REPERTORIO AMERICANO 121 Aldous Huxley en México Por ANTONIO CASTRO LEAL En la mente popular la palabra viajero suscita la visión de un súbdito británico, a veces vestido de un modo pintoresco. El inglés, que empezó a viajar por necesidades económicas y políticas, ha acabado viajando por placer. Se siente en el mundo, geográficamente, at home.
Trota por el globo, cruza de uno a otro con, com(Envío del autor. Es un recorte de la revista Cima, México, marzo 1942. vida primitiva de la yerba, peca por omisión.
en esa vida casi prueba maravillas naturales, sigue el curso de ALDOUS, MUXLEY vegetal del hombre primitivo? El retorno a la ra ton y los ríos y el rastro de las fieras, escala las cumbres más altas y se interna en los hielos solitarios. No es raro que ocupe sus cortas vacaciones en darle la vuelta al mundo. En el ferrocarril trasandino, yendo de Santiago de Chile a Buenos Aires, me encontré a un inglés que sólo llevaba un dia de retraso en un viaje que había planeado en su oficina de Londres y que incluía muchas jornadas a lomo de bestia por las regiones más abruptas del Ecuador del Perú.
Se dice que el francés no sabe geografia; pero el inglés es a veces lo único que sabe. Cuando está fuera de su patria, lo mismo vivo que muerto, habrá, donde esté, según dice la poesía de Rupert Brooke, un rincón de una tierra extranjera que será siempre Inglaterra. That there some corner of a foreign land that is forever England.
Porque el inglés levanta a su alrededor, con muerto, habrá, donde esté; según dice la poesía cional; en los desiertos del mundo, vive siempre en un oasis oritánico. Logra imponer, donde quiera que éste, las costumbres, las diversiones y las comodidades que se estilan en Inglaterra.
Manda traer de las islas británicas su licor, su tabaco, sus periódicos y, cuando llega la edad de casarse, su novia. Viaja siempre llevando consigo una colección de juicios y de prejuicios made in England que le impiden ver, como una niebla londinense, la realidad que le rodea.
Estas observaciones las provocan y, en gran parte, las justifican las páginas que el ilustre escritor inglés Aldous Huxley dedicó a México en su libro Beyond the Mexique Bay. Chatto and windus. Londres, 1936. Después de un viaje por el Caribe entró a Guatemala; en Champerico se embarcó para Puerto Angel, en el Estado de Oaxaca. De aquí siguió en auto hasta Pochutla; continuó a caballo hasta Progreso, y, después de un descanso, a Miahuatlán. Antes de llegar a este lugar esperaba a los viajeros un auto que los condujo a Ejutla y luego a Oaxaca.
Durante su estancia en esta ciudad, Huxley visitó Monte Albán, Etla de camino a México, se detuvo en Puebla y en Cholula.
En la capital permaneció algunos días y tuvo oportunidad de visitar Taxco. La parte del libro consagrada a México ocupa las últimas ochenta páginas. Pero no todas se refieren a país: el famoso ensayista inglés, víctima de su profesión, suele ponerse a discutir cuestiones dogmáticas que lo alejan del paisaje y de la vida mexicanas.
Pochutla le parece un pueblo fantasmal, hundido en el polvo hasta la rodilla. En la plaza algunas mujeres ofrecen sus miserables mercancias: una docena de tomates, o tres plátanos, o unos pedazos sanguinolentos de carne que asedian las moscas. En el centro de la plaza, el quiosco de la banda se yetgue como un sustituto psicológico de necesidades más imperiosas: el hospital, el agua potable, las obras de saneamien.
to. Huxley abandona Pochutla dedicado a reflexiones sobre el incendio de los bosques y el gusto de los indios por los fuegos de artificio.
El camino que va a Progreso hace un rodeo sobre la falda de un volcán apagado. Una selva opulenta y organizada, como un vasto ensayo vida primitiva reflexiona Huxley es impracticable y equivocado. De las grandes ciudades industriales quisieron escapar los Ruskin los William Morris para refugiarse en un pasado pre industrial. ese pasado está allí, ahora, en México, y los Ruskin y los Morris de Nueva York no necesitan ya imaginar nada; un avión puede llevarlos, en unas cuantas horas, a un México del siglo xv.
Es exagerada según Huxley Ia admiración que muestran los Estados Unidos por todo lo mexicano o todo lo indígena de México. Se escriben demasiados libros sobre nuestro país. Pa.
esos escritores, el México de los indios es algo más que una realidad geográfica y sociológica: es el lugar donde se cumplen sus anhelos y donde se corrigen los males insufribles del mundo civilizado. Pero ese mexicano que ven lo. yanquis es nada más un ser imaginario y JAX HOMMAN simbólico tanto como lo fueron, en los tiempos de Voltaire, los persas o los chinos de las fa: tasías satirico políticas. Estudia luego el libro de Stuart Chase sobre México, del que desprende un paisaje de jardines tropicales. le hace de una cuestión que discute largamente. podrá recordar a dos poetas ingleses: al suntuoso Mil el indio mexicano, sin perder sus características al ordenado Pope, de quienes cita senfundamentales, asimilar virtudes y modos de vida dos trozos. Cuál será el método para describir yanquis? Le parece que no. Es evidente que ese paisaje exuberante y disciplinado? Le parece niuchas virtudes primitivas son incompatibles con el urbanismo que Pope, aunque peca de esquemático, señala el industrialismo, con el desarrollo el mejor camino. Una descripción adecuada de de la conciencia en el individuo, con la edacaeste paisaje paradisíaco tendría que entretejer ción por medio de métodos científicos y con el estrechamente sus frases, como el follaje de la aumento de la prosperidad material. Pero a peselva que quiere pintar; tendría que estar recarsar de todo, este incurable civilizado, acaba por gada de repeticiones. y al mismo tiempo movida confesar que a los hombres civilizados les conpor antitesis para poder expresar simultáneavendría tener algo de la plenitud humana del mente la inmensa monotonía de la selva y sus primitivo.
enormes contrastes, todas esas variaciones infiCon todas estas meditaciones ya vamos, sin nitas de la naturleza sobre unos cuantos temas sentirlo, camino a Ejutla. Un magnífico paisasencillos. Esta receta lo dispensa de la descripje que se mira con un vuelco del corazón: hay ción, y una vez pasado el entusiasmo retórico, algo profundamente aterrador en esta inactua.
piensa con desencanto que aquel paraíso es so1:dad infinita del paisaje mexicano. En una lamente un pedazo insalubre y atrasado de Méiglesia ruinosa se levanta sobre la cúpula laisxico.
tatua realmente encantadora de un ángel que Llega a Progreso. En una finca de café se vaela. Es una obra indígena, primitiva, extraña, le ocurre que si este grano y el té no se culticon incongruentes toques barrocos, pero bella.
varan en regiones del globo donde los salarios Nuestro viajero llega al fin a Oaxaca. Visita la de los trabajadores son tan mezquinos, esos es iglesia de Santo Domingo, que le parece, petimulantes se clasificarían entre los artículos de sar de los pillajes, uno de los templos más exlujo sólo al alcance de los millonarios. Parte a travagantemente suntuosos del mundo. La ciucaballo antes del alba. Es fresco y perfumado el dad no le agrada. Las páginas que debería de haberle dedicado las emplea en discutir el proamanecer, y su agradable sensación se traduce en un recuerdo literario: blema de si el arte popular tiene un valor estético o simplemente un valor psicológico, social y ecoGrain de musc, qui gis, invisible, nómico. Aunque ese arte suele ser de excelente au fond de mon éternité.
calidad resulta inferior a las obras del gran ar.
tista. Agrega que lo único que puede suplir al Asciende dos mil pies desde Progreso y lue talento personal es una sana tradición artística, go baja a quinientos para cruzar un río. Em y que el arte popular moderno es mediocre y pieza de nuevo a subir, y durante cinco horas vulgar (pág. 269) debido al aumento de poserpea por caminos ernpinados. Al mediodía llega blación, al progreso de la técnica, a la elevaa San Pedro, un pueblo luminoso y frío, recor ción del nivel de la vida y finalmente, al desatado sobre el horizonte a diez mil pies sobre el rrollo de nuevas y más poderosas formas de nivel del expresión. Después de estudiar cada una de esA la mañana siguiente deja San Pedro, y, tas causas resuelve, rentra lo que había afirmado después de cabalgar catro o cinco horas, abor antes, que el arte popular es a veces mediocre da el auto que lo espere para llegarlo a Miahua o insignificante, pero nunca vulgar (pág. 273. tlán, ciudad miserable y semi destruída. partir No es vulgar, pero acabará por caer fatalmente de aquí empieza Huxley a dejar entrever lo que en la vulgaridad (pág. 279. y entonces lo me.
piensa de México. Son horribles las ciudades in jor será educar a una minoría que sea capaz de dustriales de Lancashire e del Ruhr, pecan por apreciar las actividades más altas del espíritu.
comisión; pero Miahuatlán es desolado, vive la después, la visita a Monte Albán, a Etla Mitla, y, y nuestro mar. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica