358 REPERTORIO AMERICANO porvenir, que el tiempo va confirmando poco a poco, y sin la cual no es posible trabajar con fe, constancia y éxito en empresas del espíritu. Felizes nosotros conseguimos, en premio de nuestras tareas, que la terdad esparza sus rayos por todo el ámbito del nuevo mundo; que la naturaleza despierte al injenio de su dilatado sueño, nazcan a su voz los talentos las artes; que a la luz de la filosofiit se disipen mil errores funestos; que civilizado el pueblo americano por las letras las ciencias, sienta el benéfico influjo de las bellas creaciones del entendimiento, recorta a pasos jigantescos el vasto camino abierto al través de las eda des por los pueblos que le han precedido; hasta que llegue la época dichosa, en que la América, a la sombra de gobiernos moderados, y de sabias instituciones sociales, rica, floreciente, libre, vuelva con usura a la Europa el caudal de luzes que hoy le pide prestado, i, llenando sus altos destinos, teciba las bendiciones de la posteridad.
Nuestro modesto e incompleto Repertorio. trabajamos muy solos tiene en el de don Andrés Bello una tradición respetable, un ejemplo y una guía que seguir. Algo de lo que en el antiguo se hizo tratamos de hacerlo nosotros.
Por lo demás, otras preocupaciones nos llaman urgentemente en estos días: el problema de las futuras relaciones de la América sajona y la latina, la realización de la anfictionía hispano americana con que soñara el Padre Bolívar, la creación de fuertes vínculos espirituales entre las cuatro Españas y los países latinos del Mediterráneo. Hay tarea para tantos.
si quisieran trabajar! Por lo pronto, los claros varones de la estirpe americana y Bello es uno desde el cielo de nuestra América vigilan, listos para la acción, porque hay mu.
cho que hacer todavía. Seamos leales a su obra y a su memoria, escuchemos sus consejos y que ellos, los proceres, nos guíen por la recta senda. Hay en mi mente bullir de ideas, siento mis ojos como extraviados posarse suaves sobre la tierra.
Lirios azules, mis años siento, lirios azules entre mis venas.
El arco iris que hay en mi pecho quizás el cielo me lo ha clavado.
Adiós mi barrio, moreno y rubio, Rubio y moreno llevo en los ojos.
Ilusiones, ilusión, pandereta de mi vida. mis años viajeros ya se perdieron bajo la sombra de los recuerdos.
Cuando en las tardes mito mis labios con su sonrisa de lilas secas, con su sonrisa como tronchada por un silencio de cosas rotas, por un silencio de lirio enfermo, el alma piensa, medita y calla.
Cuando en las tardes mito mis labios con la sonrisa muerta y perdida de una manzana que fué feliz, mis ojos buscan el alma ausente y tan fijo miran como cuchillos que hasta que sangran el horizonte.
Adiós mis años lirios azulesLirios azules en mis recuerdos.
Ilusiones, ilusión, en mis ecos destrozados pandereta sin sonidos.
Nuevos sones de la lira costarricense (En el Rep. Amer. ADIOS MARINO a mi enfermo silencio despertado quedé del corazón desalojado por el ruido nervial de tus tacones.
Un viento de tristeza :ne recorre las venas.
El asta de tu brazo iza bandera verde.
ALLEN PÉREZ CHAVERRI ALFREDO SANCHO San José, octubre del 42.
San José, agosto 31 del 42.
Son las doce y el barco naufraga en lejanía.
La madera del muelle rechina con mis nervios y su olor de alquitrán quema mis pies cansados.
Mi corazón se agita como un pañuelo blanco.
ODA DEL AMOR ONIRICO RECORDANDO Con vertical de plomo el sol del mediodía hila sudor que corre sobre espaldas desnudas, y un viento moribundo hace volar propósitos hacia donde se caen corazones del pecho.
Cada muelle es un ancla que vive intensamente confundiendo en su espacio cien ecos indistintos El agua de mis ojos permanece insensible.
Mis ojos no son éstos; son ojos atrasados.
Un humor de clausura flotaba en mi tristeza al forjar mi razón sorda puerta de hierro.
Vuelan cintas al aire cuando el sombrero gira, y el vestido descansa sobre la hierba inmóvil.
Ilusiones, ilusión, pandereta de mi vida.
Mis años de adolescencia tan llenos de espadas cordes.
Mi sombra toda azul sedienta de ardor de rosas.
El alma blanca, blancos mis años y la camisa de los domingos.
Mis sueños largos lirio y candelay mis miradas de fuente clara, yacen ahora, quietos y turbios, atravesados por siete sombras entre la gruta de mi Silencio. en jaula tibia de pocos años blancura de ala tuve encertada; el infinito me hirió de azul, y por la herida brotaron leves las alas blancas de una paloma.
Mis sueños rosa, sonrisa tenue, jardin de estrellas para mi boca.
Te llevaré conmigo hasta la madrugada en la barca latente que no sabe tu olvido, a pescar marineros y a comer corazones cuando vuelva la luna nuestra noche primera.
Mataremos la espiga, el dolor, las palabras.
Terminarán los pasos el afán desmedido.
Para amarte de nuevo los relojes no existen y el geranio trasnocha mariposas de invierno.
Iremos a la niebla de encajes, con claveles.
Sentiremos el fondo contagiado de estrellas.
En cada luz oculta relumbrará un anillo que tiene el monograma de algunos ojos negros.
Esos serán los mismos que vengan por la arena a buscar caracolas en los senos del agua.
Ahí donde el contacto de un beso no se cumple arderá la promesa sumergida en las manos.
Definitivo sueño de an or acostumbrado.
Ya tienen nuestras sombras unidas campamento. Oh imagen repetida de novia desligada, donde el litio distingue los peces confundidos!
Agitación de niña por superficies castas tendrá para mi honda su eterna golondrina.
Tu voz que es abanico para unos labios secos define el Dios minúsculo de todos los adioses.
Un viento de tristeza me recorte las venas.
El asta de tu brazo iza bandera verde.
ENRIQUE MORA SALAS San José, octubre del 42.
MI GRAVEDAD QUE NO DEBIO SABER NADIE El corazón desasilo latidos.
Su raíz de silencio desangrado ha perdido tu amor acompasado en un sueño de pasos desmedidos.
Ilusiones, ilusión, pandereta de mi vida.
Mi barrio, canción morena, entre los pliegues de tu alma virgen fluyen mis notas dulces y amargas.
Mi barrio, canción morena, crucificado por cien estrellas, la noche calla, duerme el silencio, y en el ambiente sincero y frío, quietud de casas que filosofan.
De dia: la lucha. caras y cuerpos.
Los estudiantes y los obreros sueñan quimeras de azul y hierro.
El sol quemando los pensamientos sudor de obrero en tus calles bebe. miro aite color de rosa entre los labios de las mujeres.
Por el filo de sangre que reclama mi nombre haré de cada rosa un canto de cristales.
Te llevaré conmigo donde la ausencia tiene su resplandor constante de luz en movimiento.
Definitiva, eterna, cristalizada al centro en el esfuerzo blanco. Los climas aborales sus campanas desvelan pronunciando tu nombre, Confin donde se hunde tu barro en mi destierro.
Este ritmo apartado de sonidos que en la arteria sin pulso he destilado, puebla, en pálido traje conservado, en mi muerte de sangre, los oídos.
ALFREDO SANCHO Hospital con origen y compases domingo el corazón para que entrases a llevar el remedio a sus salones, San José, octubre del 42. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica