José María Zeledón

REPERTORIO AMERICANO 171 descubre entre el viento de la algarabía que en la Yanquilandia de nuestro temor no todo es fanfarria ni todo egoísmo, y pese a los gritos del imperialismo el Derecho es carne, la Justicia es voz?
rompiendo la cárcel de su inanición y dejando trozos de su alma potente al dar el asalto de la agria pendiente por abrirle trocha caminera al Sol Entérese y escoja En las ediciones de la de México, 25 obras que le vendemos. Quién pudo decirnos en brujo lenguaje las revelaciones hondas del paisaje del escalofriante mundo tropical, y contarnos como la luna hechicera desciende en las noches hasta la palmera y abreva en los cocos una sed voraz?
Gracias, compañero de lucha y de ensueño.
Gracias. En abrigo de estuche sedeño guardo sus dos libros; son oro y marfil.
Regalo de Principe, pues viene de mano de quien lo es en este Continente Hispano, del contar donoso, del bello decir.
José María Zeledón Sólo el recio artista del verbo encantado que a Helen Keller nos ha retratado Puntarenas, Costa Rica.
junio de 1943. Abreu Gómez: Héroes Mayas.
Zamná, Cocom, Canek. 00.
Laura, tres narraciones de Alfredo de Vigny.
En rústica: 00. En pasta: 50.
Noche al raso, tres narraciones del mexicano José Mº Roa Bárcena.
En rústica: 00. En pasta: 50.
La paternidad inquieta, novela de Schlumberger.
En rústica: 00. En pasta: 50.
La monja de la llave, 16 historias de amor. de Ricardo Palma.
En rústica: 00. En pasta: 50.
Dafnis y Cloe, de Longo. Trad. de Juan Valera.
Acuarela tonta (En el Rep. Anger. Va mi barca por la sombra.
El agua, de dura, al dar en la quilla asombra.
Ni una débil luz fulgura.
Sombra, extensión, golpe de agua, y en trama sencilla, una queja que se fragua mientras el mar da en la quilla.
Como antaño, nadie espera en la incierta playa; y la barca se exaspera contra un mar que se soslaya.
Sin sus ojos, sin la mano que se tendió un dia, sin el lucero, el oceano como un cadáver se enfría.
En rústica: 00. En pasta: 50.
La olla de oro, dos novelas cortas de Hoffman.
En rústica: 00. En pasta: 50. novelas del mexicano Guadalupe de Anda: Otrora sus ojos claros de que yo era dueño, habrían sido dos faros para un náufrago de ensueño. bogo y bogo. La nave Ua ya a la deriva, Sus alas agita un ave con inquietud alusiva.
Otra vez hubiera habido presurosa mano de pescador. El olvido tendió sus velos temprano.
Suelto los remos. Transida, mi alma a nadie nombra.
La oscura noche y mi vida ya son una misma sombra. la tarde se fué pronto y no quedó huella de luz después del tramonto, y no asoma la alba estrella. no sé en qué primavera ni en qué dia, ni a qué brumosa ribera se irá mi barca vacía.
Voy sin rumbo. La plegaria en los labios muere.
Falta Dios. Musito el aria de un violento miserere.
Manuel Segura Méndez Los Cristeros: 75.
Juan del Riel: 75.
Los Bragados: 00.
El Conde, cuentos de Joseph Conrad.
En rústica 00. En pasta: 50.
Dr. Juan Cuatrecasas: Psicobiologi del lenguaje. 75.
Antonio Caso: Positivismo, neopositivismo y Fenomenologia. 75.
Rafael Rojina Villegas: Derechos Reales y Personales. 00.
Eduardo García Maynez: Libertad, como derecho y como poder. 50.
Varios autores: Concepto y métodos sobre el derecho y el Estado. 00.
Rudolf Stammler: Doctrinas modernas sobre el Derecho comparado. 75.
Carlos Enrique Paz Soldán: La introducción de la quina en terapéutica.
Rústica: 75. Pasta: 00.
Dr. Julio Bejarano: El problema social de la lepra. Contagio, profilaxis y tratamiento. 00. estos títulos de la preciosa Pequeña Colección Mirasol, a 75 cada Costa Rica, junio del 43.
Del folklore ataqueño La yerba de la culebra zumbadora cure.
uno. Le gustaría manejar bien un revólver, un pu felina destreza y de cuando en cuando castiga a fal, un sable, una cruceta; herir sin que lo hieran la culebra. La culebra más enfurecida, lo sigue, y ser gallo en el patio donde vive?
deseosa de pagarle golpe con golpe.
Pues ahí le va, regalada, la receta que le ofrece La culebra es muy ágil y cada acialazo que reei indio salvadoreño.
ciba Ud. es una gusanera que lo puede matar: no hay remedio que lo Busca el martes una culebra zumbadora; siguela hasta encuevarla, cierra bien la entrada y el Sigue Ud. peleando. La culebra, fija en la animal queda preso.
tierra la cabeza, lanza golpes a diestra y siniestra.
El jueves vuelve y desyerba al rededor del agu Largo será el combate y, al final, fatigada la jero unas doscientas varas cuadradas. Déjelas culebra, alza la cabeza y, abierta la boca espumosa, muy barridas y arroje lejos el monte.
busca el pañuelo colorado y deposita en él una El viernes a medio día llega al sitio que barrió yerba mágica. Después se interna en el monte.
y antes de sacar la culebra deje extendido un Coja usted su pañuelo y guarde la yerba que dejó la culebra. Esta yerba no permitirá jamás que pañuelo rojo en una esquina del pedazo desyerbado.
lo hieran, así lo ataquen a traición o de frente diez enemigos a la vez.
Lleve un cuchillo flexible y resistente que le sirva para golpear con suavidad a la culebra.
San Gabriel de Aserri, Costa Rica.
La culebra sale y, acial enfurecido, trata de chicotearlo a Ud. pero usted se defiende con (Sigue a la vuelta)
Margarita Urueta: El mar la distraía.
Mark Twain: La celebrada rana saltarina. Heine: El rabino de Bacharach.
León Tolstoi: Sergio, el anacoreta.
Tirso de Molina: Los tres maridos burlados.
Consigue estas obras con el Adr. del Repertorio Americano. Teléfono 3754.
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10, enero. 1941. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica