376 REPERTORIO AMERICANO Luces de Bengala en Navidad Es un cuento de Lilia Ramos (Del cuaderno 10 cuentos para ti, por Lilia y Anita Ramos. San José, Costa Rica. La pequeña Lucila, de nueve años, sentía un placer inmenso, talvez el único en su vida triste, al recordar el tiempo feliz que había pa sado con su bondadosa mamá. Hago bien en seguir sus consejos; es verdad que sufro mucho, pero siento una gran satisfacción cuando veo que soy una chiquita trabajadora, limpia y servicial reflexionaba la buena niña. Cuántas veces penas muy hondas vienen a turbar el alma de Lucila! Es durísimo el trabajo de cada día y no siempre le depara el reconocimiento de la vecina que, al morir su madre, la llevó a su casa. Juana es buena carinosa; comparte con ella su pan y sus cosas, pero los crueles trajines que sufre el que lucha para ganar apenas el sustento, la ponen de un genio insoportable. Ocasiones hay en que la golpea por no haber vendido todo lo que lleva en su confío mis penas! Tuve la mala suerte de perder la piedra que la adornaba. No te preocupes: lo que vale es el anillo porque es mágico. La piedra está en poder de un matrimonio sin hijos que se pondrá muy feliz si te vas a vivir con él. dónde viven, mamá. Una voz lejana y extraña me contó lo que te he dicho y algo más. Sé que te será fácil (Ilustración de Anita Ranus)
encontrar esas buenas gentes, pero ignoro dónde están. Un temblor fuerte en tus manos y un chebuenas en mi bar. io ni lo que vi al recorrer zumbido en la cabeza te indicarán la proximidad las calles. Es la felicidad; es lo que tantas vede la piedra que vendrá a colocarse en tu anillo.
manos tiemblan y no tengo frío; mi cabeza. Puc besarme, mamá querida?
ces he soñado despierta. Pero. qué pasa? Mis Un suave rumor fué la única contestación Ah. grito feliz Lucila ¡Ah, es la a la pregunta de la preciosa Lucila.
piedra que me atrae; es el anillo que me lleva Un suspiro hondo y prolongado la estre a la dicha!
meció. En seguida sintió que su anillo crecía, sus ojos asombrados vieron un salón rescrecía, y se iba a rodear suavemente su cintura plandeciente de luces multicolores y sus oídos para hacerla emprender un vuelo delicioso.
percibieron una música jamás escuchada. El des. Qué maravillas ven mis ojos! Si estaré censo fué lento. como en los cuentos de haen un país lejano donde todo es distinto a lo das, surgieron ante sus ojos Alejo y Delmira, que siempre miro! No hay techos y por eso logro los seres que le brindarían casi tanta ternura ver lo que sucede en todas las casas: árboles de como la que le había brindado su madre. hanavidad llenos de adornos, paquetes con bridas y duendes y gnomos y niños en algarabía rrantes papeles de colores, rostros alegres, mucha creciente, bailaban al compás de la Danza de luz, niños en rondas dichosas, manjares riquí los Juguetes, alrededor del más rico árbol de simos. No es esto lo que he visto en otras No navidad.
zumba y canasta.
Tome y lea Libros que pueden interesar e: Se acerca;a la Nochebuena. Juana pensó que Lucila haría bien en llevar una caja que contuviera campanitas, nieve, pastoras, musgo y los mil adornos más con que suelen engalanar los arbolitos de navidad. La niña aceptó gustosa, porque esa innoveción ponía su nota alegre en aquella canasta llena de cosas comibles que le era prohibido tocar. En su mano izquierda también podría llevar unas luces de Bengala que tánto gustan a los niños.
La noche del 24, Lucila se lanzó a la calle con su vasta provisión. Era inteligente y había inventado nombres para designar lo más común. Chincolillos calientes y alcaroques sabrositos! gritaba por la avenida llena de luz alegría de gentes. todos en tropel acudían ante la novedad de algo delicioso anunciado por niña tan linda. Campánulas y cerinas para el árbol de su hijito! Luces de Bengalaaaaaa. Ya sus piececitos se negaban a sostenerla y su voz cálida y musical era un vago susurro, cuando la canasta y la caja quedaron vacías. Sus manos finas y largas apenas sostenían las luces de Bengala. Ha sido magnífica la venta. Por muchas cosas me dieron más dinero del que pedía. por eso no hago mal en darme el gusto de que mar tres de estas incecitas que me quedan. Es muy tarde ya, pero antes de regresar quiero ver siquiera algunas ventanas en que hay tantos juguetes que quisiera para mí y para lo huerfanitos que pasan tristes sus navidades iba diciéndose la graciosa Lucila.
Sólo una vitrina inmensa logró ver. El frío sacudía su cuerpo y el cansancio la dominaba. Caballero, por favor, enciéndame esta lucecita! acurrucada en un rinconcito, Lucila contemplaba la claridad viva coloreada obligó a entrecerrar sus ojos garzos.
Entonces. Primeramente la invadió un bienestar nunca sentido: el hambre, el frío, el cansancio, habían huido como por encanto. Luego oyó, sí, la voz dulce y cariñosa de su madre que la envolvía en un arrullo acariciador. Recuerdas, hijita, la sortija que poco antes de morir puse en tu dedo anular. Sí, mamá querida. Donde la pusiste, ahí quedó para siempre. Es mi compañera inseparable; es mi amiga fiel. vieras cuántas veces le Angelo Aldrighetti: Técnica bancaria. 75.
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que la Con el Adr. del Rep. Amer. los consigue. Calcule e dólar a 00. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica