REPERTORIO AMERICANO 155 La colina (De Rupert Brooke)
Sin aliento la áspera colina alcanzamos; bajo el sol reímos y la hierba cariñosa besa mos.
Tú dijiste: Hemos pasado por éxtasis y glorias; aire, tierra y sol quedan; las aves siempre cantarán, cuando seamos viejos, seamos viejos. y al morir, todo lo nuestro acabará, y lo que la vida quema entre otros amantes, otros labios. dije yo. Corazón mío; el cielo es nuestro, ahora lo ganamos. Vida es nuestro afán. Gua demos nuestra fe. dijimos.
Allá abajo iremos sin desmayos, coronados de rosas hacia las sombras. Ufanos fuimos, y reímos cantando verdaderas animosas cosas y entonces tú, de pronto gritas y te desvías!
San José, Costa Rica, diciembre de 1941.
de las concepciones grandiosas plasmadas en el templo de La Sagrada Familia, de Barcelona.
Por poco que reflexionemos nos percataremos de la necesidad que tiene el Universo de nuestra aportación. Su magnitud puede hacernos creer que nuestra ayuda no cuenta; pero no es así. En este Macrocosmos todo contribuye a su conservación, y si el trabajo de cada uno se hace con optimismo, el conjunto es un canto a la maravilla de la Naturaleza.
No importa la indole de la labor que nos ha sido confiada: por humilde que sea, es necesaria. Procuremos llevarla a cabo con serenidad y atención, como si se tratara de la obra más delicada. Si hacemoss contribuiremos al bienestar general.
Renegar de nuestro destino, es desconocernos. Desertar quitándonos la vida, una rebeldía que puede resultar inútil. Lo lógico es cumplir nuestra misión mirando adelante, por si entrevemos el cambio de la vida y, cuando menos lo esperamos, damos con un panorama nuevo. Sin la esperanza, la fe. de qué serviría?
Si pudiera. haría que todos tuvieran este convencimiento: que nuestra existencia obedece a un plan, y que lo que conviene es trabajar en lo que se nos ha confiado, convencidos de que laboramos por nuestra propia evolución y por la armonía del Universo. Qué importa que vanidades de seres engreidos nos salgan al paso? Con la serenidad de que seamos capaces continuemos nuestro ascenso sin hacer el menor caso a las frivolidades. La riqueza nada vale si no hay fines nobles en qué utilizarla. Lo que hemos de ansiar es la paz interna que nos permite elevarnos por regiones de pura espiritualidad. Quién no ha sentido la parte divina que llevamos dentro reprochándonos nuestra conducta? Esta voz interna es el mejor consejero y el juez más inflexible. No intentes sobornarla; sin ella, dejarías de ser hombre y te convertirías en un sér ruin.
LORENZO VIVES Hacienda San Lorenzo, abril del 42.
De la vida y de la Muerte (En e! Rep. Amer. VII De la finalidad de vivir nuestro pobre parecer, la vida del ser más insignificante responde a un fin: la creación tiene su finalidad.
Sin pensar seria y obstinadamente en ello, creemos que todo es hijo de la ciega casualidad. Hay muchas vidas que tal nos hacen admitir. Pero si insiste nuestro pensamiento en dar con un motivo espiritual de la existencia, comprendemos que todos venimos a cumplir una misión: magnífica en unos; no tanto en otros.
Seres privilegiados hay que nos hacen pensar en planos elevados, pues parece que de ellos vinieran a guiarnos: tales los artistas, los sabios, los mesías.
En verdad que a veces es necesaria la aparición de un hecho para que el cerebro halle el principio de la senda que ha de conducirle a la consecución de descubrimientos benditos: Arquímedes, Newton, Galvani, Watt, Echlich. Otras veces son ideas preconcebidas que no paran hasta verse realizadas: Pascal, Pasteur, Képler. Pero en ambos casos, la vida de los héroes humildes insiste en hablarnos de un objetivo humano. pesar de su calvario, qué enseñanzas las de Giordano Bruno, Servet, Galileo. Su actuación era necesaria a la venida de las ideas nuevas. Pascal, por ejemplo, se mueve por ideas innatas, o si no. cómo explicar que reinvente la Geometría, de niño, encerrado por su padre en un cuarto sin más libros que unos tratados de Gramática? Képler, abandonado por su progenitor, maltratado por su madre, en medio de dolores y trabajos, halla la Armonía del Universo.
Ampere, con su gran pobreza, estudia, de niño, los volúmenes de la Enciclopedia; las obras de Euler y Bernuilli, y, una vez hombre, crea la electro dinámica.
Cuando llegó a manos de Lord Kelvin, después de haber dado la vuelta al mundo, en siete minutos, el telegrama felicitación que le enviaban los dos mil físicos y matemáticos que se habían reunido con él para rendirle homenaje, contestó que sus antiguas teorías recordemos que Lord Kelvin era el mismo Williams Thomson, el creador de la telegrafía transatlántica. ya no le interesaban, y expuso otras que los allí reunidos no entendieron. Otra vida que nos hace pensar.
Leibnitz es otro ejemplo. La Filosofía, las Matemáticas, la Historia, la Física, la Jurisprudencia, la Teología, las lenguas vivas y muertas, nada le era desconocido. Sin comunicación con él, inventa el cálculo diferencial al mismo tiempo que Newton. Felipe Lebón. vino a este mundo sólo a morir a manos de sus asesinos, o a enseñarnos utilizar el gas del alumbrado? Curie, el gran Curie, después de darnos el radio muere aplastado por un camión. Así murió, también Gaudí, el arquitecto revolucionario, el Cuánto vale la novela Navar (Editorial Zamná.
México. 1941) del mexicano Miguel Angel Menéndez. Es novela con proyecciones. Cojamos esta página, la 101 2: Traspuestos el río y las tierritas aradas de arriba, caímos a Huajicori. En cada choza, desde cunas colgadas del viguetón que sostiene al techo de palma, berrean los chiquillos en amarga soledad, mientras sus padres rascan y rascan la tierra en busca de oro.
Jesús Bañuelos Cantera dscubrió esta bonanza. De acuerdo con la autoridad del pueblo mandó incendiar las casas de los indios para robarles sus minas; ahuyentó a unos, acabó con otros; adueñado así, vendió piedras sin beneficiar y se hizo rico. Encendía sus tabacos con billetes de a cien; regalaba música y vino por las calles pedregosas; murió miserable, víctima a su vez de la rapiña, arrastrándose por la hemiplegia y por la costumbre de buscar minas.
En cada patio una tauna. Mujeres, ancianos, muchachos, haciendo girar el guijo: piedra, azogue y agua. Copeya. Oro. Casuchas, casuchas miserables, sin escuela, sin mercado, sin servicio de agua, pero con una iglesia, joyita del primer quinto del siglo xviii. Oro, casuchas, iglesia. Santos ricos y pueblos miserables.
Sobre el altar mayor, dentro de urna de ocho columnatas de oro, rodeada de ardientes candelabros de oro, la Virgen de la Candelaria. Es una muñeca pequeñina, de pasta resquebrajada, con escasos cuarenta centímetros de altura, con peana de oro blanco, con corona de oro, con su aureola de oro, su media luna de oro y su gran manto plateado en fondo azul con estrellitas de oro. sus plantas, los milagritos de oro. arrodillados, los indios color de cobre que fueron dueños del oro.
En 1907. un hermano del cura acostó a la Virgen en el suelo y se robó todo. Al siguiente día lloró el cura desde el pequeño púlpito y suplicó a los indios que perdonaran al hermano y trajeran más oro. Oro, oro y miseria. Pequeña trituradora de metales.
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