39 REPERTORIO AMERICANO y dijeron: su grito es el grito del campo, tiene el verde sabor de las cosas sencillas.
en que abres el surtidor de ensoñaciones sin sosiego. todo por seis pesos mientras Apolo gobierna; que la noche de petróleo crudo y seda con lunas de papel plateado es gratis y es ganancia penumbrosa que nos queda.
Te escucharon los hombres estudiosos y sabios llanto en los ojos, y en las manos, suaves reminiscencias viejas del olor de los libros y dijeron: su voz es la voz de nosotros; son las cosas sentidas y jamás expresadas. LAPORTE SOTO Ah, tus palabras. Costa Rica, enero de 1943.
II Son poesías (En el Rep. Amer. Para apoaar u brillo, para apagar la llama de aceites vegetales, para apagar la luz de tu lámpara libre acecharon ocultos perdidos en la sombra de la noche de julio.
ELEGIA DE LA AUSENCIA Me voy, amada. Dejo los prados desolados y los cauces ya secos de amigos manantiales.
Encontraré sonidos del viento en otras hojas de otro árbol sin tu nombre grabado en la corteza.
Me voy, amada, amiga. Serás como mi sombra y donde esté mi planta estarás tú presente.
Me acompaña el recuerdo de muchas horas nuestras y solamente nuestras y eternamente nuestras. trajeron las aguas que antes habían pasado por sus campos estériles con molinos sin trigo.
Te escucharon, ocultos, poderosos y vanos. llanto en los ojos y en las manos armasy dijeron: sus frases son grises y lejanas llenas del llanto suave de anémonas sin mares.
Ah, tus verdugos!
III No sé si has de esperarme.
Siempre me has esperado.
Cuando traje luciérnagas de desiertos parajes y coral, viento y sal de un mar desconocido.
Cuando puse en tus sienes diademas perfumadas de pequeñas y extrañas floraciones exóticas.
Cuando puse en tus manos las yertas manos mías y cuando tu regazo fué almohada de mis sueños llenos de las visiones de parajes sombrios donde habita la muerte.
Llegaron esa noche.
Trataron de hacer tiras tu canción triste y cierta.
Llegaron esa noche a llevarse los frutos de tu campiña fértil.
Pero las gentes ávidas ofrendaron sus rosas para que percibieras su perfume sencillo.
Uniformes azules en la noche de julio encerraron a un hombre bueno, sincero y sabio.
Pero las gentes tristes elevaron sus ojos y sus labios entonces musitaron protestas.
Castalión, Jesucristo, sentados a tu vera, perseguidos también por defender sus credos, conversaron contigo. Comprendieron tu pena.
Ah, ta tristeza!
IV Tú sabrás de mi ausencia por la canción lejana de las aves marinas, Yo sabré de tu espera por el color del sol en los atardeceres.
Germinarán las flores de tu huerto y tú recogerás con mano trémula mis versos sorprendidos en sus pétalos.
Escucharás las frases de otras horas, las frases que mis labios no dijeron, Con una simple tama.
Con una simple rama de olivo en cada mano te adelantaste solo, una noche de julio.
Con tus ramas de olivo de paz y de concordia pediste la cordura, la honradez. Con tus ramas.
Qué de lunas sumergidas en tus aguas habrán de recibirme.
Qué de dolores viejos y de viejas canciones olvidadas.
Con secos arrayanes.
Con secos arrayanes contestaron tu canto. tu canción popular sencilla y vigorosay aquella noche triste, noche de julio y duelo uniformes azules asolaron tus predios, insultaron tu nombre y te llevaron lejos.
Me voy, amada, amiga, me voy lejos del aro desnudo de tus brazos.
Ah, tu presencia!
CANTO JOSE FIGUERES Investigar la verdad y decirla tal como se la piensa no puede ser nunca criminal. Sebastián Castalión: Traicté des heretiques. Siglo xvi. Para callar tu grito, para tus frases, hombre fuerte y sabio, para tus frases que escuchó la gente como un rumor de prados floreciendo, para tus frases hubo el silenciamiento oscuro y arbitrario de las botas y el atma y gritos militares.
La alegría de un momento perdido en lo lejano, fuera de espacio y tiempo.
Tu tristeza olvidada expresándose en fuerzas desatadas y extrañas en las noches inmensas.
Habrás de estar presente donde sufran los hombres y se escuchen lamentos de seres per guidos.
Jóvenes existencias han de escuchar tu canto, conocerán tu viña y apreciarán tus frutos.
Pasarán por la noche cantando, hacia lo lejos, por sendas florecidas.
Te escucharon los hombres en los campos lejanos llanto en los ojos, y en las manos tierraCosta Rica. Julio, 1942.
ROBERTO FERNÁNDEZ DURÁN Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica