REPERTORIO AMERICANO 41 Nuestra familia González Por ALFARO (En el Rep. Amer. GA BRIXEN Si tuviéramos que buscar un emblema en la flora nacional para la familia González, optaríamos por la Begonia, de tallo tierno, sin espinas, de hojas suaves, relucientes o ligeramerte cubiertas de pubescencia sedosa, con flores delicadas de color blanco, ligeramente rosado, como las conchitas que se bañan en las playas del apacible golfo nicoyano.
Las Begonias se propagan por cepas numerosas, que luego se cubrer de ramos florales: tal acontece con la familia del Hermano Nicolás González, florecida en la primera mitad del siglo xviii. Casado con doña Juana Alfaro Morera tuvo muchos hijos, cuyos descendientes ocuparon toda la escala social, en los últimos años de la Colonia y en los primeros de la República, hasta don Cleto González Víquez, exponente superior de toda la familia.
El Teniente Coronel Juan Agustín Porras González, nieto de dor Nicolás, figuró como Alcalde Ordinario, Jefe de Milicias, Teniente de Gobernador y Notario Público. Casado con doña Juana María González de León tuvo cinco hijos, dos varones y tres mujeres, que trajeron otros apellidos al entronque de los Porras con las González.
Desde el punto de vista político, la entrada de los Porras en la administración local de las pequeñas villas de San José, Heredia y Alajuela, inició la vida democrática en las poblaciones occidentales del país, que culminó más tarde con el traslado de la capital en 1823. Don Juan Rafael Mora Porras, bisnieto del Tenierte Coronel Juan Agustín Porras, ocupó la Presidencia de la República en 1856 y dejó grabada en la historia patria la págiLa Begoria roja, como emblema de dulzura, na más gloriosa que tiene Costa Rica.
La nota característica de la familia González es la suavidad de costumbres patriarcales, que les permitía prestarse servicios mucandelas en la vecindad, porque la vivier. da bria y Martírez, dos siglos después, en el tuos, con el mayor cariño, y compartir sus estaba completamente a obscuras, pues no Ilustrísimo Señor Arzobispo de Costa Rica, resaltan los distintivos de nobleza en todos penas y alegrías, sin el meror asomo de egoís había alumbrado eléctrico en aquel tiempo; se llamaban hermanos y nadie pretencomo le manifestáramos extrañeza por sus aspectos, generoso, afable, sin orgullo de día acaparar lo que al vceino pudiera hacerle descuido nos contestó: Nada hay en mi casa su alta dignidad eclesiástica.
falta. Grandes casas solariegas de doce varas que puedan robarse, es más fácil que dejen Hay en la familia González un hogar imde largo, por ocho de fondo, les permitía teolvidado un paraguas o un sombrero, que bue portante, por tener diez hijos emparentados ner una sala al centro, con hamaca para el na falta me hacen. Tal era el temperacon los fundadores de la Villa Vieja de Heabuelo y escaños grandes, donde podían senmento del maestro, que pasó por las mayores redia, matriz de los pobladores del Valle tarse todos los amigos de la casa. Cuando estrecheces de la vida!
central del país. Don Claudio González Muhabía huérfanos pequeños eran recogidos y La tolerancia religiosa parece una nota ca rillo, que vivió en la primera mitad del siservían en la casa hasta su mayoría, y si eran racterística en esta familia: doña Margarita glo xviii, era hijo legítimo de Antonio Gonmujeres se cuidaban como hijas de familia, González tería la devoción de visitar las Igle zález y nieto de dor Nicolás González Zúñiga para que lograran casarse con hombres de sias en días feriados y como le reprocharan y doña Magdalena González, de manera que trabajo y pudieran fundar un nuevo hogar; que había entrado en una Iglesia Protestante con Claudio constituye una verdadera concenasí se formaron las poblaciones de San Joaen día domingo, cuando estaban en oficios tración de la familia. En su matrimonio cor.
guín, Ojo de Agua, Río Segundo y demás eligiosos, ella cortestó tranquilamente, que doña Petronila Godoy Esquivel tuvo por hijos centros, donde los González fueron los pri en todas partes está Dios para orar.
a José, casado con doña Gertrudis Cabezas; meros en hacer sus desmontes y plantar su Tienen estas investigaciones genealógicas doña Felipa, casada con don Tomás Arias vivierda, con el amor por único patrimonio. un interés semejante al de las Ciencias Na Soliz; doña Francisca, casada con Domingo Conocimos a don Joaquín González, el pa turales: se va en busca de una rama especial Rodríguez; doña Teresa, casada con Baltazar dre de don Manuel González Zeledón, nuestro y tropezamos con algo raro, que nos obliga Alfaro Morera; doña Angela, se bautizó er Representante Diplomático en Washington, a a cambiar de rumbo por un momento. El Ca Barba, el 25 de mayo de 1715 y casó más quien llamaban el maestro, por haber publi pitán Benito Barrantes, que floreció a media tarde con Antonio Céspedes; María Manuela cado un compendio de aritmética para el ser dos del siglo xviii resulta noble de origen, sin fué bautizada el de noviembre de 1720 y vicio de las Escuelas Públicas, a las cuales que él lo sospechara quizá: era nieto de Juan casó con José Antonio Alfaro Sibaja; había sirvió en sus mejores años de la juventud: Sanabria Maldonado y doña Ana Martínez además dos hijas mujeres y dos varones, solvivía en una casita humilde, en el barrio de Navarro, ambos de nobleza reconocida. Sin teros; Agueda, Rosa, Pedro y Francisco, cula Soledad y alguna vez que pasamos a verlo, embargo, todas estas gentes conservan la hu yos enlaces matrimoniales no hemos estableya entrada la noche, encontramos su man mildad característica de la vida patriarcal y cido por la repetición de nombres, aunque es sión abierta sola; él andaba comprando cuando vuelven a unirse los apellidos Sana posible que Pedro sea el marido de doña Masu mo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica