REPERTORIO AMERICANO 79 Un limpiabotas ausencia suya en aquella noche podría dar lugar temblaban los ángulos de la boca. Se dio cuenta a una sospecha; por otra parte, su hermano no que no tenía fuerzas para hablar ni para motardaba en llegar, sorprendiéndose seguramente de berse; que no tenía valor ni siquiera para que. En el Rep. Amer. encontrarlo metido en la casa, lo cual originaría darse allí mismo, inmóvil.
una pregunta que resolvió evitar. Era preciso con El Jefe Político acababa de entrar, y Ga Después de muchos días de no verlo, una siderarlo todo. Hasta los más desprecaibles deta briel pudo oir que dos o tres voces le decían mañana apareció el mayor de ellos, con su cajonlles, ahora y en el futuro, podríany significar una sucesivamente: usted le toca.
cillo de limpiabotas terciado a la espalda. Llevaba imprudencia.
El Jefe Político se adelantó con paso lento una cinta negra cosida a la manga de la camisa, Entonces Gabriel comprendió que, en cierto en dirección a Gabriel, seguido de algunos homse veía un poco pálido y unas ojeras moradas le modo, había perdido su libertad.
bres.
daban aspecto de haber pasado muchas noches en Se dirigió al comisariato del chino Acón, En aquel momento Gabriel reaccionó. Lo ne vigilia. Había en su expresión un dolor hondo, igual que todas las noches, a charlar un rato garía todo con la consiguiente sorpresa. Ade del que parecía no poder apartar su alma. Me con los peones.
más, nadie podría probarle nada porqne no hubo extrañó verlo llegar solo; lo había acompañado Alli, posiblemente se comentaba ya el ase error alguno, estaba seguro. Levantó la cabeza siempre un hermanito menor, que traía de la sinato de Cabrera. Gabriel debería escuchar la y se llenó de magnificencia.
mano y casi a rastras. Se acercó al banquillo noticia con afectado asombro. Quizás reprocharía Gabriel dijo el Jefe Político. Venga us. donde yo estaba leyendo, bajo un árbol del parindignado el crimen. Quizás agregaba luego con ted conmigo. ya afuera, con voz piadosa: que, y con voz entristecida, me dijo: fingida tristeza. Pobre señor Cabrera. No hay Hará poco más o menos dos horas matonea. Le limpio, Don. derecho para matar!
ron a su hermano en la vuelta del Cerro de Era costumbre establecida entre él y yo; y Iba caminando a paso lento, bajo la noche los Pavones.
casi todas las mañanas nos encontrábamos en el y entre los grillos. Resolvió desembarazarse en mismo sitio, donde todas las veces me ofrecía sus el camino de un fardo de cosas por pensar, pero Simbad servicios. Lo miré con curiosidad; algo faltaba la carga se le hizo más pesada con una angustia. Viene de la página 76. allí, y la escena que estaba acostumbrado a preque no supo por qué, se le encajó encima. Perdia dirijo, he reproducido, para conocimiento y re senciar, parecía descompleta. Hasta esa momenla serenidad conforme se acercaba al grupo de creo del público panameño, algunos de los gra to llegué a darme cuenta de que se trataba del sus amigos.
bados de Amighetti, indicando, por supuesto, hermanito. No había venido.
Tuvo la impresión de que llevaba marcada la procedencia. Estimo que con ello se beneficia tu hermano. dónde lo dejastes?
en el semblante la tremenda verdad que quería también a los autores de la Antología, divul Miró significativamente la cinta ceñida a su encubrir. Tuvo el temor de que sus propios ojos gando su meritorio esfuerzo.
brazo, y respondió: lo fueran a delatar. Sintió miedo de que él Se trata, claro está, del libro: Poesia in. Ya lo enterramos!
mismo, inesperadamente y contra su propia vo. fantil (Antalogia. Selección, prólogo y Lo dijo con tanto dolor, que no me fué poluntad fuera a contarlo todo, víctima de una notas de Fernando Luján. Ilustraciones de sible ocultarle la emoción. Aquello parecía una turbación, Francisco Amighetti. Soley y Valverde, protesta del que sufre la desgracia y ve a los Quiso arrancarse de golpe aquellas inquie editores. 1941. San José, Costa Rica otros gozando de la felicidad. Dos lágrimas rotudes, pero ya no pudo. Nuevos temores se le daron por sus mejillas, en tanto que otras dos incrustaron en el cerebro.
Nuestra María Leal de Noguera tame empapaban sus ojitos.
ië Alguien vería el humo de la pólvora? Albién nos dice cosas buenas. En carta de La semana pasado lo enterramos. sabe. guien lo miraria bajar por el despeñadero. Acro Sta. Cruz de Guanacaste, del 29 de mar. Tanto que nos queríamos. Una tarde nos fuijar la carabina al río. Remar en la canoa? zo de 1942, nos anima en estos términos: mos a pie hasta Santo Domingo, donde yo vivo. Echaria a la deriva. Atravesar la selva. Cru Luego, le cuento agradecida y contenta que y nos cayó el primer aguacero del año, encima.
zar el pastizal. Aquel pájaro bobo que lo he recibido con toda regularidad Repertorio Como tengo que llevar a casa la mantención.
siguió largo rato. sería capaz de contar algo? Americano, mi revista favorita, cuya lectura le ese día no me alcanzó para el pasaje. Era muy se echó a reír; luego se asustó de oírse riendo.
da a mi espíritu cada vez nuevas claridades, por debilucho. Dijo el doctor que había sido una No, nadie lo sabía. Todo fué un acierto.
más que no sepa decirlas y sigan siendo sólo pulmonía fulminante. Viera la desesperación que ¡Era preciso matar. mías las tonalidades de luz que en mis horas me dió. Yo no tenía más gusto que poder Miró el reloj, eran las ocho recién pasadas. de silenciosa lectura pueblen mi vida interna. comprarle media botella de leche todos los días. echándose las manos en los bolsillos, con por eso me lo traía a San José. Mamá me conaire indiferente.
Agosto 12 de 1942, en Chicago: Ami suela mucho, diciéndome que esa es la voluntad Entró en el comisariato del chino Acón.
migos, South American Digest.
de Dios. Qué raro, verdad. En fin. talvez Tenemos el agrado de enviar a Ud. algu ha sido mejor así. Quién sabe si cuando granEl comisariato del chino Acón estaba lleno nos números de la Revista Amigos en cuyas de. a lo mejor iba a ser muy desgraciado. y.
de gente. Gabriel saludo a los muchachos ro.
páginas hemos publicado el muy bien escrito ya se libró. Ahora debe de estar gozando de la zando con sus dedos el ala del sombrero y se cuento El Diablo tiene un hijo, que tradu jé presencia de Dios!
fué a sentar en un ángulo de la tienda sobre ramos de Repertorio Americano. Ha gustado unos cajones de mercaderías. Encendió un cimucho, ya que es un estudio del alma poblana,. se alejó lentamente, buscando en los otros garrillo y, al levantar la vista notó que varios de aquellos seres sencillos que saben encontrar banquillos del parque, otros Dones a quienes peones lo miraban con marcada insistencia. ajuste a sus congojas o sentires con explica ofrecerles sus servicios. El ruido de la calle osUn hervor de sangre le recorrió atropella ciones tan propias de ellos. Nuestras mejores tentaba ese decrecer y volver a crecer que lo cadamente todo el cuerpo.
felicitaciones, apreciado señor Jiménez; lo ex racteriza. Los claxons de los automóviles dispaObservó que entre todos los peones se había hortamos a proseguir y auguramos a Ud. be taban su estridencia y apagaban la vocesilla del hecho un silencio todo lleno de crueldad. las llos triunfos de su pluma magnífica. Amigos limpiabotas que se empeñaba en repetir con inmiradas de aquellos, se unieron las de otros y está ampliamente a sus órdenes.
sistencia: otros y otros más.
Tal dice Paul Cooke, Director de Le limpio, Don. Temblo.
Amigos, en carta al autor. El cuento de Se le helaron las manos y comenzó a sudar. Ricardo Jiménez Alpízar se publicó en el RICARDO JIMENEZ ALPIZAR Algunos comentaron algo en voz baja mien Núm. del tomo XXXIX del Rep.
Costa Rica, 12 42.
tras lo miraban de soslayo con aire misterioso. Amer.
Después. Nada!
Se oía el silencio. Simbad seguirá explorando. El campo Gabriel creyó necesario sonreír. Fué una risa Hay que hablar, amigos, dolorosa, estrujada por el miedo. Notó que le hay que hablar. ABOGADO NOTARIO Suscríbase al REPERTORIO AMERICANO por medio de Oficina: 25 varas al de la Tesorería STECHERT CO.
de la JUNTA DE PROTECCIÓN SOCIAL es vasto.
OCTAVIO JIMENEZ SUBSCRIPTION AGENTS TELEFONO 4184 APARTADO 338 31 EAST 10TH STREET, NEW YORK, Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica