REPERTORIO AMERICANO 139 la danza, como una culebra Hoy, señor, que amas a otra, va en pos de mi la Sombra ducha.
vengo a ti, mi dueño único, Si quiere suscribirse al vengo a ti desesperada.
Tras el festín, los invitados a decirte mi adiós último.
REPERTORIO AMERICANO se dispersaron atroz momento! Colma, por la vez postrera, Nunca he sentido ese tormento nuestras tazas, con el jugo diríjase a con mis amables convidados, que da el olvido, y me cantas, THE FAXON Co.
para serenar mi luto, pues al volver a mi morada la canción que habla de un ave Subscription Agency guía la Luna con su linterna, que murió bajo los grumos mientras la sombra resignada 83 91 Francis St. Back Bay de la nieve. Me iré luego sigue mi marcha sempiterna.
a embarcar en el río turbio BOSTON, MASS.
de Yu Keú en que las aguas se dividen en un punto, La canción desgarradora y llevan hacia el Oeste ria que me atormenta al alcohol que fluye en y Este su contrario rumbo.
mis venas y con el cual enveneno mi sangre Siempre tú me repetías: Decidme: por qué lloráis, el hombre que en el pasado me concibió? En Envejeceremos juntos, noviecitas de ojos púdicos?
esos momentos sombríos, una vez que es la y, aun antes que mis cabellos, Acaso déis con un hombre vida misma, en las profundidades insondables se iluminarán los tuyos de corazón fiel y pero, de su inconsciente, resonaba como repique de con la nieve de los montes que sinceramente os diga: bronce: Sí, sí.
y con el lunar efluvio. Envejeceremos juntos.
Eran duros los años para Catalina. Vagaba de casa en casa. Cambiaba con demasiada frecuencia de lecho y de mesa. través de la más fina cortesía de las buenas gentes, Nuestra verdad que la auxiliaban en su desgracia, el alma herida de Catalina percibía el eterno repro(Envío de Juan Antonio Corret jer. Nueva York. Abril de 1943. che: hija natural, hija natural.
Por fin tus huellas vi.
Pero una Catalina no se abandona a las Sí, mi amor, si: Al seguitlas, tus sufrimientos comparti.
desgracias. la superficie del lago turbio La vida impone y manda.
que era su vida surgía, en esas horas, cáliY al sufrit se apresuraban mis pasos do y alegre sol que era la jovialidad y el deTan lejos que de ti para darte la mano y seo de vivir de la madre, la actriz bonaererabriéronse mis ojos a la luz del día envolverte en mis brazos, se. Catalina corría al jardín, con los ojos y en el camino por donde te buscaba Aliviarte, mi amor, aliviarte y disipar húmedos del llanto, y adornaba el ondulado te veía cabello negro con la flor de los más bellos tus sufrimientos, colores. cómo se ponía de orgullosa: sopara juntos tú y yo, Así me parecia.
berbia la llamaban entonces los muchachos juntos, en alma, corazón y mente Te veia del arrabal.
it a la tendención del mundo doliente.
y al estudiar la mano El casamiento de Catalina era un fracaso.
no eras tú. si morimos?
Juan, el químico de la fábrica de jabones Pero mi alma sabia Feliz sueño y tranquilo del pueblo, con su brillante calva, nunca haque vendrías.
bía tratado de comprender a su bella comcomo el de la madre Mi corazón, ardiente por hallar su compañero, pañera. Ni siquiera supo hacer a Catalina las que ha dado vida no había visto todavía caricias que tanto anhelaba el joven cuerpo en sufrimiento que por el camino ya, anhelantes, de la mujer, y el lecho matrimonial era yerpero al fin descansa en alegria tus benditos pies se herían al oír la vocecita nueva mo y triste. Cuando menos lo esperaba Catapor la humanidad que sufre lina, el hombre de las fórmulas se abalanque es el fin y el comienzo eterno, y por la patria.
zaba sobre ella, abrumándola de amor brusco, y sigue, sigue.
duro y horriblemente carnal. Catalina se esPues la vida impone y manda. Tú lo dices.
Ya tus huellas eran la tremecía; en su fina sensibilidad la repugesperanza del sin esperanza, adolorido y triste pueblo.
Consuelo Lee Tapia.
nancia asestaba golpes feroces.
Qué horror. eran las dos palabras con las cuales Juan, el químico, sintetizaba Catalina filosofía de vida. Las mujeres han perdido.
sencillamente, el sentido común, solía decir el escrupuloso empleado de la fábrica de jaboUn cuento corto de León Gruszko nes. Imagínense, zapatillas con tacones de vi(En el Rep. Amer. drio. Qué horror. Va uno a la Iglesia Catalina tiene personalidad: en sus gran tiún agostos, pletóricos de vida e impetu.
y le saler al encuentro muchachas con caras des ojos azules vibra la inquietud; en los Vivaz y elocuente, Catalina es entonces la envejecidas, oprimiendo el rosario con los debordes de su boca fina y sensual anida la his imagen de su madre, cuando hacía furor en dos, en los cuales brilla el vulgar esmalte. teria, oprimida, a la luz del día, por una son los escenarios de Buenos Aires y Río, hacien el cine van solas, sin acompañamiento de alrisa; ésta huye, a ratos, porque la nerviosi do, de preferencia, el papel de mujer vio gún familiar. Dónde se ha visto relajo se dad hecha dolor tiende su velo negro para lenta y fatídica.
mejante. Qué horror. Esta alocución, atraparla. Entonces la histeria vence a la son Catalina sabe muy poco de su madre. Lo terriblemente necia por ser siempre la misma, risa, como las alas del cuervo al manchar la único que no ignora y que le quema la frenera, además de una filosofía de vida, una luz del sol. Cuando el dolor triunfa en ella, te como una eterna vejación es el hecho de especie de Padre Nuestro de Juan, el hombre Catalina huye de la gente, se tiende sobre su ser una hija natural. Cómo sucedió? Cata de la calva brillante.
lecho que no ha atestiguado ninguna caricia, lina lo sabe, porque ha cavilado días días Los cónyuges renían cada vez con mayor y llora hasta no poder más.
en el trágico misterio. Al hacerlo le parecía frecuencia. Juan anotaba escrúpulos y más Su nariz, demasiado ancha para ser boni tender la mano hacia el calor maternal, del escrúpulos. Sus hermanas solteronas atizaban ta, le da, en cambio, a la cara una expresión cual circunstancias despiadadas la despojaron, el fuego. Esta mujer será nuestra perdide energía. Las largas y tupidas pestañas evo en sus primeros años de existencia. El hom ción. decían, con ira sacrosanta.
can, a su vez, una feminidad sutilísima. bre que debe ser su padre la abandonó a Qué imprudencia humillar a Catalina; para Cuando vacía unas copas de licor, Catalina ella y a la desconsolada amante, en busca de algo tier. e orgullo, a ella no la apocará ninguna se pone simplemente arrebatadora. Sus ges. nuevas conquistas, ejercicio que alternaba con vieja beata, ningún hombre de la rancia sotos adquieren una simpática virilidad. En sus horas de desenfrenada borrachera. Se debe ciedad. Catalina se sublevaba; era una voráinspirados ojos arden con mil soles sus vein rá, preguntaba Catalina a sí misma, la histe gine de pasiones histéricas que atemoriza al su Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica