300 REPERTORIO AMERICANO El Político (En el Rep. Amer. Véanse las entregas anteriores: Nos. 14, 15 y 16, partes a VIII. IX En el principio de su carrera el Político trae frescos en su mente los principios políticos o éticos que contribuyeron a formar en él un esbozo del plan que para surgir necesitaba presentar a sus amigos o al cuerpo electoral que se ha propuesto cortejar. Sus afiliados pueden considerarlo un hombre de principios. Sus adversarios por ello lo combatirao: tales principios provocan la controversia. Pero todos concuerdan en juzgarlo hombre entero; iluso, quizás; idealista; a las veces, doctrinario. Sin embargo, se le respeta.
Llegan sus días de éxito halagador. Entra a formar Gobierno o parte de un Gobierno. Lo que ve en torno de sí lo hace pensar. llega el instante de las grandes decisiones. No se siente con valor bastante para oponerse a la arrolladora corriente de los pescadores de perlas o de tortugas que pululan en torno de las salas presidenciales. Se le abren los dos caminos: o renuncia a sus ambiciones se hace pescador también.
Gracias a la experiencia ahora adquirida, se da cuenta de que para vestir la escafandra del buzo tiene que desnudarse de sus togedos principios. Es ya el comienzo verdadero de su carrera politica profesional. Entonces, sin miramiento de sí, ni consideración de las gentes, niega hoy lo que afirmó ayer tarde o trasanteayer. Es en la llanura un amiante de la libertad, que ha podido repudiar cuando en la montaña. Aplaude el coraje de un periodista extranjero que escribe contra tiranías que por culpa de tal político el periodista nacional no puede mencionar siquiera sin el albur del castigo.
El político de carrera, de esa suerte pervertido, éticamente, ilumina su época. El mundo en torno suyo se pregunta por qué medios aloanzo el poderoso talismán que le llevó las manos a las bridas del gobierno. Pocos lo saben. de éstos alguno lo dice en voz baja: fué su palabra agasajadora la que fascinó y ganó para su causa a las damas de la casa presidencial. De algunos otros se dice que fué el Presidente quien los hizo, paternizando una fausta candidatura, escribiendo alguna carta discreta a sus amigos, haciendo algún nombramiento para presidir o integrar comisiones de responsabilidad.
Esto es, se arriba a la presidencia de la república habiendo hecho poco o nada por ella. por haber establecido una campaña de oposición dentro de la Cámara, a veces con menguados argumentos que a las gentes de oposición les parecen buenos siempre.
El político no abraza causas valerosas, nacionales o internacionales, causas trascendentes que requieren elevación de miras, a veces no por que no puedan intelectualmente hacerlo, sino porque, pensando en sus próximos buenos éxitos, no tienen aliento para comprometerlos entre hombres que puedan abrigar y defender contrarios pareceres.
Por otra parte, cuando se es político de campanario parroquial no se debe pretender mirar más allá de deade alcanza la mirada del sacristán que tañe las campanas. Hay peligro de que no se le comprenda o de que no se le aplauda, y teme esto el político cuidándose de la protección de las industrias, de habilitación de zonas agrícolas, de la política del petróleo o del aluminio, de los nitratos o de las otras minas, ya se tiene Gobierno progresista, ya se es estadista de aguileña envergadura.
Es este el político amparador de los corsarios que asaltan los providos puertos por donde se entra hacia las alturas de los grandes negocios, que suelen parar en mediocres o magníficos monopolios.
Magníficos en el sentido de su potencia de expoliación.
Es de entender que las contrataciones correspondientes se cierran con el beneplacito y participación beneficiaria del político allegado al Gobierno. Pasados son los tiempos en que se salía pobre de las mansiones gubernativas. Las demandas contemporáneas exigen muy otr cosa. Se ha de salir hacendado, porque de otra suerte. qué utilidad se acrece a quienes son gobierno. Los amigos corruptores pregunta. Para qué son ustedes Gobierno? el político, luego se interroga también: Para qué soy Gobierno. Tal interrogación señala el comienzo del descenso de la moral del gentilhombre para enmarañarse en los jarales de la moral del político. caso de que la poseyese o la absorbiese podría comprometer las probabilidades de su bụen éxito. El político, llegado a cierto descanso de!
camino se cuida de los éxitos más que de la satisfacción propia.
Agranda una ciudad o un pueblo, por ejemplo, sin plan, sino siguiendo las mismas líneas de las concepciones coloniales o las de sus predecesores.
Transcurre medio siglo y ninguno de tales políticos funda una nueva aldea en sitio adecuado por su belleza, por su manso declive, por el abrigo de los vientos, y de las inundaciones, por la fertilidad de los contornos y la excelencia de sus aguas, para llegar a ser una pequeña ciudad, sana y feliz, con medios de comunicación fáciles.
Esto es, carece el político de miradas comprensivas, de visión, de magnanimidad. Pretende ser gran realista; por tanto, no se atreve a dar un paso que no le traiga algún provecho personal para sí o para sus allegados. De ahí que las nuevas aldeas surjan, por lo regular, de los campamentos a lo largo de las vías férreas o de las grandes carreteras. Por eso algunos de estos pueblos más parecen aguileras que aldeas deliberadamente construídas para los hombres.
Carece el político de los impulsos del civilizador. No fomenta sino lo que la vieja tradición exige que se fomente, o lo que la novelería de la hora pide que se exalte y proteja.
Plantaciones de nuevos frutos y legumbres en regiones apropiadas; aprovechamiento de espectáculos de la naturaleza para construir obras de recreo y de enriquecimiento para los Municipios o para c!
Fisco, y de elevación moral para las gentes; cultivos de pesquerías, de aves de corral y, para los bosques, de animales de cacería como fuente de riqueza. Nada de esto es objeto de los pensamientos o las actividades del político.
Los corrillos en palacio, o en las cantinas de los clubs, o de los sitios de moda más útiles son al político para obtener los favores de las clases urbanas. Porque las multitudes de campesinos y de trabajadores no cuentan, sino en los alcionados días de las elecciones y en los domingos de la campaña política. BRENES MESÉN San José, Costa Rica, setiembre de 1941.
22 de JI SASTRERIA Ramírez Valido Teléfono 3935 Frente al Banco Nacional de Seguros SAN JOSE, COSTA RICA Usted quedará sorprendido al comprobar las maravillas que pueden hacer por su elegancia, los magníficos trajes Ramírez Valido Recuerde que la Sastreria Ramírez Valido es la máxima organización al servicio del hombre en Costa Rica Suele carecer de ideas el político; de ideas creadoras de nuevas cosas. Sabe lo que otros, antecesores o contemporáneos o rivales, han hecho, y se promete hacer mejor aquello mismo. Su inventiva personal es sorda; pero sabe absorber, esponjosamente, los proyectos ajenos cuando los aprecia de segura fructificación. Atento vive a lo que crean los demás, para imitarlo, para no correr por desusados cauces, porque la originalidad en el descubrimiento de los senderos a seguir, en JeLUNJUerre