Violence

46 REPERTORIO AMERICANO Del folklore ataqueño no Parque Morazán. Las noticias eran desconsola blábamos al principio levó anclas con rumbo des rra salvadoreña y ampara al desvalido y castidoras.
conocido, para nunca más volver. ga tarde o temprano al hombre que manosea Se supo después en la ciudad que un su gran Han pasado ya cinco años de su partida. la justicia.
de amigo de antaño había ido a verle en su lePara volver a verle cuando queramos, es mecho de enfermo. Que la visita fué cordial y con nester it a su pueblo natal, Barba, donde manos El Sombrerón movedora. Dos amigos que otrora gobernaron al cariñosas levantaron un monumento a su meNo todos los personajes de mi tierra atapaís, cada cual en su camino, con la más acri moria. Allá, ante su busto en bronce, podemos queña son los ogros famélicos y malos que rosolada honradez que se haya conocido. Dos ami. meditar sobre él, sobre la patria y sobre sus anban y devoran niños.
gos como lo fueron en Francia Renán y Berthe tepasados lugareños.
El Sombrerón es el sabanero bonachón que lot. Nos imaginamos aquella visita como la que Sobre aquel monumento irán los niños de las hiciera Emerson a Carlyle que atravesó el océano escuelas silenciosos y compungidos a depositar pierde al hombre ingenuo que monta en ancas de ajeno caballo. Lo pierde en el dia, mas en Para ver a aquel titán de las letras de fama uni flores y coronas y a rendir tributo de admirallegando la noche lo devuelve al camino donversal. Nos imaginamos nuestros grandes hom ción a la eximia figura de don Cleto González de antes lo hallara.
bres, vidas paralelas cual las de Plutarco, dán Víquez, cuya trayectoria por el mundo fue tam Pequeño, fornido, sin abundancia de carnes.
dose las manos largamente sin decirse nada, di bella como un tibio sol de primavera que desOjo negro (noche en pleno dia. sonrisa ciéndose mucho y llenarse los ojos de lágrimas cribe su camino en el cielo inacabable de la paagradable, voz muy insinuate. Asi es El Soma! ilustre visitante, ante aquella suprema des tria!
brerón.
pedida.
Un dia al fin, en horas de la mañana, tras ANTONIO DE BENEDICTIS Los días de sol lo llevar de preferencia a los caminos más transitados. Ama la compañía tanto padecer, como el trasatlántico de que ha Setiembre, 23 de 1943.
de los hombres. Goza del chiste alegre, del cuento milagroso que le da vuelos a la imaginación. El también sabe mucho y gusta de narrar escenas maravillosas. En el Rep. Amer. las mujeres no las pierde nunca. los niños los monta en su alazán y los lleva lejos del La yerba del pájaro carpintero poblado, a mundos de poesia que los niños olvidan jamás.
Poseo el secreto para entrar de noche o de pero al hallar cerrada la puerta, vuela angus Si ves venir un hombre de grande sombredía en casa ajena, aunque la guarden siete lla tiada. Pasados unos minutos vuelve la madre y ro de anchas faldas, sobre hermoso caballo, no ves y los perros más bravos.
así pasa en un ir y venir. En una de tantas, trae le digas nada. Pasa callado si él no te habla; No: yo no tengo el secreto; lo sabe el pája en el pico la yerba que abre cerraduras, la respóndele si te conversa. No le tengas miedo.
ro carpintero. Si alguno desea tenerlo, vaya a acerca a la hoja de lata y ésta se desprende con Es tu amigo. Es un genio le ia raza. Es el jila cueva del ave trepadora. Si dentro hay cría, violencia de la cueva. El pájaro carpintero de nete que engañó al ibero, que lo perdió en la desyerbe un trecho al rededor del palo, suba y ja caer la yerba sobre la sábana. Kecoja esa selva mientras el indio huía del blanco perseclave una lata en la puerta de la cueva, tienda yerba y cuando quiera entrar en una habitación, guidor. Si no lograba perder al blanco, montauna sábana en el sitio cb :piado y vigile con pa sin ser visto ni oído, arrime el talisman al ce ba en ancas al indio y se iba con él, sin dejarciencia.
rrojo y ande sin miedo en casa ajena: usted se les huellas a los perros de presa. Conocía bien Llega la hembra con alimento para los hijos, rá invisible; nadie lo podrá ver.
los sitios donde hay maíz y frijoles y alumbra el sol sin cadenas.
sebo de coyotes De América se fue el español conquistador; se quedó El Sombrerón en los caminos soleados Los perros no lo seguían, Aullaban al ver y juega a llevarte al bosque y dejarte alla perLas patrullas y los guardias con una cala lo, se erizaban; agachaban, medrosos, las ore dido, para que aprendas a no montar a la grumidad. Diría mejor una maldición. qué jas; metían la cola entre las piernas. se arras pa de caballo que no sea ruyo. Te pierde para prójimo sin camisa no siguen o a quién no le tratan, agazapados, con afán de hacerse invisi enseñarte a desconfiar del hombre que va casacan flete si le ven cara de jornalero?
bles.
balgando los senderos de la tierra atqueña.
Había uno, sin embargo. Juan Nicome Los caballos mejores, anu espoleados, no al Sábelo bien entonces, conoce al amigo y prodes azote de guardias y patralas. Ni los ba canzaban a Juan Nicome les cura averiguar si el que monta un alazán es tu lazos le entraban. el secreto?
enemigo.
Una vez me dijo el secreto, y como ya muMuy sencillo.
rió Juan Nicomedes, puedo sacar del buche es Juan tenía, amarrado a ia cintura, debajo Esos coyotes.
to que me daba, por guardarlo, carraspera. del calzoncillo, un cuerit de covote; colgada Los alguaciles más corredores, los guardias al cuello, una bolsita de sebo del mismo ani Son animales inofensivos, según la hora.
más veloces se quedaban lejos de Juan Nicome mal. Eso era todo. eso le daba agilidad y Si a usted lo sorprende la noche en el mondes. El no parecía huír y nadie le daba alcan resistencia. eso les daba espanto a los perros te, se lo pueden comer.
ce. Dejaba rendidos y muy atrás a los perse y miedo a los caballos.
El machete o el revólver no le sirven de guidores.
nada. Hay una hora en que las armas son aliadas del coyote. El lo sabe y llega cuando usted El Justo Juez no podrá defenderse.
Los hechos suceden así. Aúlla una partida Santiguate, si lo vas a nombrar. Hay en él dugo, sin que el verdugo lo overa. Ha de de coyotes. usted venir El Justo Juez, se le espeluzna el mucho de hombre y de santo y algunos milésimos de Diablo. De qué murió don Goyo; de qué murió don po, se le grifa el cabello se le duerme la lenConoce todos tus pensamientos, sabe tus ma Benjamín; de qué murió doña Marcela, de gua. Quiere huír y no puerle. Pero hay cerca un árbol, sube usted a él con mil trabajos y se las o buenos intenciones: no lo engañas ja qué la niña más bella de aquel español tan oresconde entre el follaje.
más.
gulloso y malo, de aquel don Anastasio? Ah!
Los jueces malvados le robaron al indio hi Lo sabe El Justo Juez. Pregúntaselo a él, si Los aulildos se vienen acercando y son puñales de miedo en el cuerpo suyo. Mas se conjas, mujer y dinero; lo encarcelaron y lo veja puedes hallarlo en tu camino. Aunque, no poron. El indio guardó silencio, porque sabía que drás hallarlo en tu camino. Anda siempre de suela sabiéndose alto, en lugar seguro a donde las bestias no pueden llegar.
El Justo Jues no ignoraba los desmanes del noche y no se deja ver. Pasa a tu lado cuando hombre blanco. Le encendió, pues, el viernes a es más negra la noche, y sabes que alguien va Equivocado, mi distinguido señor! No sulas doce, una vela, rezó un credo al revés, se o viene, porque aúlla tu perro lastimeramenben los coyotes, pero baja usted. Baja y se lo comen.
encomendó a él y esperó confiado. Un día El te. Se oculta siempre del hombre blanco o del Rie? Pues voy a contarle: Llegan los coyoJusto Juez buscaba al verdugo del indio y le indio cobarde. Llega a la choza dei enfermo, dejaba un regalo valioso: en el regalo iba tes al pie del árbol y empiezan a dar vueltas de la viuda, del niño sin madre. Les lleva mealrededor del tronco. De vez en cuando se deuna enfermedad incurable, de esas feas y he dicinas, ropa, alimentos y se aleja sin decir jatienen más quién es. diondas que matan tras largo penar; o le vaorinan. usted lo divierte aquello.
ciaba las arcas dejándolo pobre; o le mataba No lo conocerás si no es por las obras. No ¡Pobrecito! Los orines lo emborrachan, lo daerel ganado, o le volvía estéril la tierra, o man quieras nunca ver al Justo lues. Llámalo no men y cae usted y se lo comen los coyotes.
tenía preso al Invierno para que no lloviera. Por más, si la justicia de los hombres deja el caFRANCISCO LUARCA eso el indio, al ser desposeído, le dijo al ver mino de la yerdad. El Justo Juez vive en la tie San Gabriel de Aserri (Costa Rica. 1941 42.
Cuero y cuer Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica