Hitler

REPERTORIO AMERICANO 35 Vistas Americanas La decadencia europea Por BRENES MESÉN (En el Rep. Amer. La civilización y la cultura de Occidente son cultura y civilización europeas. Europa desconoció otras culturas que no fuesen la guya desde 1500 hasta 1800. No por ignorancia, sino por soberbia.
También por codicia, muy especialmente durante la última parte del siglo 18 y todo el siglo 19.
Europa se dió a la tarea de civilizar el mundo, inspirada por sus diversos fanatismos y sostenida por su voluntad de poder de enriquecimiento. Civilizó sin discernir si cuanto aportaba a otros pueblos y razas era de naturaleza a mejorarlos o no. Civilizó, porque esto era empresa facilísima: se trataba de introducir los artefactos de su industria allí donde no se los conocía. La cultura se dejaba en Europa; la civilización se transportaba en barcos. La civilización fué objeto de comercio. La cultura, con sus valores espirituales, ni se compra ni se vende. Si bien se puede imitar, como hizo América estableciendo instituciones y adoptando leyes y constituciones que no nacían de su propia entraña, pero que aceptaba con la esperanza de transformarse en asiento de naciones civilizadas y cultas.
Mucho de esto se consiguió, porque las razas dirigentes eran de extracción europea, y no se prestaba aún mayor atención a las grandes poblaciones indígenas. Pero en otros continentes, particularmente en Africa, explotación y civilización fueron una misma cosa.
Por el mundo se extendieron los modelos europeos. El orgullo de Europa no conoció límites: ella predominaba en la tierra. a mediados del siglo hizo su aparición el hombre europeo: un producto de humana excelercia que rompió, idealmente, las ya estrechas limitaciones fronterizas en Europa, y pareció perderse la preocupación nacionalista: el hombre culto no era austriaco ni francés, era europeo.
Por lo menos, fuera de Europa. Se hubiera dicho entonces que el hombre europeo era la más genuina representación de la cultura occidental.
Mas tal aparición fué sólo flor de una mañana. Las viejas rivalidades, exacerbadas por las ambiciones imperiales, agrietaron aquel fino barniz de la cultura. Surgió a su través la barbarie. El imperialismo europeo sometió a su influencia vastos territorios y poblaciones en el Asia, en Australia, en el Africa, en el oriente de Europa misma que por largo tiempo había quedado siendo oriental, y en América, endonde las repúblicas se entregaron al regocijo de imitar y parodiar las capitales europeas, Parisis y Rivieras, filosofías y decadencias.
Bosnia y Herzegovina fueron devoradas por Austria Hungría y devoradas la Tunicia y Madagascar; devorados los Congos los Camerones y las Somalilandias y Togolandia, y el Egipto y el Sudán, Bechuanalandia el Africa Central; a medias devoradas la Siria, la Mesopotamia, la Arabia. Por dondequiera, la poderosa influencia de la codicia imperial de Europa disfrazada con los trajes de la civilización. Mas como los turcos y magyares, y los hunos y los mongoles, los europeos han sido brutales, violentos y rapaces en el Congo y con menor intensidad en el Egipto y la India.
Nacieron los principios democráticos en Europa como reacción contra los regímenes despóticos del pasado. Los pueblos absorbieron los principios e impusieron cambios en el ejercicio del poder de los gobernantes; se establecieron garantías que asegurasen el uso de las libertades. Sin embargo, Alemania no conoció la verdadera de mocracia; en Inglaterra predominó el prejuicio aristocrático; en Francia, a pesar de sus revoluciones, ha habido Orleansistas y Bor.
bones y hubo Bonapartistas que enviaron a paseo las libertades; España no las conoció nunca e Italia, sólo esporádicamente disfrutó de ellas a partir de 1871.
Esto es, Europa bajo el régimen de la monarquía absoluta no se condujo mejor que el Africa o que el Asia; y en pleno siglo 19 las perturbaciones han sido tantas y tan violentas que no han debido ser ejemplo para la América.
Los Incas gobernaron con mayor sabiduría que cualquier otro pueblo europeo.
La política de las potencias europeas en China alzó tempestades de pasiones egoístas sin consideración por la nación que más tarde fué campo de las depredaciones japonesas, siguiendo ejemplo cccidental. La península balcánica llenó de inquietudes a Europa; y obscurecida y tormentosa mantuvose su atmósfera a causa del malestar en Servia, en Bulgaria, en Grecia, en Armenia, en Creta y en Turquía. El llamado equilibrio de las potencias no ha sido otra cosa que series de alianzas político militares para defensa y para amenaza: defensa contra probables agresores y amenaza de agresión contra sus vecinos. Oleadas de celos recíprocos han cruzado una y otra vez por el aire nebuloso de Europa. esa intranquilidad de Europa, a consecuencia de su influencia en el mundo, nos consternaba a todos.
Planta endémica fué el despotismo en Europa. Los pueblos añoraron siempre el absolutismo de las viejas monarquías. la primera república francesa, por ejemplo, siguió la dictadura absoluta de Bonaparte, y a éste, en sucesión, siguieron gobiernos reaccionarios hasta 1830. Hubo luego un intermedio de libertad hasta 1852, cuando se reinstaura la tiranía napoleónica.
En España, también a principios del siglo, la liberal Constitución de 1812, tan pronto despedazada por el absolutismo de Fernando VII. Atenuado ese absolutismo apareció el gobierno parlamentario, proclive aquí como en Italia y como en Francia a la corrupción política.
En Italia, asimismo, en los comienzos del siglo, tras la caída de Napoleón, la insufrible tiranía de los austriacos, y la más negra aún de los Papas en los Estados Pontificios, a que se puso término en 1870 con la justa pérdida del poder temporal y despótico de la Iglesia. constantemente esos pueblos se hallaron en lucha los unos contra los otros, nunca por principios de orden espiritual, sino por contenciones de amor propio nacional o del más abyecto materialismo originado a millares de millas de las metrópolis.
Los hombres sin principios, bajo la República en Francia y bajo la monarquía parlamentaria en España e Italia, mancillaron esas formas de gobierno democrático. Las actividades y funciones del Estado convirtiéronse en vetas de explotación para provecho personal. Se especuló, poniendo en peligro la seguridad de la República y de otras naciones, como se ha visto y demostrado en 1939; si bien era ya muy viejo el mal.
Se ha olvidado el proceso contra el mariscal Bazaine. Pero estudiándolo se descubren las vacilaciones, la discordia, las intrigas en la política francesa en horas en que Francia se halló necesitada de la mejor colaboración de sus mejores hijos. desde aquellos enfermos días Francia ha llevado al costado izquierdo la llaga purulenta que la tiene postrada a los pies de Hitler. Bazaine entregó el ejército de Metz con sus armas y bagajes, con sus banderas, porque el traidor se negó a quemarlas antes de hacer aquella extraña rendición. otro mariscal, Pétain, con el nombre de colaboración, hizo la total entrega de Francia al enemigo. Porque toma la corrupción máscara de reacción, como en Italia, como en España, como en Alemania.
Entre las dos guerras se predicó el pacifismo, sin que se amase de la paz otra cosa que la regularidad de los negocios individuales, aún a expensas de los grandes asuntos del Estado; porque se amortiguó o desapareció del todo la responsabilidad de los individuos en Beba cervera SELECTA De malta y lúpulo. ad Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica