104 REPERTORIO AMERICANO Don José Zeledón Por ANASTASIO ALFARO (En el Rep. Amer. u en Nació don José Zeledón en esta capital el 24 de marzo de 1846: sus padres don Manuel Zeledón Porras y doña Carmen Porras Vargas procuraron da:le la educación posible en aquel tiempo; pero las necesidades de un estrecho patrimonio obligaron al joven educando a buscarse en el trabajo prematuro los elementos de vida, cuando apenas contaba diez y seis años de edad.
Se hallaba en Costa Rica el Doctor Franizius, notable por su ilustración y amor al est:dio de la fauna tropical, inexplorada y rica en novedades científicas. El joven Zeledón encontró en el Dr. Frantzius un amigo y protector, que supo modelar su mentalidad privilegiada, hasta hacer de él un excelente colector de pájaros y un naturalista de esperanza.
Antes de su mayoridad había recorrido las montañas de la meseta central en todas direcciones, colectando especies de la avifauna del país, que os ornitologos europeos y americanos daban a conocer en revistas científicas de Alemania y los Estados Unidos. Para estimar lo que valen el esfuerzo y entusiasmo de los veinte años hay que pensar en que muchas veces se hacen largos viajes, por bosques y costas, en medio de las mayores dificultades, para conseguir un colibrí raro, otro animal insignificante, que para un naturalista de proBRIXENCES fesión valen más que el mejor rubí o la esmeralda de mayor precio.
En 1868 salió el Doctor Frantzius de Cos.
Don José Zeledón ta Rica, en viaje de regreso a su patria, lieprimer ornitólogo de Costa Rica.
vándose a don José Zeledón, quien a su paso por Washington resolvió quedarse en el Insti la exploración de Talamanca, en virtud de contuto Smithsoniano, en cuyas torres se alimen trato celebrado con el Gobierno de Costa Rica taban las águilas más potentes del mundo cien y obtuvo de don José Zeledón, residente tífico americano. Allí, al amparo de aquel po Washington, el contingente de sus servicios cotente foco luminoso, fundado para extender y mo naturalista preparador, pagándole cien dódifundir ias Luces entre los hombres, sin dis lares mensuales y todos los gastos de transportinción de pueblos ni de razas, tuvo poi cuatro te: así regresó la seno de la Patria y pudo traaños abiertas las puertas del saber humano, al bajar durante año y medio en nuestras montalado de grandes investigadores, dedicados como ñas del Sur, quizá palúdicas, pero ricas en planapóstoles de la ciencia a revelar los secretos tas y animales raros.
de la Naturaleza, en el amplio escenario de la Diez años después publicó su primer catavida, donde todo es luz, verdad y entusias logo de las Aves de Costa Rica, en que aparemos.
cen setecientas especies clasificadas científicaEl mundo de las aves era para el joven na mente, de las cuales tenía cuatrocientas repreturalista un filón de oro macizo que debía ex sentadas en su colección particular, que constaba plotar, no con la codicia del que atesora barras de mil quinientos ejemplares, incluyendo las de metal fundido, sino con el anhelo del hom muestras duplicadas de machos, hembras y pábre de ciencia, que va dejando en el curso de jaros jóvenes.
la vida una estela luminosa, formada por el En 1885 publicó en Washington un nuevo chisporroteo constante de sus descubrimientos. catálogo corregido y aumentado con especies partir de aquel tiempo, la mejor reco adicionales; más tarde regresó al país y publimendación que podía presentarse en los círculos có en el libro de don Calvo un estudio cientificos de Washington era la de ser amigo de nuestros pájaros, arreglado por familias, con del ornitologo costarricense: desde los hornnotas biológicas que por primera vez se daban bres más notables, en aquel emporio de ilus a conocer, pues eran la cosecha de su personal tración universal, hasta los últimos asistentes observación.
de laboratorio, conservaron siempre un lugar Desde la fundación de nuestro Museo Naciodestinado en sus recerdos afectuosos para el nal figuró don José Zeledón como miembro de José Zeledón de veinte y cinco años, de ojos la Junta Directiva y sus consejos se consideraexpresivos, sonrisa de cariño, con el alma abier ron siempre de altísimo valor. Los Anales de ta a todos los afectos. Alguna vez se presen ese establecimiento, correspondientes al año to al Departamento de Agricultura la solici ochenta y siete, registran un nuevo catálogo de tud de una beca para un joven costarricense, las aves de Costa Rica, aumentado con numedotada por el Gobierno Americano con seter rosas adiciones y la descripción de una especie cinco dólares al mes y reunido el Conse nueva para la ciencia.
jo acordo. que aunque tales becas estaban des partir de aquella época se multiplicaron tinadas exclusivamente para ciudadanos de los los descubrimientos científicos, siendo el señor Estados Unidos, tratándose de un recomenda Zeledón, un director técnico en las exploraciodo de don José Zeledón tenían que pasar por nes y el mejor consejero de los colectores noencima de la Ley, y el joven estudiante gozó vatos, asi fueran nacionales o extranjeros ve.
de tal prerrogativa excepcional.
nidos al país.
En 1872 preparaba el geólogo William Gabb En 1895 contrajo matrimonio con doña Amparo López. La vida del hogar y los negocios de farmacia ocuparon gran parte de su tiempo al final de la carrera, pero el entusiasmo por las investigaciones ornitológicas se mantuvo latente hasta los últimos días: todos los naturalistas que vinieron a Costa Rica encontraron en. don José un amigo y consejero, compañero a veces, cuando se lo permitían sus ocupaciones, siempre agradable y entusiasta, desde la cumbre de nuestros volcanes hasta las playas de ambos mares.
En su cómoda y espaciosa residencia en la Sa.
bana mantuvo siempre una gran pajarera, con muchas especies vivas, alegres y bulliciosas, como si gozaran de completa libertad: eran las compañeras de sus recuerdos juveniles, evocadoras de amistades perdurables y un reflejo de la selva virgen, donde tantas ilusiones se forjara en el siglo pasado.
Sin desatender los negocios de la Botica Francesa, donde había trabajo tanto tiempo y de la cual llegó a ser propietario, hizo repetidos viajes a Washington, en cuyos gabinetes de historia natural sentía un inefable deleite, como si la fuerza impulsora de la ciencia fuera indispensable al éxito de sus negocios y un alivio de la quebrantada salud en los últimos años. Tenia además un variado jardín, rico en orquídeas árboles frutales, que convertían su residencia campestre en un paraíso verdadero.
En el valioso libro titulado Nomenclatura de Colores puede verse la alta estima en que lo tuvieron los naturalistas americanos, especialmente el Profesor Robert Ridgway, quien con signa en la dedicatoria impresa los siguientes conceptos: a don José Zeledón de San José de Costa Rica, amigo verdadero e inmutable por más de cuarenta años, como huésped, guía y compañero de excursiones en las montañas de su admirable país y cuyas voces de aliento han hecho posible la publicación de este libro, se lo dedicamos con el mayor afecto.
Otra honrosa distinción es la dedicatoria de una familia de pájaros nuevos, lo cual constituye el mayor timbre de gloria a que pueden aspirar los grandes naturalistas. Hay además otras muchas especies de aves nativas que llevan nombre por haberlas descubierto en Pacuare, Tucurrique o en Pozo Azul de Pirris.
Satisfecho como estaba con sus amistades nu.
merosas en Norteamérica, no se había resuelto a conocer Europa y cuando hizo viaje, por vía de salud y de recreo, fué para no volver con vida al seno de la Patria, pues la muerte lo sorprendió en Turin el 16 de julio de 1923, dejándonos su recuerdo grabado con letras de oro en la ornitologia nacional.
Don José Zeledón era de naturaleza noble.
sincero y servicial con sus amistades, de modo que su muerte se sintió más de lo que la pluma puede consignar, como dice uno de sus amigos de medio siglo, en carta fechada dos semanas después en Illinois.
Hay apellidos que pasaron por el cielo de la Patria como un meteoro luminoso: tal fué el de don José Lorenzo de Viera, casado con doña Leonor Jimenez Maldonado, quienes tuvieron solamente hijas mujeres, una casada con el Capitán Juan Díaz de Herrera, otra con Antonio Pérez Zamora y la tercera con Juan Francisco Paniagua. Pero la familia de Juan Porras y doña Juana Sibaja Monterroso se extendió po: el valle central de Costa Rica, dando origen a don Juan Rafael Mora Porras, don Pedro Porras Bolandi don José Zeledón. Porras por (Concluye en la página 112. sti tai ta Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica