198 REPERTORIO AMERICANO Meditación río arriba. En el Rep. Amer. Entérese y escoja de lo que Repasaba las cosas aquéllas que la hacen a úno sonreít intimamente: de los que, en cándida apariencia dan su sabor de irónica comedia; y otras, de los que en frivolo entendimiento gozan los afectos de superficialidad, que crece, pero no llega a la altura de un. no igualado sentimiento como en su pasión desvastadora Jonn Kets suplicaba a Fanny. quitarle la tortura de los celos, porque su alma subyugada valía más que el pobre, el pasajero, el breve orgullo de una hora. con la importancia de las visiones que se sucedían, me alejé hacia el tio caminando sin poner atención a mis pasos; me perdí como en un sendero de Siberia con la neblina entre los ojos bajo los árboles. Yo quería pensar minuciosamente en la soledad. Arrastrada por el torbellino interior de lo analizable, me fuí sola, y contenta como si me siguiera una procesión; no habían tamborcillos ni timbales que me sacaran de la imperturbabilidad de percepciones y recuerdos.
Muy contenta al paso desvanecedor de lo que la mente iba recorriendo como una cinta, miré las márgenes del río que estaban tiernas de verdura, jugando a la sombra protectora de los empinados árboles. El paisaje me axtasió; y me senté en el palo del puente con los pies colgando sobre las aguas. Ya no veía sino a las ondas, las ondas del río que reflejaban la inquietud soñadora que invadia a mi espíritu; el río se llevaba todas las cosas. Todo lo que oía era el ruido del agua correr y correr, y este ruido me embriago, y así sentí el vértigo del sonido. La cabeza era una sola onda, y la mirada se perdia como una gota. Qué placidez, qué sensación de reposo tan adornecedor; no estaba en un vaivén y me arrullaba, y oscilaba mi sentido cual el tallo de una flor sobre el abismo. El pensamiento se afirmó. Casi comprensivamente retiré los pies, y me dejé ir tío arriba Aquel espíritu de dar qué hacer, se replegó para empeñar el aliento y otra calidad en mi oposición. subí, subí sobre los troncos y las piedras con esa agilidad en el abandono que piensa, y que horada el peligro por el gusto de sentir su equilibrio balancearse, sobre las ondas que dan ese ritmo que llena el universo, contagiando de placer las intimas vibraciones, con las cosas que cantan la vida entre un aparente silencio. Llena de fuego y de vitalidad avarienta, que no se hostiga, sino que palpita y busca saborearlo todo distintamente, para disponer del interés que acredita un verdadero concepto. Seguía, y subía, si me resbalaba sobre el limo, la tarea de proseguir se hacia más halagadora. Atrás. bien atrás.
aullaba el recuerdo, que me seguía, y ladraba con alaridos de consentido. Pero no le hice caso. Yo subía deseosa de mortificarlo sir una tregua de sosiego. solo me afinaba la tran uila voz de la soledad que me cantaba ahora el silogismo amontonamos para ahondar nuestra certidumbre, después que el parecer de las cosas nos engaña. Qué placer mojar las manos en esa agua helada que me mordia los pies yalientes, remeros de la ansiedad, que no se cansa cuando busco la realidad, llenando el alma con otra fuerza de sugerencias, que nos empuja a sestear en el rincón de nosotros mismos.
Entonces hablan ahí las acciones de que somos capaces, las cosechas a que aspiramos, la energía de nuestra capacidad, el buen resultado de lo que creíamos un fracaso, el desencanto de la rutina, el mal ejemplo de los que dan buen consejo, la frivolidad de los que parecían delicados, el cansancio de las almas vulgares. En el derroche de las cavilaciones, queremos volver a empezar. Pero empezar tantas veces. Es la personalidad que llena de voluntad se abre paso río arriba. contra la mala intención de los que atajan la corriente que quiere llegar al otro fin, de la experiencia que nos impulsa. Y, salimos resueltos y discretos, como si una divinidad nos hubiera investido.
Ysola Gómez.
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San José, Costa Rica, julio de 1943.
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Después pude tratarlo en 1923 cuando él era Un aspecto de su vida, semejante a Lamartine, Jefe de la Delegación de Colombia en la y a José María de Heredia, era la corrección Conferencia Panamericana, que se verificó en ejemplar de sus costumbre, compatible con su Santiago de Chile. Hizo en ella brillante papel calidad de hombre de letras.
y recordaré siempre su magistral discurso en el Su aspecto físico revelaba al hombre que fue acto de homenaje al Libertador Simón Bolívar. siempre un gran señor.
Cuando en esa época murió el ex Presidente don Vivió de preferencia en una aristocrática resiAscensión Esquivel, hizo de su personalidad ex dencia cerca de Popayár: y allí ha terminado su cepcional un merecido elogio.
existencia con la serena elegancia que tuvo en Como hombre político era un conservador al todos sus actos.
estilo español, sin flexibilidad en sus ideas, pero de Político digno, orador eminente, traductor inuna absoluta sinceridad. Su derrota en la lucha superable, altísimo poeta, creo así reunir los electoral cuando fué candidato a la Presidencia atributos de este hombre que era orgullo de nuesde la República, no le produjo mayor amargura, tras nacionalidades iberoamericanas.
porque él sabía que su nombre era más valioso Alejandro Alvarado Quirós.
que la efímera posición política.
San José, Costa Rica, Como poeta, desaparecidos Rubén, Chocano y 10, julio, 1943 (Calcule el dólar a 00. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica