242 REPERTORIO AMERICANO Su biblioteca: en forma relativamente atenuada, en forma que admitan ser dirigidas en lo posible y, si los sueños fueran más que sueños, hasta aprovechables.
iQuién sabe! América está esperando su hora y sintiéndola prefigurarse en los destinos del mundo. Algo prematuramente es llamada a su alto deber, su deber de continuadora de civilizaciones; pero alguna vez había que empezar y más vale pronto que tarde. En duro momento es convocada América a realizar su misión, pero todos los pueblos llamados a proseguir la historia lo fueron igualmente a causa de un desastre. El vuelo comienza contra el viento, no a favor del viento. La paloma de Kant se remonta gracias al obstáculo. libros de la Editorial SENECA, Méxi.
co, en elegante presentación, que han de interesarle: La angustia de América Dr. Julio Bejarano: El problema social de la lepra. Contagio profilaxis y tratamiento. 00 Baraja de Crónicas Castellanas del siglo XIV. Selección y prólogo de Ramón Iglesia. 50 Dr. José Torre Blanco: La mujer.
el amor y la vida. Nociones de biologia femenina. 00 Poesias de Gil Vicente. Por Dámaso Alonso. 00 Landsberg: Piedras blancas seguido de Experiencia de la muerte y La libertad y la gracia en San Agustin. 50 José Bergamin: Disparadero español. El alma en un hilo. 50 España aparta de mi este cáliz.
15 poemas por César Vallejo.
Profecía de América (palabras preliminares por Juan Larrea. 50.
Otros libros que pueden interesarle: 00 00 00 lanza una mirada familiar al otro territorio. cuando en el Norte se habla de panamericanismo desprendiendo la palabra de todas sus adherencias oficiales y generalizándola como noción pura debe tenerse muy en cuenta que tal armonía reconoce como fundamento la homcigenedad iberoamericana; la cual, siendo tan vasta en sus ensanches, acaba por desbordar hasta las fronteras étnicas que parecían más irreductibles.
Así se puede crear un sentido continental en el que importa insistir por decoro del Nuevo Mundo, sin abdicar por eso de los mutuos respetes elementales: antes, al contrario, se funda en ellos.
Plues si por desgracia la menor ambición empañara en algo tales respetos, al instante todo el edificio se vendría abajo. Entonces repetiríamos aquí el lamentable cuadro de Europa, con la desventaja de que aqui interpretaríamos a la criolla ciertos procedimientos políticos que, si por allá causan estragos, por acá los causarían peores. aquí tocamos uno de los extremos más sutiles del caso americano. América no ha creado su lenguaje político, sino que adopta el europeo. Esto trasciende mucho más allá del lenguaje, como ya lo había comprendido Talleyrand, siempre atento a las nuevas denominaciones que el fenómeno social acarrea consigo.
Ello ha tenido consecuencias en las soluciones europeizantes que hemos procurado para nuestros asuntos. Así pasó en la Independencia. Así ha sucedido todo lo saben con muchos problemas y muchas veleidades que han atravesado la vida americana.
Mientras no aparezca en América el genio que descubra las fórmulas de nuestro lenguaje político, ese mal será inevitable; y la realidad misma, torcida en la traducción, aparecerá artificialmente empeorada. una Confernecia meramente política, y más aun cuando se la convoca para afrontar como quiera remedios inmediatos y urgentes, no yodemos, claro está, pedirle que resuelva y ni siquiera plantee tan hondas cuestiones. Iluminela el grande ideal del Continente que, desde su aparición en la Historia, siempre ha soñado en ser la tierra donde se ensaye una humenidad más justa y feliz. Ojalá que aquella Conferencia consiga, de momento, detener la fuerza de la marajeda de modo que, al abordar nuestras playas, se deshaga en olas ligenas. Hombres de Europa. traed a nosotros, como Wilhelm Meister, vuestros impetus para las empresas del bien; no traigáis acá vuestros rencores, 75 75 75 mas.
La Conferencia de Buenos Aires (1936)
puede considerarse como un proiegómeno de la que próximamente habrá de reunir en La Habana a los delegados de nuestras repúblicas.
De tiempo atrás América viene dando señales de inquietud ante la descomposición de Europa, que primero ensayó en España la virulencia de sus armas para luego entregarse abiertamente a su deporte hoy favorito: el destruir todo lo que construye.
Maestra civilizadora de larga proyección imperial, he aquí que Europa vacila y pierde el juicio. Los americanos, siempre acusados de inquietos y hasta de sanguinarios, han visto con estupefacción que sus mismas revolucionas endémicas aniquilan menos vidas en dos lustros que las asonadas europeas en una semana, para no hablar de los combates.
Dígase si se quiere que ello es efecto de las formidables máquinas de guerra de que por acá no disfrutamos. Pero los hechos son los hechos: junto a aquellos crímenes colectivos, las últimas reyertas americanas resultan torneos caballerescos, donde los caudillos se citan al lance en campo abierto, lejos de mujeres y niños.
Hasta es conocido el rasgo, santamente cómico y más en este siglo XX de cierto subleivado que renunció al éxito y se detuvo a las puertas de alguna ciudad sudamericana a petición de las familias. o el rasgo no menos expresivo de una provincia alzada contra la capital que prefirió rendirse como decía el parte de guerra para salvar el patrimonio de la región.
Ahora, ante la locura de Europa, se da el caso patético de un Continente que quiere defonderse con un cordón sanitario. Nada hay más terrible en la Historia. Hay que remontar hasta la Mitología, donde encontramos a Gea, hembra recelosa, escondiendo a sus crías en el seno para sustraerlas a la demencia devoradora del padre Cronos.
América puede enorgullecerse de una tradición jurídica de conciertos continentales que se ha mantenido desde hace cincuenta años, lo que nunca ha alcanzado Europa. No importan los errores, las deficiencias, los tropiezos; el gran ideal se ha conservado y ha ido rindiendo algunos frutos. Más de un conflicto bélico ha podido atajarse por medios pacificos. cuando una guerra ha estallado, la conciencia americana la consideró como un dolor inevitable, no como un motivo de orgullo. En este acento de intención se funda toda la dignidad ética del espiritu público.
Digase si se quiere que todo esto pudo 10grarse al común denominador ibérico de nuestras naciones, que intimamente las acerca a la comprensión hasta por ese vehículo intuitivo de las hablas afines. Pero los hechos son los hechos, afortunados efectos de la circunstancia que hacen posible una orientación de concordia, al menos como resultante, como último saldo.
El espíritu internacional, la educación inter nacional, han podido prosperar con relativo éxito donde las fronteras aparecen como convenciones políticas, sobre las cuales el hombre 00 00 00 III. 00 50 Historia y antología del pensamiento económico. Antigüedad y Edad Media. Por Jesús Silva Herzog.
Comercio y navegación entre España y las Indias. Por Clarence Haring. Versión española revisada por Emma Salinas.
Raza y Racismo. Por Marcelo Prenat. Versión española de Manuel Martínez Báez.
Pensamiento y poesía en la vida española. Por María Zambrano Español del éxodo del llanto. Doctrina, elegías y canciones)
Por León Felipe.
Jorge Carrera Andrade: Antología poética, de Pierre Reverdy.
Rubén Darío: Sus mejores poeLeopoldo Lugones: Lunario sent. mental. Tagore: El Jardinero. Trad. de Zenobia Camprubí de Jiménez. Camus: Historia y fuentes del Derecho Romano. Tomo Angel Vassallo: Nuevos prolegómenos a la Metafísica.
Luis Caséns Siches: Vida humana, sociedad y derecho.
Genaro Estrada: Bibliografía de Goya.
Juan José Domenchina: Poesías escogidas (1915 1939. Luis Vives: Tratado de la Educacación. Un vol pasta.
Dubén Darío: Escritos inéditos.
Pablo Desvernine: Estudios fundamentales de Derecho León Felipe: Insignia.
Jorge Amado: Jubiabá. Epopeya.
del negro brasilero Pío Bacoja: Intermedios Gustavo Doré: Vivian Christie.
Novela Sarmiento: Facundo María Alicia Dominguez: Las alas de metal (Poesías)
Augusto Céspedes: Sangre de mestizos. Relato de la Guerra del Chaco Germán Pardo García: Selección de sus poemas 10. 00 00 00 50 00 00 50 50 50 50 00 27 de junio de 1940 50 ALFONSO REYES 00 00 Solicite este semanario a la Señorita MATILDE MARTÍNEZ MÁRQUEZ LIBROS La Habana, Cuba. Apartado 2070.
Teléfono Fo. 2539.
Con el Admor. del Rep. Amer.
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