REPERTORIO AMERICANO 221 XV EL GALLO ya nunca volverán; pero cantando, cabe la triste moribunda hoguera, de tu destruida tienda bajo el toldo, hasta morit te seguiré mostrando la ilusión, en la llama postrimera, el recuerdo, en el último rescoldo.
Tras nahuales y brujas el coyote ulula clamoroso, y aletea sobre negro peñón, el tecolote.
La lechuza sil bando horrorizante se junta a la fatidica ralea, iy el Vaquero Marcial. llega triunfante!
XIII IX LAS BRUJAS LOS FUEGOS FATUOS Hombre, descansa. De tu hogar ahuyento el nocturno terror y estoy en vela.
Sombras de muerte cuyo soplo hiela, con mi agudo clarín os amedrento.
Huya la luz y te descuide el viento por preludiar su dulce pastorela.
Contra el mal, poderoso centinela, a su paso espectral estoy atento.
No te inquiete el hortisono alarido que escuches en tu sueño, por la vana pesadilla maléfica oprimido.
Ya pondrá fin a su croar la rana, y yo, con alegrísimo sonido, entonaré la jubilosa diana.
Bajo los melancólicos sauces que sombrean el fétido pantano y en la desolación del muerto llano sembrado de cadáveres y cruces, se nos mira brillar, pálidas luces, terror del habitante rusticano: misteriosos engendros de lo arcano envueltos en fosfóricos capuces.
Mas al beso de amor del aire puro sobre la infecta corrupción, ileso fulguró nuestro ser, cual a un conjuro.
Que no existe lo estéril ni lo inerte si Pan lo toca, y al brotar un beso siempre estalla la luz, aun de la muerte.
XVI LA CAMPANA Todas las noches me convierto en cabra para servir a mi señor el chivo, pues, vieja ya, del hombre no recibo ni una muestra de amor, ni una palabra. Mientras mi esposo está labra que labra el terrón, otras artes yo cultivo. Ves? traigo un niño ensangrentado y vivo para la cena trágica y macabra. Sin ojos, pues así se ve en lo obscuro, como ven los murciélagos, yo vuelo hasta escalar del camposanto el muro. Trae un cadáver frío como el hielo.
Yo a los hombres daré del vino imputo que arranca la esperanza y el consuelo.
XIV LOS NAHU ALES Sús, Vaquero Marcial! De nuestra boca los conjutos oirás: aunque en la brega quedaste vencedor, siempre a ti llega de los hombres la voz que te provoca. Por donde quiera el mal! Tu mano toca las campiñas también. Ya en tonda ciega el coro de las brujas se despliega de ti en redor, sobre la abrupta roca.
Hijas sois de la vibora y el sapo. de vuestro hediondo seno sacad presto las efigies ridículas de trapo. Oh, representación de los mortales!
mostrad aqui vuestro asombrado gesto en la danza infernal de los nahuales. LOS MUERTOS ¿Qué te dice mi voz a la primera luz auroral? La muerte está vencida, ya en todo se oye palpitar la vida, ya el surco abierto a la simiente espera. de la tarde en la hora postrimera. Descansa ya, la lumbre está encendida en el hogar. siempre te convida mi acento a la oración en donde quiera.
Convoco a la plegaria a los vivientes, plaño a los muertos con el triste y hondo son de sollozo en que mi duelo explayo.
Y, al tremendo tronar de los torrentes en pavorosa tempestad, respondo con férrea voz que despedaza el rayo. Piedad. misericordia. Fueron vanos tanto soberbio afán y lucha tanta. Ay! por nosotros vuestra que ja santa levantad al Señor. Orad, hermanos!
Si oyérais el roer de los gusanos en el hondo silencio, como espanta, sintiérais oprimida la garganta por invisibles y asquerosas manos.
Mus no podéis imaginar los otros tormentos que hay bajo la losa fría. la falta, la carencia de vosotros; la soledad, la soledad impia. Ay, que llegue, oh Señor, para nosotros de la resurrección el claro día!
XVII LA MONTANA El encinar solloza. La hondonada que raja el monte, es una boca ingente por donde grita el bramador torrente de furiosa melena desgreñada. Nombre con que generalmente se designa el demonio por la gente del campo.
XI LAS AVES NOCTURNAS ¡A infundir con el vuelo y los chirridos más horror en la noche, más negrura en los antros del monte y más pavura en las ruinas de sótanos hendidos. seguir a los pájaros perdidos de la arboleda entre la sombra obscura y con la garra ensangrentada y dura a darles muerte y a asolar sus nidos. lanzar tan horrisonos acentos, desde la cruz del viejo campanario, que el valor más indómito se quiebre! remedar terrificos lamentos, de dientes estridor, crugir de osario y espasmódicos gritos de la fiebre. XII INTERMEZZO Vamos al aquelarre. En la sombría cuenca de la montaña, las inertes osamentas se animan a los fuertes gritos que arroja la caterva impía.
Van llegando sin Dios y sin María, présagos de catástrofes y muertes.
Pienso que el cielo llora. no lo adviertes. Venus es una lágrima muy fría.
India (Acuarela de Fermin Revueltas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica