168 REPERTORIO AMERICANO Un estudio de Pinilla (En el Rep. Amer. Panorama y significación del movimiento literario de 1842, por Norberto Pinilla. Ediciones de la Universidad de Chile, 1942. Premio de la Sociedad de Escritores de Chile en 1942. BAIXENCE La Universidad de Chile acaba de editar en un solo volumen los tres ensayos que premio la Sociedad de Escritores de Chile en el Concurso en homenaje a los escritores de 1842.
con el título Panorama y significación del movimiento literario de 1842, José Joaquin Vallejo y Sobre el romanticismo, originales respectivamente de Norberto Pinilla, Manuel Rojas y Tomás Lago. Bella edición, buena tinta, cubierta discreta, todo lo que merece un cálido elogio Dedicaremos hoy un breve comentario al primer ensayo del volumen Panorama y significación del movimiento literario de 1842, y en otros números nos ocuparemos de los ensayos de Rojas y de Lago.
Una vez más Norberto Pinilla insiste en sus actividades de ensayista minucioso, concienzudo, meticuloso, contrastando esa labor con la que a primera y a segunda vista Pinilla debería hacer, y que, de todos modos no po dríamos afirmar que no haya hecho, pues sería posible que no hubiésemos penetrado profundamente su total producción de escritor. Conocemos a Norberto Pinilla de más de tres años. Cuando recién llegados a Santiago recorríamos la Feria del Libro situada en la Alameda, descubrimos en frente de la Universidad a un gitano simpático, con los cabellos al viento, con una sonrisa en los ojos, un libro en la mano, que nos transportó por un ins tante a la Alameda de Algeciras en día de feria, cuando Andalucía aprovechaba únicamente los militares para fondo de mesa revuel ta de cromos multicolores. Quién es ese gitano joven sin pantalón gitano. Bah! si es Pinilla. no recordamos si al ser presentados le sugeri de ir a comer un veinte de pescado frito.
La amistad con Pinilla me ha dado después la impresión de hallarme ante un caso singular: Norberto Pinilla a pesar de su personalidad peculiar, a pesar de su trayectoria fatal en el campo de las letras, se esfuerza en luchar consigo mismo y aplica constantemente un freno a la marcha que debería dirigirle por otros caminos que los que le son gratos. No es que quiera subestimar su obra: pero estoy convencido que dentro de Norberto Pinilla no hay únicamente un ensayista, sino que seguramente vive un gran creador, un poeta, un artista que no se decide a lanzarse a escribir lo suyo. Lejos de su afición a los archivos y a la investigación histórica o científica, Pinilla, ansiamos se decida a abordar con energía otro género, dentro del cual no dudamos sería una primera figura en el panorama chileno.
Pero no se trata de imponer a quien hasta ahora tiene una destacada personalidad entre los cultores del ensayo. hoy es preciso ajus.
tarse a sus producciones, entre las cuales resalta evidentemente su último trabajo sobre el movimiento literario chileno de 1842. Trabajo de un erudito, útil, precioso para estudiar y comprender la aurora del actual movi.
miento intelectual del país, tan difícil de adentrar precisamente por la falta de obras de esta clase. Ese breve ensayo ayuda eficazmente, gracias a la inteligente síntesis del autor, a ima ginar los planos primordiales de la generación combativa más que madura de hace un siglo.
Pinilla trata los personajes de aquel paisa je ba sándose en hechos, en realidades; no crea leyenda ni contribuye a su deformación, sacrificando incluso en gracia a la verdad, algunas figuras tan fácilmente propicias a ser recreadas a distancia. ello nos produce una sensación de confianza que posiblemente no es lo que vale, lo que sitúa a este autor en un plano superior.
Cuando el mismo se desliza por ese camino nos da la medida de su talento: vemos en la página 33 de su estudio las siguientes líneas. Cada promoción humana deja impreso su perfil en el verbo escrito. En el examen del idioma escrito se descubre la grandeza y la miseria del hombre de ayer. Del estudio serena y sin falsas idolatrías del pasado, es preciso sacar el hilo valioso para tejer la tela rica, variada y seductora, de la historia. más abajo: En esta tarea de rescate y valorización, los hombres del 42 aparecen no como cultores de un arte estético, pulcro ai primoroso. Su mejor literatura es ideológica y polémica. De ahí que su interés no sea per.
manente. sigue luego: La generación chilena de aquella época no tiene una doctrina literaria, filosófica ni política sistemática; posee, en cambio, una conciencia de ancha capacidad intelectiva. Es una conducta social, no una escuela de bellas artes.
Difícilmente podría darse una idea más la pidaria de aquella época. Pinilla ha puesto en su ensayo el mayor esfuerzo de concisión. Pero no ha escatimado talento.
Unicamente quisiéramos seguirle quizá para que nos diese más luz en el apartado VII de su ensayo cuando refiriéndose al genio positivo del chileno insinúa su temor al ridículo. No es sólo Pinilla en destacar ese temor al ridículo como característica chilena: no hace mucho el gran escritor Joaquín Edwards Bello se complacía hablando de lo mismo.
Quizá sea un juego de palabras, quizá un desconocimiento de la realidad por parte. Pero habríamos afirmado que precisamente ese temor no caracteriza enormemente el panorama intelectual ni la misma masa del pueblo. no queremos decir con ello que el temor al ridículo sea una virtud o un defecto. Pero ante esa característica tan acusada en otras razas, no hemos descubierto un paralelo aplicable a la realidad chilena. Algún día quizá tengamos ocasión de insistir en ese tema.
Felicitamos a la Sociedad de Escritores de Chile que nos haya proporcionado ocasión de confirmar en tan alto grado la categoría inte lectual de Norberto Pinilla, nuestro gitano de la Alameda con todos los perdones que sabe dar una ya vieja amistad llena de cariño.
Francesc Traval Santiago de Chile, junio, 1943.
Norberto Pinilla nuestra habría conseguido otro escritor que hubiese preferido un éxito personal, utilizando una imaginación que Pinilla rechaza a conciencia.
Sería objeto de la más extensa dedicación seguir lentamente a Norberto Pinilla en su bosquejo de 1842. éste no es el sitio apropiado. Pero no queremos dejar de anotar nuestra satisfacción cuando se refiere a figuras para nosotros especialmente estimadas, como cuando dedica su mirada a Manuel Montt. Ai ocuparse de ese ilustre chileno de sangre catalana nuestro orgullo crece. Dice así Pinilla. Manuel Montt (1809 1880) es el estadista más notable que ha tenido Chile en el campo educacional. añade más tarde: Montt para cada obra sabe hallar al hombre capaz, porque tiene la gran virtud del político: intuición. Séanos permitido felicitar a Pinila por haber descubierto así una de las grandes virtudes de la raza catalana. Una vez más Pinilla demuestra que sus ensayos no son pitra enumeración histórica, pura investigación de laboratorio. Hay algo más. ese algo más País de Harlem (En el Rep. Amer. Por la vereda amplia de Lexington Avenue va que recuerdan bananazos sobre sexos de la selva.
desarrollándose un plomizo color de crepúsculo No veo, por más que me esfuerzo, un par de que estremece el andar de millares de pies ne pies corrientes, regulares, de sentido común. Pagros; se advierte el juego de los calcetines verdes san entre la muchedumbre de claros pantalones o blancos o amarillos con los claros zapatos de y claras faldas como un vaho de leche de nube.
verano entretejidos con la misma paja que canta Los pies negros de Harlem pisan un tablado masobre los muros de Hawai el danzón de las des ravilloso: son lentos de jaguar amatonado, son floraciones. Los pies negros de Harlem se orien. saltcines de cafre con tongo, son inquietantes de tan hacia los lados: ligeros, rítmicos, como si caníbal que hace los honores a un misionero, son hubieran nacido para satisfacer la desfachatez del optimistas de zapateador, son soñadores de negro amo. Pies femeninos pasan junto a mis piernas linchado, son sordos pies de marihuana. Junto a invitantes, de agilidad marcada y sincrónica, pies (Sigue en la página 173. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica