70 REPERTORIO AMERICANO Hasta que cuando la rindió la dulce pesadez del sueño, la aparté de mí, a quien estaba abrazada La alejé del costado que amaba para que no durmiera sobre una almohada palpitante!
Dr. DAVID ESCALANTE Canta este último, de Abenbaqui, el cordobés, autor de un precioso poema de amor.
Hay otro trozo de poesía que tiene el brillo de las imágenes que presenta Dante en el Infierno, como éste: MEDICO CIRUJANO DEDICADO ENFERMEDADES DEL APARATO RESPIRATORIO GABINETE ELECTRICO CONSULTAS CONTIGUO HOTEL CONTINENTAL Domicilio: Esquina 17 Este y 9º av. Norte.
Consultas: a 10 a. Vió la estrella a un demonio espiar furtiva.
mente a las puertas del cielo, y se lanzó con él, encendiendo un camino de llamas. propósito del origen de la épica medieval, Damaso Alonso observa en su escrito ya citado que nadie según él, sustenta ahora la teoría del origen árabe de esa épica, pero sí opina a la par de Menéndez Pidal, quien ha estudiado a fondo ese asunto, que la discutidísima forma del zéjel y la del amor cortés en la poesía arábigoandaluza, influyeron en la poética europea. De paso, hay que agregar aquí, que Dozzy sostiene la misma tesis.
Dice Alonso. Si frecuente es la posición platónica entre los fragmentos seleccionados (por Menéndez Pidal. y a veces de un modo tan decidido como en el de Abenmuterrif (pág. 143. más frecuente es, sin duda, el del amor sensual, patente en la ya amorosa, ya frenética, adoración de la belleza física, asunto que García Gómez ha tratado separadamente en un delicioso artículo: El sentimiento de la belleza física en la poesía árabe. La poesía árabe también podía expresar apasionadamente eternos senti.
mientos humanos El comentarista Alonso cierra su estudio con estas laudatorias frases: Hombre de enorme lectura y tan versado en letras europeas como en las arábigas posee un sentido del idioma y un incorruptible gusto tal como un don Juan Valera le alejan en absoluto de todo lo que sea literatura y énfasis superpuestos, y que le libra lo mismo de la vulgaridad que de la (más vulgar aún) extravagancia. Sólo un auténtico poeta unido a un hombre de profundos conocimientos científicos, ha podido ser el seleccionador, traductor y prologuista de este libro, que honra a la literatura española.
Volviendo ahora sobre el debatido tema de la influencia de la poesía árabe en la española y aun en la europea, no estaría demás exponer aquí otros juicios favorables a dicha influencia, después de los citados anteriormente, pero antes, es menester reproducir lo que informa Gon.
zález Palencia acerca de quién fue, a su juicio, el primero que vislumbró dicho influencia.
Fué don Juan Andrés, jesuita expulso, sio guiendo a González Palencia, quien rotundamente afirma que la poesía española nace por imitación de la árabe, pues piensa lógicamente que el frecuente trato de cristianos y musulmanes había de sugerir por necesidad la tendencia a la imitación. Más, agrega Don Juan Andrés: que la poesía provenzal, antes debe reconocer por madre a la arábiga que a la griega o la latina. 4) su vez, Gaston París, sostiene que varias obras árabes, y las enumera, fueron traducidas al francés de la época medieval, y que los fableaus franceses tienen su origen en los cuentos llevados a Francia por los mismos árabes. 5)
Dozy, autor de la mejor historia de la dominación de los musulmanes en España, inserta en un párrafo de un escrito de Alvaro de Córdoba, amigo intimo del mártir San Eulogio de la misma ciudad, en los que ese dulce poeta se lamentaba y ya en el siglo ix, de que sus correligionarios se complazcan en leer poemas y novelas arábes; estudian las doctrinas de los teólogos y filósofos musulmanes, no para refutarlas, sino para adquirir un estilo arábigo elex gante y correcto. Los cristianos han olvidado hasta su idioma, y entre mil apenas encontraréis uno que sepa escribir correctamente en latin una carta a un amigo; pero si se trata de escribir en árabe, hallaréis multitud de personas que se expresan con la mayor elegancia y que componen poemas preferibles, artísticamente, a los de los mismos árabes. 6)
Puede afirmarse ya, con plena seguridad, que las numerosas traducciones y aún los más numerosos comentarios de los árabes hechos durante toda la Edad Media, sobre las obras de la antigua Grecia, sirvieron para dar a los pueblos modernos las primeras nociones de las ciencias y de las letras de la antigüedad. la literatura árabe se le ha llamado por algunos críticos, la segunda hija de la griega y se les hace acreedores a la gratitud eterna de la humanidad por haber preservado las enseñanzas de los indostánicos y griegos, cuando éstos ya no producían más, y Europa permanecía todavía de.
masiado ignorante para hacerse cargo de ese preciado depósito. España, que por tantos siglos vivió dominada por los musulmanes; que cruzó su raza con la de ellos bastantes ejemplares de esa mezcla existen todavía hoy, sobre todo en lo femenino, de ojos negros como paloma, cabellos negros y ondulosos, tez morena lavada, de cuerpos flexibles y de torneadas líneas, ágiles para la danza; rasgos característicos de aquellas Chehanes, Medina Azaras, Itimades, cantadas por los poetas moros, y que hoy se ven en la moderna andaluza. Los españoles, que por otra parte, asistieron a las escuelas musulmanas en la época de Alhaquen III y de Almanzor, decimos, no han podido dejar de recibir, direccamente, la influencia de esa cultura, pues como lo declara Menéndez Pidal, no debiera sorprender a nadie que una forma lírica árabe se propagase por el mundo latino, sino lo que había de sorprendernos, y mucho, seria que ninguna se hubiese propagado. La resistencia. agrega el mismo autor, de muchos eruditos a aceptar la influencia arábigoandaluza sobre la primitiva lírica románica se funda en un prejuicio muy arraigado: la falsa creencia en la incomunicación intelectual de los dos orbes, cristiano e islámico.
Pero no sólo en Francia y en España, afirma Menéndez Pidal, sino también en Italia y en Inglaterra, puesto que la colección de cuentos orientales de origen hindú y árabe, los de Las Mil y una noches. traducidos al latín por el judío converso Pedro Alfonso de Huesca, sirvieron a Bocaccio y a Chaucer para sus pro.
ducciones literarias. 7)
Pero hoy más. Don José Antonio Conde, autor de otra historia de la dominación de los árabes en España, y traductor, a su vez, de poesías de éstos al castellano dice: Aun en esta parte, he querido imitarlos en la traducción, haciéndola en nuestros versos de romance; que es género de composición la más usada en la métrica arábiga, de donde procede la nuese tra. Lo he hecho así porque salta a los ojos esa prueba material del origen antiguo de nuestra métrica. Cuando pueda publicar una traducción que tengo hecha de varias poesías árabes probaré en un discurso preliminar la gran influencia de la poesía arábiga en la castellana.
ANTONIO URBANO por lo que hace la lengua castellana, concluye Conde: Pues nuestra lengua debe tanto a la arábiga, no sólo en palabras, sino en modismos, frases y locuciones metáforicas que puede mirarse en esta parte como un dialecto aljiamiado.
Cita el mismo autor algunas obras castellanas antiguas escritas en sintáxis arábiga; y no les falta sino el sonido material de las palabras para tenerlas por obras escritas en muy propia lengua árabe. Leyendo uno las traducciones que trae González Palencia, como el bello y nostálgico canto a una palma, de Abderrámen I; las de Abulmajxi; la casida de Abulbeca, de Ronda, ver.
tida a metro castellano idéntico al de las coplas de Jorge Manrique; las de Motamid en el desierto, el mejor poeta de su tiempo. las de Abensaid, el Magredi, de Granada, que canta con sentida añoranza al Guadalquivir, a Málaga y los amenos vergeles de la tierra andaluza: en fin, las de Said y otras tantas, casi todas traducidas por Don Juan Valera; leyendo esas poesías, decimos, nos producen ellas la misma emoción que la lectura de las del Arcipreste de Hita, las de Raimundo Lulio, las de San Juan de la Cruz, las de Fernando de Herrera, el Di.
vino, o bien, las modernas de Rodrigo Caro, de José Zorrilla y de Francisco Villaespesa.
Si basta en la música y en algunos de sus EL GREMIO TELEFONO 2157 APARTADO 480 Almacén de Abarrotes al por Mayor SAN JOSE, COSTA RICA Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica