REPERTORIO AMERICANO 143 espacios cargados de electricidad, continuará hasColaboración telúricu ta el instante en que los vientres de las sombras annebinadas se vacíen y la lluvia descienda sobre Otro hecho interesante que anotac y que conlos Andes sagrados.
tribuye al cromatismo del paisaje andino, es la Se ve correr entonces el agua a torrentes por coloración de los cerros.
los planos inclinados de los cerros; convertirse en Sinfónica coloración lucen los cerros andinos canales las calles y en pequeños lagos espejcantes en rivalidad con sus cielos.
los patios de las casas.
Cerros topacio, azul pizarra, cerros grises, Cuando las nubes han dejado caer la última cercos violáceos, cerros con franjas verdosas, rogota de agua, quedan automáticamente destruiel cielo azul reaparece con su imponente ranjado, o palo rosa.
sa o granate intenso, con estrías de opalo o naу bondad.
Cerros arco iris y cerros cubistas.
El sol envía entonces luz nuevamente, converNo es el cerro gris únicamente o la lomada tida en una ancha hoja que llena los espacios, deleita con su calor y su brillo sobre las nieves, soverde, lo que deleita la visión de los Andes. Las bre las verdes camas de vegetación, sobre los ten:oles de granito se ven de lejos, por efectos ilusorios, o de cerca, por efectiva realidad, del más chos, sobre los rostros variado matiz.
El granizo Amaneceres das cienso El cielo que se descubre más distante a través de la ligera gasa, está siempre azul y sereno, ocultando entre sus arreboles las últimas estrellas del manto de la noche.
Las zonas cubiertas de verdor y de flores, exhiben sobre los tallos, las hojas y los pétalos temblorosas gotas de rocio.
Las avecillas abren a los rayos de la luz sus alas. Las caidas de agua en las laderas cantan como las aves y se reparten por innumerables cauces llevando a lugares distantes su alada musicalidad.
En esas mañanas las almas no pueden ser impermeables la alegría que sube de las gargantas canoras y desciende de los cielos a los campos como una bendición.
Quien ha visto un amanecer andino entre los macizos solitarios de la cordillera sobre la nieves eternas, llevará en el alma hasta mucho tiempo después, un tonificante, purificador y prolongado eco de aquella vigorosa sinfonía de la Naturaleza.
RAMÍREZ CASTILLO Villa del Sol, enero de 1941.
a caer son inolvidables los amaneceres andinos.
Una ligera niebla que doran los rayos nacientes de la aurora, o se desvanecen en la cima de las cumbres más altas como una blanca nube de inPoesias (En el Rep. Amer. Cuando las nubes al rasgarse no deja el agua sin congelarse (la lluvia corriente) ofrecen, al finalizar cada tempestad, el regalo albo de una mixtura de granizo. El agua solificada.
Los vientes negros de las nubes son verdaderos canastos de flores. Canastos que se vuelcan desde los cielos, como un obsequio pródigo a la tierra.
Como campanillas, copos, claveles o pétalos blancos de rosa, desciende la nieve profusamente, cubriendo los campos y las ciudades de un blanco impoluto.
Del cielo baja a la tiecra el manto condecoraticio del granito, que los rayos solares se encargan de disolver poco después.
Terminada la descarga del granizo, ilumina el sol nuevamente. las gentes les pacece que ilumina con más fuerza. En efecto, como el cielo ha evacuado todas las nubes y ya no le turban celajes, su luz llega sin tropiezos y se muestra más brillante bajo un cielo diáfano sin contornos, CLARO DE LUNA Sol: Rojo farol de cristal que encienda cien mil bujías.
Dedicado a García Monge Dia: Galante enamorado de una viuda.
Sonata de Beethoven, melodia en que palpita el alma del artista música delicada que transporta a la cúpula azul del infinito, Tierra: Una de las bolas con que juega el sol malabarista.
Evocación sublime que nos llega envuelta en la plegatia de sus ritmos aleteos de pájaros heridos o remedo de flautas que sollozan. Los crepúsculos vesperinos Montañas: Perennes proveedurias de los circos.
Libélulas minúsculas que giran y despiertan las notas en el piano suspira de una fuente cristalina en donde a media noche, temblorosa baña su desnudez la luna llena.
Volcanes: Gigantes pisapapeles en los papiros del lago.
Mar: Actor dramático que siempre emociona.
Los atardeceres son tristes. Una desazón intima invade a las almas. Es el instante del recogimiento del día y de la postrimera luz.
Cuando el sol se va, una inmensa soledad parece descender del cielo a la tierra y llenar los campos Sin embargo, los atardeceres nos traen a los hijos de esa región la suprema felicidad de la tristeza. Nosotros nos hemos acostumbrado a gozar sufriendo. Hemos encontrado la alegría de sufrir.
La pena, el dolor, la tristeza no tienen para nosotros el significado psicológico que para los hombres de la civilización occidental.
CONFETTI Olas: Clásicas bailarinas de la danza macabra. Flavio Herrera Lagos: Pupilas dilatadas con colirio de sol.
Noche: Cabellera oscura que despeina el dia.
Rios: Carnaval de serpentinas tiradas al mar.
Fantasmagoria de los atardeceres Viento: Mar diáfano en que revuelan grandes pájaros de acero.
MARÍA DEL PILAR Guatemala, 1941.
tras Cielo: Sábana de raso azul con que se cubre la tierra.
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Nubes: Ilusiones inocentes que se plasman en el cielo.
Suelen formarse en los atardeceres, cuando el sol se desgarra al pretender a ocultarse las cuchillas de los Andes y es una hemorragia que se vierte como una inmensa herida sobre la cresteria de las cordilleras, ensoñadas ciudades y campos abiertos, de fantástica ideación, bajo el cóncavo de los cielos azulados.
Doseles violáceos, de verdes dorados o flecos amarillos; cetros y reinas coronadas de pedreria, palacios de fachadas grises, enrejados y azulejos; jardines y alamedas frondosas; caídas de agua multicolor, quioscos orientales, columnas griegas y pirámides egipcias, y todo cuanto la imaginación puede soñar.
Fantasmagoría de los cielos, dibujos y decoque aparecen y desaparecen, que apenas duran 10 o 15 minutos, sujetos a las mudanzas del reflejo de la luz moribunda del sol.
Luna: Amazona sobre un corcel luminoso que recorre gentilmente la pista del cielo azul.
Cometa: Estrella que se engalana con regio traje de novia.
Luceros: Cuentecitas desprendidas del rosario diamantino con que los ángeles rezan, En la Librería y Editorial NASCIMENTO puede Ud. suscribirse a este semanario.
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