REPERTORIO AMERICANO 163 y tanto El viejo sentado par le cautivaba. Para aliviar la extrema tensión nerviosa se puso a tamborilear con los dedos sobre Por Arturo Mejía Nieto la madera. Inclinó el busto, empeñándose en descifrar las letras del volumen al amparo del ve(De La Nación. Buenos Aires, 24 enero 1943. Envis del autor. lador. La esposa deambulaba, recogía sus pequeños en el lecho, impartia órdenes a la cocinera, aplaEl médico Gaspar Lozano fuése a sus ocupa que desentonaba con el enjuto de carnes y bizaba para el siguiente día labores de costura y ciones, y frente a una casa del pueblo en que soño de años que él llevaba de mala gana. Mas vivía descubrió un viejo sentado. Durante un año, sirvióle de pasatiempo al proponerse sorprender. modo alguno se interesaba por tales menesteres.
ponía término a lo que era apremiante. El en al cruzar después, viólo que reposaba a la misma como dijimos, la razón de tanta gracia divina Sintió que va sentimiento de soledad le oprimía hora, igual postura, contento en su silla de bra llovida a manos llenas sobre este siervo del Seel corazón. Un grillo le interrumpía monótonazos y sin cambiar de lugar. Prematuramente sin ñor dedujo que a tal altura de la vida mente debajo de la ventana. Le acometió el descabello y marchito, Gaspar estaba, a su vez, enve goce sólo podría cuadrar una probable memoria contento y se arreó un macotazo sobre la frente jecido dentro de su menor edad, y era curioso de deleites, de glorias y divertimientos de fogosa con otra puñada en el brazo para alejar los inobservar que poseía más de aventurero por tem juventud. De solo pensarlo sufrió Gaspar una sectos. Requería una cierta tonacidad para calperamento que de médico, pero la rigurosa suje descarga de emocicnes al modo que disfruta una mar sus nervios. Acaso debería iniciar un viaje; ción profesional habíale reprimido su lejana vo oveja desprovista de cabestro y libre en el holgado así disimularía el pernicioso marasmo. Mas la cación de marino que recorre mares y ciudades. campo. En fin; despertó su avidez y se erizó compañera aducía que los ahorros pertenecían a La contingencia del encuentro inesperado con el su pensamiento confudidamente en imágenes y sus hijos; que para distracción de los padres basviejo despertóle aquel anhelo, y en su mente re voluptuosidades que a la vez que proscribían la volvió cosas de su vida que esa noche le impidie acentuada abulia comunicaban aplomo a su cuer taba su compañía. Quiso reanudar la lectura. El libro era pesado y lo apoyó sobre las rodillas. La ron dormir.
po y a su espíritu. Un año, como dijimos, transimagen del viejo volvió a despuntarle en el penSu penitencia del hospital a casa y luego volver currió. su hábito de preocuparse del viejo, asi samiento. Oyó que la esposa dejaba caer su cuersin variar de calle coudújolo a la rebelión, que de noche como de día, pospuso su papel de mapo en el lecho, que no estaba lejos. La exaspeexteriorizó cambiándola. Extraviarse, pues, una rido y de profesional, y fué así como aquel torración del silencio, flotando en el recinto, le comañana y topar por primera vez con el viejo de cedor constante guió de fijo como una estrella municó el calor de un volcán que vomita lava.
marras, así como verlo, todo fué uno. La imagen la caravana de todos sus pensamientos. ExactaDeseó fatigarse, provocar el sueño, relajar los del anciano le quedó, sin embargo, grabada a minando el balance de su tiempo, reconoció que nervios, meterse en la cama. Su desesperación se Gaspar en la mente y con curiosidad se sintió carecía en toda su existencia pasada del ambicionar torno densa y fuése apoderando de su energia.
movido a descifrar semejante anomalía de una primero; del luchar después y del alcanzar al Se debilitaba. Lo amedrentaba su espíritu blocara tan contenta en un rostro manifiestamente último, y un rencor contra su moderación queado por la rutina. Deseaba un fuego que se avejentado.
obediencia pasadas lo embarazo. Las fuerzas que lo galvanizara, aunque ignoraba lo que de veras Hasta alli Gaspar vivía anonado por su propia el alma retenía, castigada, las agotó intentando quería. Finalmente, resuelto a escabullirse de noindigencia de diversiones, que en su vida estaban ocultarle su infelicidad a la esposa. Pero todo se che substituídas por la rutina, no disimulada ni por disipó recordando que el ojo derecho del anciano y por la primera vez de casado, nos lo habemos cifrando su intento en busca de compañía hijos, mujer, buena salud ni holgura económica. lagrimeaba, y graciosamente, cuando una apaque le fundiera el hielo de soledad. Mas echó Por cierto que a éstas considerába las como atadu cente nieta asomaba a enjugarle ojos y nariz con ras inveteradas, que lo excluían de vivir una pade menos el pretexto que esgrime el médico de un pequeño pañuelo femenino, tornábase como sićn afiebrada de dinero, de la carne, del vicio o el de un niño que ríe y que antes lloraba. Reclientela; además, la puerta de calle comunicaba deleite alguno.
con el dormitorio. Los sentimientos reprimidos cordó la molicie que el viejo provocaba a través forcejeaban su salida, y al fin estuvo afuera, en Habíase casado apuntándole el bozo, aun es de sus legañosos ojos, escudriñadores del tracisepos de algo que fuese, inclusive, una mujer de tudiante; luego vinieron hijos imprevistos, ya únte. Arriba de su cabeza, de noche, un foquito vida airada. Apagó la luz y respiro. En las tinieque su albedrío sometíase a la autoridad de la sujeto al techo substituía la luz natural, y, como blas sintió sus ojos cautivados. Camino en punmadre, y ésta al morir depositó tal potestad en su avidez con el viejo, así los innumerables intillas, retuvo la respiración, su temor le infundió manos de la nuera deviniendo todo en que al sectos revoloteaban a su alrededor. La atmósfera la humillación del niño culpable. Había escapado.
cabo él, hijo y esposo, profesional, padre de fa asumió una densidad de plomo, y como Gaspar La conciencia de su libertad bastó para venir en milia, funcionario como propietario y tantos desig esa noche no podía retirarse a dormir sin antes nios justificaron qué razón asistía a Baltasar Gra aplacar sus nervios, continuó entre el discerniMas sin conciencia de su conquista, como la cián cuando dijo que mal puede haber perfección miento y el silencio espeso que lo agobiaban. Asb mula de la noria, fuése hacia el hospital. Este, en donde hace falta la elección. Otros infortur osmóse al hueco de la ventana para beber el aire por lo demás, era el único edificio iluminado en afligian al médico: se le enervaba la sensibilidad, con la vista amparada en el planeta Marte. El alto. Una luna llena despejada ante el peaton la el humor se le agriaba, juventud se le iba arxciano volvióle a cabalgar en la fantasía, mienmiseria de casas, interiores y baldíos. Recoleto, y por aventurar una emoción de peligro dispuesto tras sus ojos erraban en un cielo tejido de esel silencio armonizaba con su espíritu. El eco de estaría hasta a arriesgar su, actual seguridad. trellas. Sentose en el sofá y evocó al viejo, con sus pasos lo despertó y tuvo la conciencia del Al topar con el viejo se embarazo viéndole el su pelambre entre tupida, lanuda y entrecana, pecador. Pero el sentimiento exteriorizado lo consemblante tan satisfecho Y, sin embargo, longevo, pero sin olvidar la contenta expresión que a Gasformaba. Una vez llegado, entró y respiró animoso. Graciosamente lo aludió una enfermera sin sorpresa. Acaban de traer un paciente que se ha caído y hay que operarlo, doctor.
Ya él, con premura, había asentido. Quitose y enfundose en la túnica. Estamos listos masculloEntró en la sala de operaciones en donde él desempeñaba una plaza de cirujano. Como de costumbre, anotó algo sobre un librón, con una caligrafía de ángulos.
Parecía sonámbulo y la escasa animación del hospital no le extrañaba. La enfermera, a su vez, tampoco indagaba por qué faltaba el de tumo y por qué éste lo reemplazaba. Al entrar, otras le e peraban sumadas a dos médicos ayudantes cerca del paciente. Súbitamente fluyó en su pensamiento que hay hombres tan diferentes de sí mismos en las ocasiones, que desmienten su propio crédito y deslumbran nuestro concepto. él era uno.
Se inició la operación tras preparativos y consultas. El tic tac en el muro colmaba el ambiente.
su Socorro.
Beba cervera SELECTA el saco De malta y lúpulo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica