56 REPERTORIO AMERICANO Dos poemas y una carta (En el Rep. Amer. Esta carta.
Loja, 21 de octubre de 1940.
Mi querido don Joaquín: Perdone usted que haya llevado mi pereza habitual, grave pecado que siempre me reprocho y del cual no me curo, hasta dejar pasar el vigésimo aniversario de nuestro Repertorio sin llevarle mi palabra de cordial, entrañable e intima felicitación, por el volumen grandioso de la obra realizada. figúrese: Repertorio nació cuando yo tenía cinco años! y la firme generosa maro suya que ha sabido realizarla. Pero usted sabe, don Joaquín, que en mí, como en todos los escritores de América, Repertorio es una presencia constante y sus fechas son nuestras fechas. Si algún momerto falta la palabra oportuna, en cambio el corazón está presente. Como en este caso el mío ha estado, celebrardo, gozoso, esta fecha que es fecha de toda la cultura de América. ahora, después de tanto silencio, una doble colaboración para Repertorio.
Un poema mío. un poema de mi hermano Tengo que decirle algo a este respecto, don Joaquín. Esta sangre que llevo está toda signada con el llamado eterno de la poesía. Mi abuelo fué un poeta católico de alma limpia y tímida.
Mi padre ha hecho poesía de amor llena de romanticismo en sus jóvenes días.
El hermano menor de mi padre, Benjamín Carrión, antes de sus obras de biografía y crítica, y en ellas mismo, ha sido siempre por sobre todas las cosas. un poeta. Entre mis pariertes cercanos cuento muchos poetas: Eduardo Mora Moreno, Manuel José Aguirre, Manuel Agustín Aguirre. Esta sangre llev un torrente incontenible de poesía. ahora, mi hermano pequeño. Menor cinco años a mí, tiene veinte, hace el servicio militar obligatorio y va a ser médico. es poeta. Me ha dado este poema, el primero de él que conozco. Se lo mando. Quiero que su poesía nazca y crezca a su sombra, don Joaquír, y que Repertorio sea jel hogar de este nuevo retoño el más joven de esta sangre ya antigua de poetas que yo llevo en mis venas. una fotografía. Allí estoy y junto a mí el joven poeta. Bajo el sol de esta tierra, que es muy claro. En el campo, donde hemos pasado nuestras jóvenes vidas. Junto a un reloj de sol, espejo verdadero y luminoso del tiempo.
Una fotografía de este año.
Gracias por todo, don Gracias cordiales de su amigo y admirador devoto y sincero, ALEJANDRO CARRION Apdo. Núm. 12. Loja. Ecuador. BRIXENCE Alejandro y Carlos Enrique Carrión (Cuenca, Ecuador, 1940. Canción de la cita Que siempre que tú vences.
Estoy ante tu puerta, amapola de mi sangre, y mis labios ansiosos se aprestan a llamarte, mas un nudo de angustia formado en mi garganta impide que tu nombre endulce mi palabra.
Que siempre que tú vences con la tarde te afrontas este canto cantado mis labios perennes por salta tu contento a derarme las venas, tan sólo de la muerte se recela y se escapa, mientras un árbol tibiə se endereza hacia el cielo porque siente subir de tus huellas ligeras prendiendo en honda fuerza sus raíces eternas. el paso leve y raudo que no huye ni cansa.
Te sé, alli, esperándome tras doradas cortinas, en reposo tu imagen cristalina y ardiente, y en contra de mis labios que a llamarte no acier tan profundo, aquí, en mi pecho se me clava un re proche.
Es el salto más tibio y claro en alborada y es perfecto el brillar de tus ojos oscuros, donde se alza mi sueño sobre toda tormenta hasta triunfar sus rayos en nieves entornadas.
Si tus muslos perfectos son corona de gracia para vencer en largas jornadas de ternura y hacer de mi esperanza un esfuerzo triunfante saltando por tu pecho hasta tu oscura franja, Mas tú, que sabes todo mi amor y mi alegríapones en tu ventana la linbre de tu imagen: y tu pequeña mano desanuda mi angustia y tu mirada clara ilumina mis ojos. No creo en los manejos eternos de serpiente que brillan sobre el musgo de tu regazo suave, ni mi tarde está oscura para no ser mañana juvenil y, viviente, florecer en tus manos.
Si en tu campo mi estirpe puede hacerse serena y perder esta duda que la hace arder, eterna, en inquietud y asalto y emboscada y perfume miedoso y embotante en la noche y la queda, llegas a mi pecho rebosando alegria reímos mucho tiempo sin decirnos por qué y mientras tú me hablas mi silencio te escucha porque tus labios dicen lo que sueñan mis labios. y No mientas. No tus ojos para el suspiro turbio ni tus manos de nieve membrillo fragante para dañar la luz pulora de la azucena que puede, tristemente, dominar el paisaje.
Si en tus calles mi sangre puede correr tan ancha y en tu mirar mi labio quede dejar su huella, su beso de canción estremecida que arde y su morder perenne de serpiente serena, Acordes, en nosotros, se acercan las palabras, se anudan las ideas, nos miramos las almas, y nuestras bocas callan trenzadas en el beso al mirarnos los ojos nuestras penas se apagan, Yo creo en tu perfecto soñar de adormidera creciendo hasta el recóndito anidar de mi duda, capaz de terminar en la alcoba serena el eterno morder de mis sierpes en celo.
Tú en mi incendio me deblas el perfecto sentirte y me haces florecer tu galzura, aclarando; yo tengo ya en mis años este decir flotante para verte venir, recibirte cantarte.
Hermoso y tibio el día, placentero y amable como el clima delgado del amor en el pecho: mi cuerpo nada siente más allá de tus ojos y no hay calor más suave que el de tus manos blancas.
Puede ser que palomas más niveas aúa vinieran a anidar sobre el hombro de tus árboles tristes, que mi alegría candida soltara sus cadenas en arroyos cristales y collozos de harina.
Oyeme, que me callo e me aduermo en tu arrullo.
Si en ti nunca está diáfana mi palabra durable y es tan sólo alabastro mi cantar y tu manto tibio abriga mi frío en tu cuerpo y tus ascuas.
CARLOS ENRIQUE CARRION Es una corza pálida la que cruza nadando el albo río de leche que en tus pechos asoma y es mi sed insaciable la que llena tu vaso de palabras y angustias dormidas sobre el tacto.
Que siempre que tú vences tus árboles se enraizan y en la tarde amanece un rocío entusiasta y yo soy en tu mano cuién aprieta y quién danza y quién dá y quién recibe y sobrecoge y canta.
ALEJANDRO CARRION Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica