REPERTORIO AMERICANO 31 dome con los ojos pelaos como de dijunto, y no pudo decime más que Ay, tatica, enainas me mata. Se esgonzó tuitica y cayó al suelo. Nor Molina jadeaba y martirizaba sus dedos; tal era la emoción del énfasis que había puesto en el relato. Yo lo miraba sorprendido y sin acertar a decir palabra. Tomó un poco de resuello y continuó. Ella había oído el trajín de los perros; y como la vaca de na Petronila estuvo toda la noche bramando al frente de la casa de ñor Retana y dicen que eso es seña de que alguien se muere ea vecinda, quiso salir al patio a ver si veía el ánima del viejo; y se untó lagañas de perro en los ojos. Imagínese usté que babosada, don Cosme. Pa qué lo hizo. Qué ánima ni que albarda vieja. Lo que vió no se le va olvidar ni después de muerta. No bía hecho más que untarse las lagañas, cuando se le apareció el diablo, el mismo diablo en persona. Le hacía muecas y la llamaba con la malicia que sólo el diablo tiene. La muchacha no tuvo juerzas pa resistir y se sintió dominada. sentía que la mirada la jalaba como imán, y se jué acercando hasta que la agarró de las manos, se la arrimó al cuerpo, la apretó y. le dió un porción de besos que la dejaron sin sentío. Estaba de viaje perdía. Dice la muchacha que aquel diablo güelía a galleticas estranjeras y tenía un cuerpo suave y muy bién tratao.
Ya usté imaginase lo que pasó!
Mi esposa no pudo resestir el golpe; se jué amarillando y delgazando hasta que el año justo, cuando nació la creturita que ahora vamos a cristianar, le entregó el alma al Señor!
Dios la tenga en la Gloria. De modo pregunté yo que según parece, esa niñita es hija de Lucifer. Ni dudarlo. ahora que usté lo sabe, no se si quedrá apadrinarla. Porque asegún dicen, hay peligro de que se apaguen las candelas de la iglesia y se agré el agua bendita que le van a echar en la mollera.
Una duda quedaba en mi mente y quise salir de ella. Qué hicieron y qué dijeron sus patrones cuando supieron lo que había sucedido a su hija. Los patrones. Me echaron de la fin ca. Parece que don Camilo bía salido esa noche al pueblo y de vuelta se cayó en un zanjón y se metió una estaca en la pierna. Como se estaba sangrando mucho, lo llevaron a la Capital pa que lo viera el dautor. La señora no me volvió a hablar desde entonces, cogió entre ojos a Susa. De todos modos agregué yo 10 temo que se apaguen las candelas benditas ni que se agrie el agua bautismal. El lunes vamos a cristianar a su nieta. Vaya usted con Dios. El agua se puso a descansar un rato y permitió a ñor Molina hacer viaje; la luna luchaba por salir de entre los nubarrones que la obligaban a estar oculta, y su luz suave, argentada, iluminó tenuamente las copas de los árboles y los techos que brillaron como encerados de portal.
Nor Molina se fué sudando la enorme congoja que le produjo el haber tenido que revelarme un secreto tan espantoso.
Bendito sea Dios. Costa Rica, 1941.
Nueva vida. pesar de conocerlo bien y esperar de sus labios una de las tantas historias raras que solía contarme, fué tan real la pena que asomó a su cara, que en el fondo sentí cierto remordimiento por haberlo colocado en tal trance. Pero me dispuse a oírlo, aparentando no dar importancia a sus protestas. La historia es muy larga y muy fea.
tengo miedo de que llegue a oídos del cura y no quiera cristianame la chicalinsita. Uste se acordará cuando murió Mina, mi mujer. hace más del año! Se murió de pura vergüenza y miedo. No pudo resestir el golpe! Es el caso que estábamos en tiempo de cogidas y los patrones se bían venido a pasar la temporada de verano a la finca. Yo vivía en la casita que queda en el puro portón de entrada; y los patrones en la casa de ellos, que está metida más adentro.
Una noche, como a eso de las once, oyimos una descandalada de perros que ponía los pelos de punta; gritaban, ahuyaban como endiablados y se despadazaban en idas y venidas cerco adentro. Mina se dispertó y me llamó pa que yo pusiera cuidado. Me traspuse enseguiditica y la cosa no me gustó. Casi siempre que los perros laten de noche es porque están viendo alguna alma en pena. y como en esos días estaba pa morise ñor Sebastián Retana, se me metió que por allí debía andar buscándome pa pedime perdón de un falso que me bía alevantao.
Muy sin ganas sali de la cama; más, empujaó por Mina, que por mi valentía; busqué una linterna y el patechancho; encendi un fósfero y prendi la candela pa ime alumbrando el camino; del espaldar de la cama escolgué un anusdei y me lo guindé del pescuezo.
Armao en cuerpo y alma me eché al solar. La noche estaba de negra que se tragaba al más cuadrao! Era aquello la mismísima boca del purgatorio. Los perros me olfatiaron y vibieron a metéseme entre las piernas, grunendo como si estuvieran viendo al mismo diablo. Recé un padrenuestro y grité con todas las juersas que el miedo me permitía ocupar. Quién anda allí. Naide respondió: royi como patiando hojas; y de pronto, vi que de una cepa de guineo salió una luz y se metió cafetal adentro. me encandilé, me temblaron las canillas, y un sudor helao me bajó espinazo abajo. sin pensar siquiera, alevanté el revólver y lo ordené. la luz se apagó deseguida y se dejó oyir un quejido largo, largo y feo, como de ánima en pena. besé el anusdei y sin saber ni cómo, pude decir. En el nombre de la Santísima Trenidad; siés ánima del otro mundo que diga a lo que ha venido. Sólo me acuerdo que los segundos se me estiraban y se me hacían siglos. la negregura de la noche se me estaba metiendo en el alma y en la vista; y el cuerpo no se sosegaba de temblar. pa qué negarlo. tenía un miedo como nunca lo he sentido igual. No se cómo pude volver a gritar. Quién anda allí?
Volvió a sonar el quejido; más cerca y más triste. luego otra vez; más cerca. hasta que fué apareciéndose una sombra blanca entre las matas de café. Volví a santiguarme.
la sombra se me puso al frente. alevanté la linterna y le alumbré la cara. No pude conteneme! qué espanto era aquello. me estregué los ojos pa wer si era que tenía telilla. pero no; era la pura verdá. Aquella sombra era la sombra de Susa. Estaba del color de los muertos; tenía todo el cuerpo empapao de sereno y lleno de tierra como si se hubiera revolcao en el suelo. En cuanto que llegó onde estaba yo, se quedó mirán(Viene de la pág. que sigue. Hernández Catá. Pero creo que el galardón debía en justicia abarcar a los escritores todos de su idioma, no importa el lugar del nacimiento. Ello respondería cabalmente a aquella su actitud ancha y sin tiempo que le hacía ver ya como limitación repudiable la que el idioma cristaliza. Ello sería una práctica y real confirmación de su estatura de narrador.
Ya es hora de que se le vea en su ser verda.
dero, como figura mayor, por la libertad de su talento y la maestría de su arte, en el campo que cultivó con los mejores ahincos. Si su calidad traspasa las fronteras minúsculas de su isla, su recuerdo de gran trabajador, de tierno maestro de estímulos, debe llegar a todos cuantos puedan ser capaces, por el camino del idioma, de entenderle el magisterio.
El final violento, dolorosamente hermoso, de Alfonso Hernández Catá, le impidió ser espectador de este instante del mundo. Seria traicionar la cultura y el arte sus dos grandes preocupaciones, sus amores céntricos no encender, a su recuerdo, la conciencia de nuestro deber de gente de arte y de cultura, de hermanos de su ansia y seguidores de su amor.
Una de sus últimas cartas me lo mostraba profundamente preocupado del avance terrible de las fuerzas oscuras de la regresión. Con la sagacidad del artista y la previsión del sabio, se dolía alarmado de la pasividad de los que estaban llamados, por postura y por conciencia, a detener el crimen. Hoy compartiría nuestra angustia y nos acompañaría en nuestra esperanza. Hoy latiría su corazón con el del hombre que desde Moscú y desde Londres defiende la cultura a precio de la vida. El sabría como pocos. sabio y artista, señalar el crimen confiar en su castigo. Hombre de información y de imaginación, nos daría ahora la visión de la matanza sin semejante y el perfil de la sociedad en que ha de terminar, la imagen de la ciudad posible en que la cultura ha de ser la natural y universal proyección del hombre porque se habrán roto las sujeciones miserables que entraban el vuelo del pensamiento y las aventuras libérrimas del arte.
En la ciudad de Nueva York consigue usted este semanario con STECHERT Co.
3133 East 10 Street.
Dr. García Carrillo Electrocardiogramas Metabolismo Basal Corazón. Aparato Circulatorio CONSULTORIO: 100 vs. al Oeste do la Botica Francesa Teléfonos: 4328 y 3754 Compañeros: Nos ha reunido junto a esta tumba el esfuerzo ejemplar de un gran trabajador de la cultura y la obra rica y cuantiosa de un artista. Corre peligro grave en el mundo la posibilidad de hombres parejos, la continuidad de aquella obra y de aquel esfuerzo.
Por ello, honrar a Alfonso Henández Catá es una manera plena de salvar lo mejor del hombre: su libertad para crear y su creación para ser libre. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica