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12 REPERTORIO AMERICANO de la Plata en 1777, es decir inclusive Bo dorá salida por la Argentina al petróleo mir, dejaban un reguero de gotitas de agua por livia, unos 650. 000 kilómetros cuadrados. boliviano Los imperialistas del Rio de la donde caminaba, me pareció verlo estremeAnálogas apetencias de expansión imperial Plata abominan de las luchas verticales de cerse de frío. Tendría hambre?
expresa el libro reciente, La Unidos Na intereses, de clases y de partidos. Quieren El pórtico del teatro estaba lleno de voces cional. de un corifeo rosista. No se trata luchas horizontales de pueblos, naciones y argentinas. Una fiesta de colores y perfumes.
simplemente de la melancólica nostalgia del Estados. El sueño continentol de Bolivar Fuera, el viento azotaba las ramazones de pasado. En El Fortin icomo proliferon invertido: en lugar de los Estados Unidos los árboles.
las publicaciones imperiales rigoros men de América, unidos espontáneamenle y con El andrajoso chiquillo se fue acercando leote desconocidas del pueblo argentinol. se los medios de producción y de cambio de tamente, siempre en su muda contemplación, habla del presente y de lo porvenir. Con de propiedad colectivos única forma real hasta mi improvisado observatorio.
motivo de la reciente inauguración del pri mente progresiva y moderna. los Estados No me pude contener. Aigo inexplicable me mer tramo del ferrocarril brasileño de Co desunidos de América, divididos, anarqui empujaba a escudriñar el fondo de aqueil, alrumbá a Santa Cruz, zona petrolifera boli zados. arrojados a la hoguera de conflictos ma, al parecer alegre y satisfecha, pero que viana, El Fortin clama que el imperia más costosos que sus recursos económicos llevaba como un fardo de miserias por el munlismo brasileño avasalla espacios argentinos y que sus probables conquistas. en suma: do.
ante la pasividad de nuestra cancillería ¿para que predomine una gran potencia con. Cómo te llamas?
aseguro que ha querido desviar la tendencia tinental sudamericana? No.¿Qué diria e!
Le pareció extraño mi atrevimiento. Un senatural que impone la geogratia a nuestro Instituto Iberoamericano de Berlin. Qué ñor preguntando por su nombre, a él, que na pais, restándonos nuestro hinterland. Es opinaría el Consejo de Hispanidad? Bolivar die lo miraba; a él, que se arrastraba por la pacio, tendencia geográfica natural. iQue reemplazado por Franco, por Haushofer y vida como una desolada sombra de tristeza.
bien les traducen del alemán a los admira por Hitler. El imperialismo geopolitico nazi Me miró fijamente. Debió sentir temor. Su dores de Rosas! Les duele que la Argentina en lugar del capital financiero internacional, mísera existencia estaba saturada de un conshaya concertado pecificamente un acuerdo Esto no lo confesarán nunca en su literatura. tante sobresalto.
con Bolivia para construir un oleoducto que. Puedo verlos, señor? me preguntó con dejo de ternura infinita. Ya lo creo, muchacho; pero. Cómo te Carta a Pablo Neruda llamas. José. En el Rep. Amer. tus padres. Viven lejos.
Sucesos madrileños muy tristes, que usted poesía hispanoamericana jeneral anténtica, con. Quieres entrar al cine?
conoce bien, Pablo Neruda, y muy distantes hoy toda la revolución natural y la matemórfosis Puse en sus pálidas y frías manos unos para mí, me obligaron a espresar públicamen de vida y muerte de este continente. Yo deplo céntimos. Abrió sus ojos con un dicha indete en diversa ocasión mi aprecio de su obra ro que tal grado poético de una parte conside finible.
poética, el bueno y el malo. Todos tenemos rable de Hispanoamérica sea asi; no lo sé Anda, José, compra la entrada que ya es una opinión completa de los otros, que se hace sentir, como usted, según ha dicho, no sahe hora.
visible en totalidad o en parte según las cir sentir Europa; pero es. el amontonamien Nada me contestó. Una sombra de dolor acunstancias. Pero yo tengo también una opinión to caótico es anterior al necesario despejo de pagó el brillo de sus ojos. Las monedas dacompleta y dividida de mi mismo, y st: opi finitivo, lo prehistórico a lo poshistorico, la som ban vueltas entre sus dedos tembiones.
nión me obliga a rectificarme en un seit:do o bra turbulenta y cerrada a la abierta luz me. Apresúrate le dije. Compra el boleto.
en otro, cuando lo considero justo o necsario. jor. Usted es anterior, prehistórico turbulen Tú puedes ir al teatro como las demás persoNunca retiro lo escrito antes sobre otro, us to, cerrado y sombrio. Para mí, España era anted en este caso, porque es un modo de ver tes mi derecho y América mi revés. Siempre. Prefiero ir a mi casa.
lateral y anterior; lo modifico. Como no reti que llegaba a la mitad del Atlántico, se me. Cómo. Pensé que tenías deseos de enro, aunque las modifico constantemente, mi dividia ese cambio. No diré que ahora Améri trar?
propia creación y mi autocritica.
ca sea mi derecho y España mi revés, sino que. Si, pero.
La rectificación que mi conciencia de hom son dos reveses o dos derechos completamente. Pero qué. Te lo prohibe alguien. de escritor me pide sobre usted (y que distintos que antes y diferentes entre sí. No, pero prefiero ir a mi casa.
hago pública más por mí, que la necesito más, dónde y qué y cómo y para quien la verdad, Era tal su decisión, había tanta firmeza en que por usted, que menos) es esta: sobre todo la verdad poética? En mi libro Mo sus palabras que no quise detenerlo.
Mi larga estancia actual en las Américas dernismo, en que trabajo hace tiempo, inten Seguía cayendo una lluvia fina como hilillos me ha hecho ver de otro modo muchas cosas taré una visión propia de este gran asunto. de plata.
de América de España (ya lo indiqué en la Suyo, como siempre, José se caló su negro sombrerón de fieltro y revista Universidad de La Habana. entre ellas atravesó con pasos menuditos el embaldosado la poesia de usted. Es evidente ahora para mi JUAN RAMÓN JIMENEZ del parque.
que usted espresa con tanteo exuberante una Coral Gables, La Florida, enero, 42. Hacia dónde iría?
Sus manos buscaban un abrigo en las anchas bolsas de su saco. La lluvia daba sus alfileterazos en su carilla simpática. Las palmeras sacudían sus soberbios penachos de palcomo banderolas deshilachadas por el Por GONZALO DOBLES viento. Es un cuento. En el Rep. Amer. Senti, impulsos de seguirlo. Me aguijen aba la curiosidad. Una historia de dolor?
La tarde gris.
dores mortecinos de un crepúsculo de invier Me levanté sin pensarlo. Una fuerza descoUna gasa densa de neblina, esfumaba los connocida me arrastraba.
tornos de las cosas. La llovizna fina y persis Zigzageando entre las gentes que esperaban En el más pobre suburbio de la ciudad me tente, punzaba las techumbres de las casas, y la hora del espectáculo, la figurilla, tambaleandetuve. José entró a su covacha de tablas muescribía millones de puntillos en el espejeante te y raquítica de un pobre muchacho de diez grientas. Me pareció tan feliz como una golonembaldosado del parque. Los árboles se halan años, puso una nota de desconsuelo ante mis drina bajo un sol de primavera.
ceaban dulcemente como si una mano cariñosa ojos, pintando el eterno panorama de la mise Llegué hasta la puerta. Espere. El barrio peinara sus hirsutas melenas desgreñadas por el ria el dolor, confundido con el boato y la era como un antro de vulgaridad y de miseria.
viento. veces, una golondrina silbaba en el grandeza de los hombres.
Oi una voz dentro de la casa que decía: aire buscando el abrigo de un alero. Las gen Lo observé largo tiempo. Indiferente to Traés algo, sinvergüenza?
tes se apiñaban en el vestíbulo del teatro que do, buscaba con sus ojillos negros y redondos, una vocecilla dulce le contestó: se tragaba, como un monstruo, todas las ener las grotescas estampas, los cuadros amati. Si, papá.
gías de los hombres. El agudo sonido de la vos de la próxima película. Nada lo detenía. Cuánto?
sirena perforaba la neblina de la tarde, como Repasó todos los anuncios. Admiró todos los No lo sé. Un señor me dió el dinero para el ala desafiante de un pájaro que vuela. artistas, como embelesado y absorto. Sus pies ir al teatro.
Diríase que el ambiente estaba saturadc de descalzos quedaron pintados en el tablero del Mucho has tardado, vagabundo. Anda, coun estrépito ensordecedor de bocinas que alar mosaico. Sus grandes pantalones, recogidos rre a la esquina y compra media botella de lo gan su silbido escalofriante, como los resplan hasta las rodillas, y su saco negro de casi mismo.
nas.
bre y Un hijo y un padre mas no.
y Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica