68 REPERTORIO AMERICANO con su cruz a cuestas.
y muy sabios.
lo que cae.
sido constante sembrador del bien. le interrum palda. se agitan inquietas. murmuró, mirando. Perdió las alas que hicieron tanto bien a pió la dama atentamente al niño.
su hermanito, prosiguió.
Calló el anciano, y pasó por su frente una Regresó la madre y lo tomó en sus brazos. Esa senda por donde va, es la vida: obscura sombra cargada de infinita pesadumbre. Aletea. Tiene fiebre. exclamó angustiada. como la selva de que nos habla el poeta florenba sobre ella el recuerdo de un sueño sin ventura El bebé había enfermado seriamente. sin tino; dolorosa como la vía que recorrió el Homde sus años mozos? Sangraban en su corazón embargo, reía, como imaginamos que deben reír, bre del Calvario; larga porque las horas de luto viejas mordeduras de la envida y la calumnia? allá en el cielo, todos los bebés. cuando se van; tienen la dimensión de los siglos. Allí lo azotará Era el peso abrumador de su grandeza incom. mejor dicho, cuando llegan. sus ojos ingenuosel huracán de las pasiones, que muerden en la prendida el que así lo entristecía?
se detenían, a veces, largo rato, como si con carne y en el alma; rodará muchas veces y se Esas modalidades de su pena no nos impor templaran algo perdido en lo infinito.
levantará otras tantas, para seguir ascendiendo, taban: el silencio que se hizo en torno a su Lo atendieron de inmediato unos señores muy cabeza venerable, decia, hondo y alto, que si serios Por qué no regresa o se detiene? le obhabíamos escuchado y entendido su silencio. Pronto estará bien, afirmó alguien. servé.
Se sentía, en aquella alma, la noche que Quiere volar. murmuraba, en voz baja, el dejó Federico Nietzche en muchas páginas do noble anciano. Porque en la distancia alumbra una pálida estrella, que lo atrae con su temblor fasci.
lientes de sus libros; pero, también sobre todo, Se obscurecia el límpido fulgor de su mirada; en ellas se sentía, como en las flores que coronan la música de su voz temblaba como notas que nante. Hacia ella camina siempre, sin poder alcanzarla nunca: es la esperanza el ataúd de un héroe, olor a gloria y a martirio; se extinguen en misteriosas lejaniks; su piel anhelos sin nombre, nunca satisfechos, de unción rosada iba tomando el color de hoja seca de todo El libre albedrío podría frenarlo en su cay de consuelo; de paz y de esperanza para los rrera, argumenté.
infortunados de la vida. Quiere volar. repetía, de modo solemne. Es ese otro vocablo que, dicen, contiene una Mientras hablaba, yo comprendía, más que aquél.
verdad; pero, como todas las construídas el por en sus conceptos, en su acento vibrante y at una tarde de verano se llevaron al niñito, hombre, de significado muy ambiguo: el ammonioso, algo que iba, como un dardo, recto al encerrado en un ataúd color de armiño.
biente moral, el ambiente físico, la herencia con corazón. Bajo sus cejas muy blancas. Cómo fué esto. collozaba la madre, disu peso milenario; el psíquico inconsciente, como y muy lo llama el doctor Jung, son ataduras que no luengas, en el fondo pálido del rostro, brillaban rigiéndose al anciano.
dos ojos muy negros, plenos de ardor y juven. Voló a Dios, señora, al convertirse en ám puede romper la voluntad.
tud, como si el tiempo los hubiera respetado. gel. Para eso eran sus alas y era ésa su inquie Uno de tantos días, cuando el hombre cree Sobre su boca triste florecía, dulce, una son. tud. El. ya es feliz. respondió, apretando entre que ya es suya la esperanza, como si tuviera risa, contrastando con el amargo sabor de sus sus manos enflaquecidas, las manos de nieve entre las manos un puñado de luz del sol, tropalabras. El movimiento acompasado de sus ma de la dama pieza y se desploma en el fondo de la tumba.
nos, subrayaba, ennobleciendo, su dicción Afirma Ud. que el hombre marcha sin Entonces paré mientes en la lamparira azul Pasaron veloces los años.
rumbo, como un sonámbulo? le dije.
de que me había hablado la señora.
El otro niño se convirtió en hombre.
No me contesto, porque había desaparecido. Esa, me dije, es la de los sueños; la que Lo vi caminando por una pendiente escarpa Queda en pie la incógnita sombría.
alumbró a Juan, en Patmos, cuando su pluma da, muy estrecha y muy sombría, cuyo fin no La vida ilustrará al lector, si quiere res.
forjaba relámpagos y truenos para construir su alcanzaba a percibir.
ponder a esa pregunta, que ha escuchado tantas Apocalipsis; la que irradiá en la cima del Chim. dónde irá. exclamé.
veces el abismo.
borazo, sobre la frente de Bolívar, cuando es ¡Quién lo sabe. me contestó una voz que cribía la inmensidad de su Delirio; la que imahabía oído en otro tiempo. MEJIA COLINDRES ginó Cervantes cuando hizo cabalgar a don Qui.
Miré atrás y me encontré con el anciano. San José de Costa Rica, marzo de 1943.
jote sobre su Clavileño de milagro; la lamparita azul que llevan en el alma todos los poetas, los sabios, los inventores, los héroes y los saritos; todos los sublimes visionarios de la historia.
Despertó el niño y apoyando las rosas de sus por Pio BOLAÑOS manos en el borde de la cuna, empezó a hablar. En el Rep. Amer. No entendia la música de sus palabras; pero Acerca de Mutanabbi escribe un interesante lo escuchaba con encanto. Inundaba la estancia turera, según García Gómez, se deslizó en el de gorgeos!
artículo el joven arabista español, Enrique Gar desierto en luchas con la naturaleza y con las cía Gómez. Interesante por los datos que apor tribus beduinas enemigas, hasta perecer a manos Yo comprendo lo que habla. dijo la mata sobre el mayor poeta de los árabes y, asi de una banda de éstas que le robó sus mujeres dre; porque el lenguaje de los niños lo traduce mismo, porque ese estudio unido al libro del y sus tesoros.
el corazón.
mismo autor relativo a la poesía arábigo andaYo veo, al través del cristal de sus ojos, el Al hablar del contenido de la poesía antiesluza del que nos ocuparemos enseguida, abre lámica, García Gómez hace las siguientes consi.
fondo inmaculado de su sér, como al través de de nuevo el tan debatido asunto de la influenderaciones: las aguas del arroyo en la montaña, se miran cia de esta poética en la española; influencia las arenas de oro de su lecho. El período del paganismo árabe, en esta que no aceptaba el erudito don Marcelino MeYo descifro la alegría impalpable de sus sue néndez Pelayo. Como se verá más adelante, los lengua se llama chahilyya, o sea. en traducción ños, como el poeta. porque soy su madre! trabajos de García Gómez, originaron ya dos literal, tiempos de ignorancia. sin dar a esta Cuando ésta se levantó para atender al gran opiniones favorables a esa influencia: la de don palabra su sentido peyorativo. Tal como se nos decito que, a horcajadas sobre un mueble, ame Ramón Menéndez Pidal y la de Dámaso Alon.
ha conservado esta poesía es una imponente nazaba con un pequeño cataclismo, dijo él: Hay so que aceptan el influjo de la poesía árabe en construcción literaria. Ningún balbuceo formal: algo que las infortunadas no ven, porque las la española metro, rima, lenguaje son de una perfección ciega el amor la ventura: el porvenir de sus Mutanabbi, cuyo nombre significa en su lenacabada. La lengua árabe se ha modificado deshijos, casi siempre grávido de pezas.
gua, el que se las da de profeta. vivió de pués, más o menos, aunque, desde luego, muy Las alas que el chiquitin lleva a la es. 915 a 965, de la Era Cristiana. Su vida avenpoco; pero talvez, en punto a riqueza y finura, no ha hecho sino retroceder. El mundo espiOpen ritual de esta poesía, arma política de primer orden, es reflejo exacto de la vida beduina: COMPRE SUS MUEBLES EN LA falta de preocupación religiosa: febril exaltación del honor, de la guerra y de la venganza; exhortaciones morales; cantos de placer entonados por guerreros feroces y disolutos; poemas de amor ya sujetos a tópicos inmutables. toSituada 200 vrs. al Este de la Iglesia del Carmen.
da la vida cotidiana, terrible y áspera del desierto: los itinerarios, las aguadas, los campaTeléfono 3339 mentos, los robos, las algaras, los peligros, las hambres, las fieras, los camellos, los caballos veDULU loces. Las metáforas son de una osadia desPoesía árabe y poesía arábigo andaluza Muebleria EL HOGAR, Apartado 1384 Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica