REPERTORIO AMERICANO 109 0HISTORIETA DE UN AMOR ¿Lo ves? Ya te lo dije.
Porque es sencilla en su esfericidad es bella. también porque vuela, siendo frágil.
Fijate como cuando el sol la hiere, ella la luz convierte en tonos suaves, tenues, transparentes.
Pero el esfuerzo es vano, y yo deseo por nuestro bien que entiendas: si tú la quieres estrechar. estalla!
Un placet.
Tanto gusto. Después?
Xochimilco. Después?
Chapultepec Polanco. Después?
Tú y yo.
St. Tu mano temblaba; también la mia.
La tomé suavemente y entonces, temblamos todos. Qué película dieron. Me marchaba.
México, 42.
Tu retrato. al menos eso, ya que no tú misma. estaba allí conmigo, cerca de mi, sonriendo a mi cariño en un silencio alegre todo pleno de goces intimos. Qué dulce es el recuerdo de horas felices!
Qué suavemente dulce disfrutar de antemano la alegría del retorno. cuán fuerte me siento para estrecharte duro entre mis brazos, y besarte con besos que nos ahoguen al ahogar el ansia comprimida en mi boca!
Tu retrato tiene poderes mágicos. veces me hace olvidar lo triste de sentirte lejana. a veces cuando evoca las horas ya pasadas, me pone aún más triste.
Pero hoy he descubierto que tú estás inmutable aunque las manecillas giren y el tiempo pase.
Por eso tu retrato, que me mira lo mismo, en mi reloj es todo un símbolo. Por eso fueron primero las uñas, después tu pelo y la boca, y luego el alma.
No es verdad. Tú eres tú; ella fué ella, y es falso que se pueda trasladar el pasado, hecho presente, en otra forma de mujer.
La quise, porque sí. iporque sí. porque la quise! tú me gustas. porque tú me gustas!
No identifico nada; no busco en ti el reflejo de la otra.
Tú eres tú; mi presente; ella sólo un renglón en mi pasado. pues no quiero engaño si te digo: me gustas, nos has de tener recelos por algo que se fué.
Que yo la quise, te lo he dicho; no miento. Pero observa cómo no te pregunto si has querido.
Tu ayer es hoy sagrado, es sólo tuyo.
Lo que se fué no importa; vivamos el ahora sin temor, Tú cual tú eres, yo como soy. Presente con presente!
Puse mi juego en tus manos.
Viste las cartas; las uniste a las tuyas, y las rompiste todas.
Nada.
Crucé la puerta; las hojas a mi espalda de un golpe se han cerrado. por delante?
Nada.
San José, III 42.
San José, III 42.
Costa Rica y su declaratoria de guerra al Japón (Es un editorial de La Prensa de Buenos Aires. diciembre, 1941. México, 42.
Has jugado de nuevo, destino, con mi suerte.
Si sopla viento, si estoy aquí en mi barca; si las velas hinchadas hacen que gima la cadena y que retiemble el ancla. por qué no puedo hacerme sin temor a la mar?
Yo sé que el sol ha de ponerse pronto y que la brisa alegre cesará de soplar.
Pero no me conformo.
Levanto mis dos manos y el sol no se detiene.
Todo es inútil. la brisa sopla, sopla. y pareciera que el tiempo vuela en ella.
Sufro ante mi impotencia; pudo ser y no fué.
Mas si en mi barca no he de llegar jamás hasta tu puerto. tal lo dispuso Dios. abro mi pecho, tomo mi corazón, lo arrojo al agua, y así quizás un día, jinete de las olas, ha de besar la arena de tu playa.
Hay actos internacionales que, sin conocer sus antecedentes, sin medir los motivos que los han inspirado, pueden juzgarse, y se juzgan, como actitudes jactanciosas. Tal podría pasar con la resolución del gobierno de Costa Rica de declarar, de primera entre las repúblicas latinoamericanas, la guerra al imperio del Japón.
Inexplicable parece que uno de los países más pequeños del continente, el único posiblamente que no tiene ejército, que tampoco tiene armada, cuya población apenas pasa de medio millón de habitantes, que directa y efectivamente no puede colaborar en la contienda bélica en que se ha enrolado, adopte tan grave temperamento. Razones hay, sin embargo, que abonan su actitud y hacen plausible su determinación.
Hace varios años, cuando poca o ninguna importancia se daba a la penetración de las ideas totalitarias en las naciones de América; cuando no se hablaba, sino vagamente, del espionaje y de los preparativos que hacían determinados países para el caso de que decidieran una invasión del continente, La Prensa publico, con ilustración gráfica, interesantes informaciones sobre la labor que realizaban en tales sentidos los japoneses en las repúblicas de Costa Rica y Colombia, vecinas a la de Panamá.
En esa nota se dieron datos, perfectamente comprobados, de la labor de los japoneses en esos dos países. So pretexto de establecer colonias agrícolas en el valle del Cauca y en la frontera panameño costarricense en disputa lo que favorecía sus propósitos, tenían la intención de fundar verdaderas bases militares que pudieran accionar contra el canal de Panamá en un momento de emergencia.
Los gobiernos de Colombia y Costa Rica, que no se dejaron cegar por la cortina de humo formada con halagadoras promesas y humildes solicitudes, no accedieron al pedido. En cambio, no les fué dado impedir la labor paciente en sus litorales de los pescadores nipones, que se cuidaban poco de los peces y se preocupaban mucho de estudiar las costas y buscar la manera, en un caso dado, de evitar las minas o el mejor modo de ponerlas.
Costa Rica, país respetuoso de los principios democráticos y penetrado de la responsabilidad que le incumbe por su vecindad con el canal de Panamá, ha creído que era su deber declarar, inmediatamente, la guerra al Japón para poder actuar, en forma legal, contra los elementos nipones, que pueden considerarse, con sobrado motivo para ello, como una seria amenaza a la seguridad nacional y un grave peligro para la gran arteria interoceánica.
El canal de Panamá, propiedad material de Clorocid Tabletas a base de cloro orgánico para desinfectar el agua de bebida.
Una o dos tabletas en un litro de agua la dejan estéril a la medio hora de contacto.
En frascos de 50 tabletas para esterilizar 50 25 litros.
México, 42.
o No lo sabía.
Te coloqué por verte, por verte mucho, Apartado 1351. San José, Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica