212 REPERTORIO AMERICANO Vásquez de Coronado sintió como una extraña sensación de ternura que lo hizo estremecer. Ascenderé de nuevo por sobre la montaña a libertar esa alma preciosa de mujer. IV El cacique de Coto después de la pelea que indómito sostuvo con impaciencia cruel, huyó por el boscaje cercano de la aldea con la princesa esclaya de la bronceada piel.
Pero el tenaz caudillo con sin igual destreza cercó el palenque y luego, frenético y veloz, aprisionó al cacique, mientras que la princesa de hinojos imploraba con temblorosa voz. Señor, tú que me brindas mi libertad soñada desde que el enemigo robó mi libertad, Dulcehe, la princesa de una tribu ignorada, quiere besar el puño brillante de tu espada que es símbolo y orgullo de tu excelsa bondad.
Mi hogar era la selva; los indios, mis hermanos; me horrorizó la fiera lucha del español; corrí con mis aphelos por los bosques arcanos y era yo la criatura predilecta del sol.
Mas, prisionera un día del cacique de Coto, era tanta mi pena y era tan Londo el mal, que extraviados mis ojos por el azul ignoto, soñaba que vendrías de tu país remoto como llegan las aves cerca del manantial. La mata de su pelo por sus hombros caía tal como si quisiera cubrir su desnudez.
en sus ojos profundos como una noche umbría el alma valerosa de su raza dormía con el heroico encanto de su muda altivez. la graciosa euritmia de su cuerpo moreno como la arcilla plástica para forjar un Dios, temblaba en el crepúsculo magnífico y sereno mientras languidecía el hilo de su voz. Seré tu esclava humilde. Vásquez de Coronado volvió a sentir la dulce caricia de una flor.
en el templo armonioso del bosque perfumado, vibró la nota alegre del sonoro teclado con la misma ternura de una fiesta de amor!
GONZALO DOBLES Costa Rica, 19.
De la Vida y de la Muerte (En el Rep. Aner. De la Religión Si el hombre, desde su aparición, se hubiera contentado en dar satisfacción a las exigencias corporales, estaríamos sin la inapartable idea de Dios. Pero absorto ante la maravilla del Universo, preguntó.
preguntó. y ante tanta soledad, sintió a Dios.
La idea de un Ser por antonomasia, causa y efecto al mismo tiempo, ha tenido que evolucionar tánto, que hoy, cuando en el desván de los trastos viejos hojeamos, rara vez, los libros allí guardados, constatamos que, evidentemente, el concepto que el hombre se ha hecho de la Divinidad ha sido siempre fruto de su preparación intelectual Entre el ser concupiscente que ahoga en un diluvio universal a todos los hombres y se contenta, luego, con los olores de carne asada por Noé, al Dios impersonal, incomprensible, unido necesariamente al Cosmos dándole vida y sentido, hay, me parece, un abismo inalcanzable. Y, a pesar de ello, son muchos los que se obstinan en conservar en su solio a aquel dios que le pide a Abraham a su hijo, que para el curso del Sol en Gabaon y el de la Luna Ajalón para que el sanguinario Josué pueda aniquilar a los amorrheos. Son muchos los que se empecinan en manter la ciencia de Moisés en franca inferioridad con la oficialmente admitida hoy.
No es difícil columbrar el mal que en el avance del hombre en el camino del progreso global causa esta testarudez, hija de la ignorancia más triste o de la mala fe. Si el hombre, al sentir la inquietud por lo divino, se hubiera valido de él mismo para acercarse a la fuente espiritual, hoy ocuparíamos lugares de exquisita humanidad en la historia del Universo, pues los avances y aportes hubieran, solamente, anhelado el bien común, en vez de ser egoístas las aportaciones de aquellos que llamándose enviados de Dios hicieron de sus cosas santas objeto de su exclusiva propiedad inena jenable. Fué la primera explotación que sufrió el hombre en sus anhelos más puros. Todavía, en sus comienzos, aquellos escogidos no se atrevieron o no supieron abusar, como luego, de la buena voluntad de sus contemporáneos.
Fué mucho después que lo hicieron. Se atreven a inferirle al increado la afrenta más atrevida y grosera al idear la existencia del infierno.
Yo recuerdo el efecto de miedo y anulación que me causó la vista de las ilustraciones de un manual religioso concernientes a los suplicios en el infierno, cuando niño.
Los mismos libros tenidos por hijos de la revelación directa deberían ser retirados de la circulación, por el bien de sus mismos partidarios, para que no hubiera oportunidades de hallar incompatibilidades entre su contenido y la ciencia, la moralidad y el bien! si todos sabemos que existen estos antagonismos. cómo comprender la necesidad de su conocimiento? por qué hablar de religiones oficiales?
El conocimiento de Dios, ya lo dijimos, es inlograble; pero la inquietud innata que nos atenaza, se satisface, en parte, no con lo que nos diga tal o cual sacerdote como artículo de fe, sino lo que nosotros mismos elaboramos según nuestro estado presente intelectual, social y espiritual. Por esto todos nos reímos de aquellas simplezas primitivas necesarias en su época y en vez de anularnos por el temor y el sufrimiento, nos superamos por el amor y el ansia de conocimiento.
La ciencia oficial, que también ha tenido sus esbirros y sus autos de fe, ha contribuido a retardar la libre eclosión metafísica, negando lo que no podía comprender Es ahora cuando se ve obligado por la valentía de muchos de sus más conspicuos representantes; a aceptar una fenomenologia que, aunque inexplicable aún, invita a una investigación seria que, un mañana muy próximo, dará solidez a una nueva religión con bases científicas que acabará con todos los dogmas existentes y nos hará a todos serenos creyentes.
Todas las conquistas han tenido sus héroes y sus tragedias. Estamos presenciando la más horrible de todas. Después de ella es lógico esperar que aparezca un nuevo mundo en el que la justicia social sea un hecho para que, aquietadas las necesidades del cuerpo, se le dé al alma las oportunidades de lograr la satisfacción de su gran sed de Amor en el reino de la eternidad Tal el sentido de la religión del futuro que unirá a todos los hombres en un solo cuerpo animado por el espíritu de Cristo, el escogido de Dios, LORENZO VIVES Hacienda San Lorenzo, Alajuela. Costa Rica, y junio de 1942.
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