Repertorio Americano Tomo XL CUADERNOS DE CULTURA HISPANIC San José, Costa Rica 1943 Sábado 31 de Julio Año XXIV. No. 965 No. 13 Contenido: Pablo Neruda Por el tema ruso a los temas eternos Raúl Moncada Dura elegia Al que le venga el sayo El Maestro Valencia La ciencia contra el individuo Puertas.
Versos inéditos Manuel Picado Chacón Sanin Cano Cartas a Roosevelt Introducción Místicos costarricenses 943: Calendario de conmemoraciones Sobre editores y ediciones sonetos Victor Lorz Alfredo Palacios Brenes Mesén James Swain Alejandro Carrión Juan Ramón Jiménez Blanca Isaza de Jaramillo Me.
za y Jaramillo Meza.
Ramiro Robles Gabriela Mistral Rogelio Sotela Salas Pérez Oración Meditación río arriba Ysola Gómez Del cursillo de invierno Noticia de libros Guillermo Valencia Alejandro Alvarado Quirós Dura elegia Por Pablo Neruda. Envio del autor. México. julio de 1943. En la tumba de la señora Leocadia Prestes. Señora, hiciste grande, más grande a nuestra América.
Le diste un tio puro, de colosales aguas: le diste un árbol alto de infinitas raíces: un hijo tuyo digno de su patria profunda.
Todos lo hemos querido junto a estas orgullosas flores que cubrirán la tierra en que reposas, todos hemos querido que viniera del fondo de América, a través de la selva y del páramo, para que así tocara tu frente fatigada su noble mano llena de laureles y adioses.
Pero otros han venido por el tiempo y la tierra, señora, y te acompañan en este adiós amargo para el que te negaron la boca de tu hijo y a él el encendido corazón que guardabas.
Para tu sed negaron el agua que creaste, El manantial remoto de su boca apartaron. no sirven las lágrimas en esta piedra rota en que duerme una madre de fuego y de claveles.
Luis Carlos Prestes Sombras de América, héroes coronados de furis, de nieve, sangre, océano, tempestad y palomas, aquí: venid al hueco que esta madre en sus ojos guardaba para el claro capitán que esperamos: héroes vivos y muertos de nuestra gran bandera Higgins, Juárez, Cárdenas, Recabarren, Bolivar, Martí, Miranda, Artigas, Sucre, Hidalgo, Morelos, Belgrano, San Martín, Lincoln, Carrera, todos, venid. llenad el hueco de vuestro gran hermano y que Luis Carlos Prestes sienta en su celda el aire.
las alas torrenciales de los padres de América.
no dormir ni soñar hasta que vuelua tu hijo. como en tu regazo su cabeza faltaba nos hace falta el aire que su pecho respira, nos hace falta el cielo que su mano indicaba.
Juramos continuar las detenidas venas, las detenidas llamas que en tu dolor crecían.
Juramos que las piedras que te ven detenerte van a escuchar los pasos del héroe que regresa.
La casa del tirano tiene hoy una presencia grave como un inmenso ángel de transparencia, la casa del tirano tiene hoy una visita dolorosa y dormida como una luna eterna, una madre recorre la casa del tirano, una madre de llanto, de denganza, de flores, una madre de luto, de bronce, de victoria mirará eternamente los ojos del tirano hasta clavar en ellos nuestro luto mortal.
No hay cárcel para Prestes que esconda su diamante.
El pequeño titano quiere ocultar su fuego con sus pequeñas alas de murciélago frío y se envuelve en el turbio silencio de la rata que roba en los pasillos del palacio nocturno.
Pero como una brasa de centella y fulgores a través de las barras de hierro calcinado la luz del corazón de Prestes sobresale, Señora, hoy heredamos tu lucha y tu congoja Heredamos tu sangre que no tuvo reposo.
Juramos a la tierra que te recibe ahora Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica