188 REPERTORIO AMERICANO era alegre la risa de los amaneceres destapando sus pomos sensuales de fragancia.
Las palmeras erguidas, como lindas mujeres, desnudas bajo el cielo cimbreaban su elegancia, La selva misma daba su himno de maravilla y en la hora azul del ángelus romántico o maganto era bello tumbarse sobre hamacas de encanto y hundir los sueños intimos en humo de vainilla.
Antonio Montalvo.
Quito. Ecuador.
Versos de Antonio Montalvo (En el Rep. Amer. MADRIGAL DE GONGORA YO PIRATA Mora de los alfanjes asesinos Espiga de luz de oro, niña zarca que dan amor, o crueles, quitan vidas de las dulces miradas pensativas, a los pobres, sedientos peregrinos que lloran por tus vides frutecidas.
por donde va, blanca de velas vivas, de un ensueño de amor la linda barca.
Rara mujer gentil de los divinos sueños de las venturas no vividas: El cisne de un suspito, triste, enarca van tus gracias, de ritmos y de trinos, su vuelo, de nostalgias sensitivas, por las albas del mundo, florecidas.
al hontanat azul, de aguas estivas, que platean las lunas de Petrarca.
De oro y sándalo carne tentadora, Si el buzo de tus mares litorales estás, ángel, flor de ilesión, madura de armonía, de ensueño y de rocío.
te hallo en tu gruta, perla añil, dormida entre tosas de nácar y oros frios, Dejad, por Dios, que beba, linda mora, en tu lagbo de encanto, su ventura yo, pirata, en mi nave envejecida el cisne pecador de este amor mío.
voy a robar tus cias celestiales para llenar de amor los mares míos.
ADIOS, EN EL ALBA Ya la nave del alba, malva y oro, VUELO DE GARZAS al mar del horizonte, mar marino, Por las frescas orillas de la tarde sus velas entregaba, entre el divino anillada de azules horizontes y agreste matinal, sonoro coro.
la nieve de dos garzas sopla el viento arrancándola al sueño de los Andes.
Rocio sensitivo fué su lloro en mi flor de dolor, ya cristalino, que dió una gracia pía al porte fino Ingrávida, inasible y armoniosa, y un virginial sufrir al rostro moro.
va por el éter la blanca sinfonia: grito puro de amor, crucificado en la crucifixión casta del vuelo.
Volaban las neblinas por la huerta, cuando, húmeda de besos y de llanto, Destila añil celeste la mar cóncava quedóse, ya por siempre abandonada.
cuyas aguas de ritmos pitagóricos Yo la miré, de mi vitral maganto, retratan espejismos de distancias.
al lado de las rosas, desmayada, Pero al morir la tarde se confunde como una linda rosa abierta, muerta.
la nieve coruscante de las garzas con el nevado polvo de las brumas.
Itinerario de. Vieue de la página 184. golondrinas de tristezas volar en todo mi espíritu, el trote de mi caballo, galopando en mi recuerdo.
MUJER EL TROPICO Euritmia de la Giralda Giralda de carne plástica!
Arquitectura de ensueño todo su cuerpo resume: morisco ritmo de fuego.
toda la filosofia armónica de la curva en la línea de su cuerpo.
Recuerdo de mis dias en el trópico cuando caracol de mi cuerpo, mi espíritu veia nostálgico de nieve y olor de serranía morir a un sol de sangre, en el azul, cantando. Yungla, la yungla brava, sensual y capitosa encendía la noche con luz de sus reptiles y era una pirotecnia con alas y candiles la fronda del cacao y de la pomarrosa.
En Horizonte Arcaico, apunta un gongorismo renovado. Tentación de finura esta, de alquitaramiento, de búsqueda metafórica. Son los mejores sonetos de Montalvo. Se han trazado, sin duda, con el lápiz tenso y nervioso que se afila en la prora de los treinta años. Paisaje inquieto y sereno, sin paradoja. Amor sabroso, la delicadeza no aladea el encuentro de la mujer y ella se anuncia entre vuelos de garzas o entre los óleos de los paisajes viriles.
El libro se cierra con algunos cantos que rozan la epopeya: Canto al Mar de Colón, que es la gesta del Descubrimiento, y Bolivar, nuestro hermano heroico, flaco y poeta, digno de ser hallado en el verso, como que él mismo viajó del madrigal de seda a la fuerza épica del trote de la diana.
No amical devoción que hiperbolice los términos. Leído el libro de Antonio Montalvo, anotado con distancia, la impresión que nos queda es la de que en Camino hay poesía, emoción y música, modernidad no echada a perder por ningún snobismo, y de que al cabo de la depuración de las épocas, Montalvo habrá de quedar entre los más bien dotados poetas de las últimas generaciones del Ecuador.
Quito, octubre de 1942.
Palmera, palmera tórrida alza dos metros estéticos de helénica maravilla sobre el nivel de la tierra.
Se mira bajo las lunas sus manos los blancos dátilessegando trigo de estrellas en el trigal de los cielos.
El mirtho florecido, poeta y buen felibre aventando sus flores en la brisa oportuna conjuraba a su novia romántica: la luna para enlunar la brama selvatica del tigre.
Pero era en la canicula fragante del estío, cuando los gallinazos de azul estaban hartos, ique en las orillas frescas, soñando, los lagartos tragábanse el crepúsculo fantástico del rio.
De la matriz de los siglos viene su encanto inasible.
Sensual deliquio en la música de oro y cristal de su voz.
Desde las albas del Vinci nadie la ha visto, Giralda, ni las vigilias de Goya ni los ojos de Picasso.
Allí, pescados de oro bronceado, las montuvias sirenas de las ondas vernáculas, sirenas elásticas bellas. sobre las aguas rubias retorcían sus torsos de las pieles morenas.
OCTAVIO JIMENEZ ABOGADO NOTARIO veces deshilábase la luna en blancas hebras Daba el cuervo sus gritos y las ranas los suyos, mientras la romería de luz de los cocuyos iluminaba el silbo de amor de las culebras.
Oficina: 25 varas al de la Tesorería de la JUNTA DE PROTECCIÓN SOCIAL Mis ojos sólo la han visto: por orilla azul de ritmos. playas del mar de los cánticos yergue su gracia desnuda.
Strawinsky de los vientos sediento de ensueño arranca sinfonías de su cuerpo.
Belleza en la noche hórrida y en el fulgor del dia: bajo cielos de añil y el horizonte gualda un vuelo luminoso de loros de esmeralda regaba en el espacio su loca sinfonía.
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