ImperialismVíctor Raúl Haya de la Torre

REPERTORIO AMERICANO 183 Dr. García Carrillo Electrocardiogramas Metabolismo Basal Radioscopía Corazón. Aparato Circulatorio quien lo recomende y al cual, no sé por qué proyectada hacia lo alto y destacándose sobre conducto, supe que Hernández le había dado todos los que lo rodeamos entonces, como ha dinero su escaso dinero tan dolorosamente de destacarse un hombre entre los pigmeos.
ganado no había hecho nada por él. cuando recuerdo cómo, desde su rincón Ignoro el resultado de la causa criminal con montañoso (donde no hay leyes, ni civiliza tra el presunto contrabandista llamado José ción, ni progreso, ni papeles, ni firmas, ni traHernández Vásquez. Aun, más: me es indi tados de moral) vino un indio limpio y recto ferente. Por encima de ella, por encima de la a enseñarle a un Alcalde de pueblo la manera rapacidad del leguleyo en cuyas garras lo puse.
de cumplir con la palabra empeñada no puemás allá de lo justo o injusto de la imputa do arrepentirme de mi tan poco legalista inción legal, siempre quedará como una figura genuidad.
que se sale del marco que trata de aprisionarla, Román Jugo.
la imagen de este indio valeroso y sencillo, Costa Rica, junio de 1943.
CONSULTORIO: 100 vs. al Oeste de la Botica Francesa Teléfonos: 43 y 3754 Escribe Haya de la Torre Inter americanismo demócratico sin Imperio (Envio del autor)
el suyo para defenderme. El indio me dió su palabra de que, a la hora de abrir la Alcaldía el lunes siguiente, estaría esperándome en la puerta, y lo dejé partir. Apenas hubo salido de la oficina cuando mi Secretario, con todo el calor que su bien probada voluntad hacia mí le dictaba, me llamó la atención sobre mi in genuidad al confiar en ese hombre, aun cuando manifestó comprender las razones que me impulsaron a hacer lo que hice.
Yo pasé tres días de angustia, pensando en mi modesta carrera judicial truncada por el ridículo, al par que reflexionaba. en qué pa.
raría la justicia si todos los funcionarios judiciales estuvieran dispuestos a confiar en la pa labra de los reos en la forma en que yo lo he hecho?
Había llegado casi a arrepentirme de mi suavidad de carácter cuando el lunes, al llegar a la oficina por la mañana, encontré sentado sobre el zacate, frente a la puerta y comiendo tranquilamente un gallito que había traído consigo, al indio José Hernández Vásquez. Cómo creció a mis ojos la figura de aquel hombre. El sabía perfectamente lo que la esperaba al volver, sabía que sus montañas eran garantía de su libertad, sabía que lo único que lo ataba a la cárcel era una palabra suya dada al Alcalde del pueblo, a quien no había visto más que una vez en su vida; sabía que por cumplir esa palabra había de re nunciar a su monte, a sus árboles, a su sol, a su tierra, a su rancho, a su libertad, que era renunciar a ser el mismo. sin embargo. volvió. Con qué orgullo le mostré yo al Secretario a ese hombre. Era la prueba viviente de mi te en el género humano! Y, icon qué mezcla el placer y el dolor lo escuché mientras me refería cómo había arreglado sus cosas y se había venido a pie desde la madrugada, llevando su almuerzo para comerlo frente a la Alcaldía, con el fin de llegar temprano a la cita. el premio que yo tenía para él era la prisión. Hubiera sido mejor para mí no haber podido aquilatar el valor moral de este presunto delincuente.
Esa mañana llegó a mi oficina un abogado de la capital a estudiar un expediente que le interesaba. Aproveché la coyuntura para reco mendarle sus servicios a Hernández, con el fin de que éste lo nombrara defensor ante el Juez Penal de Hacienda, porque supuse que este pobre hombre de las montañas no conocía a ningún abogado. luego de que se hu bieron entendido ambos, dí los pasos necesarios para que Hernández fuera trasladado a la Penitenciaria de San José.
Pasaron tres meses. Un día recibi un carta de Hernández (probablemente algún compañero escribió por él. en la cual, desde la prisión, me manifestaba que nada sabía del juicio seguido en su contra. El simple hecho de que todavía se dirigiera a mí me hizo comprender que no se había dado cuenta de lo que signi ficaba su propio caso, pues no dependía de mí sino del Juzgado Penal de Hacienda: así llegué a la conclusión de que el abogado a Los prohombres del Gobierno de los Estados Hasta ahora los vocablos Imperialismo, DiUnidos han hecho en las últimas semanas las plomacia del Dólar, Dictadura financiera, etc.
mas importantes declaraciones contra el im eran términos del llano. Los había proferido perialismo y al favor de la Buena Voluntad el pueblo o los pueblos indoamericanos en veinDemocrática que se hayan oído nunca en Indo te años de tenaz cruzada liberatriz ante el creamérica de labios de tan autorizados porta ciente peligro de la expansión capitalista yanvoces.
quí. Pero nunca habían sido reconocidos y Ellos han sido: el Presidente y Vicepresi usados por un gobernante o por alguna figudente de la gran República del Norte, y para ra oficial de primera fila de los Estados Uni. que no faltara la ratificación del sector diplo dos.
mático siempre cauteloso y frío, ha hablado El de mayo del año pasado, Mr. Henry también por la Secretaría de Estado Mr. Sum Wallace dió la primera voz anti imperialista.
ner Welles.
Un mes después, en términos restringidos y más No sé todavía si en Chile y en otros pue generales, Mr. Sumner Welles usó peyorativablos hermanos de Indoamérica hayan produ mente la palabra imperialismo y anunció cido los discursos a que me refiero el profun que su prevalencia terminaba con esta Guerra.
do efecto que han causado en el Perú. Pero Pero ha sido con motivo del viaje del Viceen elogio merecido de la fina sensibilidad polí Presidente a los países del Pacífico indoameri tica del pueblo peruano debo decir que cano y con ocasión del homenaje que Roosevelt pesar del silencio obligatorio de la prensa cen ha rendido a México yendo en busca de su surada. las dclaraciones anti imperialistas de Presidente, que se han escuchado las más inlos dos primeros ciudadanos de Estados Uni sólitas declaraciones antiimperialistas de los dos dos el espaldarazo oratorio que rotundamente primeros personajes políticos de los Estados les ha dado Mr. Welles, han sido para las Unidos. para que no faltara la refrendación grandes masas ciudadanas de este país noticias de la prudente oficina que todo lo debe pesar.
que hace época.
medir y calcular, el más caracterizado de los subsecretarios State Department ha historiado y excecrado los actos de agresión e interferencia armada que caracterizan la tristemente célebre Diplomacia del Dólar. en su discurso a los rotarios de Nueva York.
Acaso si no fuera por el fragor de la guerra, las palabras extraordinarias de Roosevelty Wallace y el enfático visto bueno de la Secretaría de Estado, habrían significado para nuestros veinte pueblos un acontecimiento extraorEste Seguro GARANTIZA LA dinario y memorable. Quizá si no estuviera tan conturbada por problemas internos y menores EDUCACION DE LOS HIJOS la mente de nuestros gobernantes, habrían respondido de inmediato a promesas tan solemnes como trascendentanles. Tal vez si la pren sa grande no hubiera negado, tan rendida, antes de ahora la existencia del imperialismo, habría cumplido misión moral y patriotica al La Educación es la única herencia agradecer, jubilosa, en nombre de un Continenreal y verdadera que un padre pue te, que se nos prometa no agredirnos, ni intide dejar a su hijo.
midarnos ni tiranizarnos, ni explotarnos; ni ayudar a que se nos agreda, intimide, tiranice y explote.
Pero, culpemos a la Guerra! Porque el silencio de gobernantes y prensa yo agregaría el Sírvase consultarnos su caso de los partidos democráticos también, juventuparticular.
des y organizaciones obreras, etc. puede desalentar a quienes nos anuncian la verdadera liEstamos a sus órdenes.
bertad y hallan en nosotros a los que parecen ignorar de qué se trata.
Comentando editorialmente el New York Banco Nacional de Seguros.
Times las francas declaraciones antiimperialistas del Presidente Roosevelt en su excelente (Concluye en la página 190. SEGURO DE EDUCACION Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica