, como a cer nacional; y, con ellos mismos, volverá a tantos españoles, sus palabras de esperanza. triunfar un día no lejano, merced a los hombres que lo han mantenido vivo y puro.
Un día, ya lejano, siendo yo profesor de la Universidad hispalense, tuve la grata sorpresa Rendir homenaje a don Martin García es de recibir su visita y el agrado de acompañar rendir homenaje a su amor a España y Amé.
le a recorrer los maravillosos rincones de nues rica, a su amistad, a su republicanismo; pero tra Sevilla inolvidable. Eramos dos amigos es, ante todo, ofrendarlo a su lealtad diamanantiguos que se veían por primera vez.
tina.
Conocí, entonces, de cerca, como había a En mí, unirme a quienes se lo ofrecen, es divinado de lejos, la nobleza de un hombre además un deber amistoso, consagrado por una de corazón, de intachable conducta; de los que relación familiar puesta a prueba durante cercruzan la vida, con sencillez de sembradores, ca de medio siglo.
esparciendo en torno suyo, a manos llenas, Deber derivado de una amistad, nacida de semillas generosas.
afinidades espirituales y desligada de todo lo Vi en él un español de los que han sabido material, incluso dasi del conocimiento direcmostrar, en tierras de América, como las vir to. que, por lo que a mí respecta, es al protudes hispánicas no se agotan en hazañas bri pio tiempo una devoción admirativa, hacia llantes, a veces portentosas; y que España es quien, por su proceder, aparece como símbolo también cantera de honestidad, de constancia de una noble casta de españoles, cuyas virtuen el trabajo, de talento constructivo. Cuán des nativas hallaron un ambiente propicio y tos hijos suyos, sin el estruendo de las bata. fecundo en las jóvenes democracias americanas.
llas, sin escribir libros ni pronunciar discurDemófilo de Buen.
sos elocuentes, con un trabajo abnegado y si México. 10 julio 1943.
lencioso como la germinación de la tierra en el invierno han cumplido una noble fecunda tarea!
Una librería con alma La primera Guerra Mundial había trasSi hubiese que señalar el perfil esencial de tornado el equilibrio intelectual y social. El Don Martín, había que decir que es una cnmundo, antes siempre igual a sí mismo, ofre.
carnación de la Lealtad. Su lealtad con los acia entonces una instabilidad alarmante. Ca.
migos es uno de los más puros aspectos de su da día traía una novedad inquietante.
virtud característica; pero no el único.
Nosotros, los escritores estudiosos, nos aAdmirable es asimismo su lealtad con la pretujábamos ante las vidrieras de las librerías patria española, enfervorizada en las horas de en busca de esas novedades ideológicas que, dolor de la España bien amada, que vivirá euna tras otra, iban tomando la forma permaternamente, a pesar de la ceguera de los que nente del libro.
se afanan en destruirla, en alma y cuerpo.
Nos gustaba penetrar a esos negocios, reLealtad patriótica, exenta ciertamente de to correr los estantes o las mesas repletas de lido exclusivismo y de todo anhelo imperial. bros. No estoy convencido de que para los liCompatible, sin vacilaciones, con otra lealtad breros fuesen visitantes gratos esos que se pahacia las naciones de América, donde cada essaban las horas leyendo veintenas de colúmepañol, en ellas radicado, tiene su patria adop con los dedos. como decía Carlyle.
tiva. Triste destino el de aquellos españoles Creo que fue De Maistre quien clasificó los que, con inoportuna intransigencia, cometen lectores en cuatro tipos: los parecidos al reel crimen histórico de fomentar el divorcio de loj de arena, en el que ésta no deja rastro alesas dos lealtades, cuyo enlace es uno de los guno: los semejantes a la esponja, que todo más insignes patrimonios de americanos y es lo embeben; los que son como el filtro, que pañoles!
deja pasar lo bueno y se queda con lo malo y, finalmente, los que, como los mineros, apoderándose del oro, y dejando la escoria.
El republicanismo de Don Martin García Nosotros éramos más parecidos a la mosca vertiene la misma raíz que su devoción amistosa; sátil que a otra cosa. Sólo que nuestros dedos y que su amor a España, a la Argentina, y a habían adquirido un arte refinado en abrir los su querida ciudad de La Plata.
libros en las páginas más significativas.
Ser republicano de siempre ha sido a veA esa clase de lectura los ingleses llaman ces una etiqueta equívoca, conciliada con sórbrowsing, palabra difícil de traducir, por didas colaboraciones y sin otro mérito que el que describe el ramoneo que hacen los ganados de haber jugado, todos los días, los dineros, en los prados, comiendo una matita acá y otra en el mismo Casino.
allá.
Los verdaderos republicanos de siempre Las librerías en Europa acogen sin desconson los que consagraron a sus ideales una vi fianza a esta clase de ramoneadores; y no sólo da incorruptible por su honestidad y por su los acogen, sino que ejercen sobre él esa discre.
consecuencia. No fueron muchos; pero sí log ta tutela del comerciante que a más de saber suficientes para dar realce y alcurnia moral al y de conocer el mercado, siente una vocación republicanismo. Nuestro Don Martin es uno intensa hacia el contenido de su mercancía. Ende ellos y de los más ejemplares.
tre nosotros quién sabe por qué el librero En los momentos culminantes del gran dra no se ha sentido dispuesto a proceder ante ma de la guerra civil española, esos verdaderos su cliente como un bibliotecario lo haría. Exrepublicanos fueron desbordados por una no cepción singularísima fué aquel formidable Herr ble intransigencia, con la que los advenedizos, Ristenpart que en su modesto escritorio de la en uno y otro bando, hacían méritos sobre la casa Peuser, allá por el año 99, era capaz de carne sangrante de la nación.
informar a Ud. sobre la bibliografía de cualEl republicanismo tradicional no es eso. Es quier esquivo asunto, e inclusive darle las feuna fuerza de orden, de tolerancia, de sentido chas en que los libros habían aparecido.
liberal y democrático, llena de espírittu español. La de don Martín era una librería con alEllo no le impedía abrir los ojos a todas las ma. Cualquiera comprendía que si su propienes. 0Don Martín o la lealtad La amistad que me une a don Martín Garcia es, para mí, como una tradición familiar.
Fernando Lozano, mi abuelo, que honra con su talento y sus virtudes el pseudónimo Demófilo, sentía hacia él una paternal estimación. Siendo yo un mozo, mi padre ya calificaba, como hoy lo hace, a Don Martín, como un español y un reublicano ejemplar.
En mis días estudiantiles llegaban a nuestra casa de Barcelona, con profusión, libros enviados desde La Plata por el amigo invariable.
En ellos comencé a enterarme, y a sentir interés, por el ímpetu creador y el admirable florecer de la Argentina. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica