44 REPERTORIO AMERICANO Poesías (En el Rep. Amer. Aquella frase que dijo repleta de sus quince años. Dejáme quedite, Chepe.
Dejáme; yo sé lo que hago. le tetumba en el alma con voz de púa y de ácido.
Ahora nadie se le acerca.
Todos la miran, extraños.
BALADA DEL FORASTERO alborotero de fiesta patronal, y olor a guaro.
La cabellera del viento musita, quedo, rasgando la quietud que está cernida sobre el trillo solitario.
Dos machetes que relumbran frenéticos, zigzagueando.
Filos que suben y bajan.
Sudor y fuerza en los brazos, el hierro, que golpe a golpe vocifera. ha caliado.
Sobre el barro enrojecido, a su cuchillo abrazado José González está, cólera aún viva y sangrando en los ojos, que ya caen como el sol despedazados tras la cordillera última de su muerte.
Allà, en el bajo, ñor González y la hija. cómo rien con cuatro guitarras y una marimba que están con juris enredando sus bejucos de alegría en las barbacoas del barrio. dicen. Onde está Chere. De veras. Onde habrá estao? este viejo ñor González, quieto, sin lágrimas, rancio.
Dos gritos oscuros hondos, sus ojos se hunden, cmargos, en el más allá en tinieblas de la noche. Está pensando: la vieja que se murió, y se le murió del parto: ahora Chepe, el único hijo, chora también el muchach:o.
Hoy como ayer y mañana, me interroga tan hondo tendido sobre la acera su enorme pupila ciega, Tecortándome los pasos que pienso yo si en mis ojos con el filo de su pena.
van los ojos de una muerta.
Desde su boca de enfermo, En vano arrullo las calles la luz de su voz me llega con mis cantares de escuela; con la dulce incertidumbre en vano se abre en dos alas de una lampaita vieja.
mi corazón de maestra.
Quién habrá roto su anhelo? He de cncontrármelo siempre Quién desorientó su senda?
tendido sobre la acera, Por qué no a mí, como a todas, recortándome los pasos me pedirá una moneda. con el filo de su pena.
TEMPORAL Ya su sangre quedó trunca en el camino del alto, donde pondrán una cruz hecha con ramas de árbol.
La sangre de ñor González asesinada a filazos.
Alli le queda su hija. su apellido sangrando!
Su hija Engracia González dos veces la muerte trajo.
Una vez para la madre, la otra fué para el hermano.
Esa hija oscurecida. aquel rencor apagado se le despierta hasta donde llega su mirada. Llanto.
No, llanto no. Es el silencio goteando.
FABIÁN DOBLES San José, Costa Rica, setiembre de 1941.
Bajo el cielo de Noviembre una margarita rubia el sol y la lluvia juegan; con una gracia de seda.
cogidos van de la mano por el patio de la escuela. se bu caron los ojos, y él se iluminó de verla Deben de gustarse mucho, con tanta ilusión soleada deben amarse de veras, dentro la pupila negra. murmuran los arbolitos porque mucho se pelean.
Pero riñeron de nuevo, y el sol se perdió en la senda.
Ayer estaba la lluvia La lluvia quedó rimando canturriondo su tristeza, la romanza de su pena.
y en la torre de una nube el sol se reia de ella.
Juraron que terminaban para siempre su quimera, Después bajó de puntillas, y ahora. van de la mano y le deshojó en la trenza por el patio de la escuela.
ALICIA PRADO SACASA Cuatro llamas indecisas hacen la guardia en el cuario. Chepe, el de ñor González, lo tienen alli velando.
Hay mujeres en el pueblo y todas andan de lanto.
Que se callen ya los hombres porque ellas le están rezando.
En el corredor, Engracia.
Aquella frase espinando.
León de Nicaragua, enero, 1942.
Tres baladas. Selección y envío de Ysola Gómez. Del cuaderno Las Baladas de Gastón Figueira. Cabaut Cia. Bs. Aires Paris. Año de MCMXXX. BALADA DEL MARINERO BALADA DE LA RESIGNACION La noche era como un bo que con claros frutos de estrellas.
Mirando el mar fugitivo, el marinero cantaba, embriagado de tristeza. Amarga vida del mar. Dulce vida de la tierra!
El marinero vagaba por la ciudad vasta y densa dolorido de placeres, con el alma fría, estrecha. la voz del corazón le decía con tristeza. Dulce vida de la mar. Vida amarga de la tierra!
Oculté en mi carne, con hondo fervor, las espinas negras que me dió el Dolor.
Mis sienes no sangran, mi boca no implora; no hay llanto que enturbie mis ojos ahora. adentro. jeste enorme dolor que crepita; esta mordedura tenaz, infinita. No hay llanto que enturbie mis ojos, ahora.
Mis sienes no sangran, mi boca no implora.
La noche era como un bosque con claros frutos de estrellas La noche era como un bosque con claros frutos de estrellas.
GASTÓN FIGUEIRA Señas: Magallanes, 1070.
Montevideo, Uruguay BALADA DEL ALFARERO Mientras que vas modelando la arcilla, canta, alfarero, la canción de vida y muerte que te susurran los vientos!
Canta el engaño de este anhelo de eternidad, canta el engaño infinito, de crear y aniquilar.
Canta la angustia de tantos ojos que amaron la luz y hoy son polvo y ya no pueden ver esta mañana azul.
Vidas dulces, vidas acres, amor, entusiasmo, tedio, se han juntado en esa arcilla que el sol llena de reflejos.
Conta, canta por los labios que el beso encendió impetuoso. que hechos greda, mañana, se encenderán en el horno.
Mientras que vas modelando las copas. canta, alfareru, la canción de vida muerte que en la arcilla grabó el tiempo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica