214 REPERTORIO AMERICANO Palabras de aliento San José, Costa Rica, 19 de junio de 1942.
Señor don Joaquín García Monge, San José, Costa Rica.
admiración y respeto, de don Ricardo Jiménez.
De lo que tendría que decir, el autor suele callar lo malo y habla de lo bueno. Posee el don del elogio discreto. Le falta al autor un poco de malicia para juzgar hombres y sucesos. Cuestión de edad. La documentación fotográfica es copiosa y pintoresca. Desfilan por la pantalla 17 Presidentes y sus comitivas.
Se trata de 50 años de historia política.
El libro del señor Bonilla será buscado más tarde, como el testimonio de un apreciable joven costarricense, y preocupado, del año 1942.
Muy estimado amigo: Permítame expresarle mi ferviente aprecio por el excelente ejemplar del Repertorio Americano del 20 de Junio, que justamente acabo de leer de prir cipio a fin. Su selección de artículos en defensa de la causa de la humanidad y libertad mundial me impresionan poderosamente como el reflejo de sus nobles y sinceros deseos para un mundo mejor y más amistoso.
Reciba un cordial y afectuoso apretón de manos de su sincero amigo, ALBERT GERBERICH Agregado Civil de la Legación de los Estados Unidos de América. Hemos leído con gusto: Bolívar, Caballero de la Gloria y de la Libertad, por Emil Ludwig. Editorial Losada, Buenos Aires. 1942.
Sacamos esta página (hay más. no pueden ser para nosotros lo que son los romanos. No se aprende de los griegos, su género es demasiado extraño y también demasiado móvil para que tenga un efecto imperativo, clásico. Quién hubiera aprendido nunca a escribir como un griego. Quién hubiera podido aprender a escribir sin los romanos. De El ocaso de los idolos. 0El tío Palacios se trajo al huérfano a la ciudad, y confió su educación a clérigos. Caracas, aunque semejante a un jardín y situada en un hermoso valle, le pareció al muchacho solamente sucia y ruidosa; en la sombría casa señorial echaba de menos su libertad de hidalgo provinciano; su hermano y sus hermanas vivían con otros parientes. Por casi dos años el niño tan mimado basta entonces, Simoncito, se vió constreñido a adaptarse completamente a las maneras de los devotos y de las gentes de la ciudad.
Ahora, a cada momento se encontraba con hombres vestidos durante el día de pantalón blanco y camisa, que paseaban protegidos por sombreros de paja de anchas alas, cantando mucho y escupiendo aún más. Si entonces hubiera podido releer la relación del Conde de Segur, publicada años antes, habría estado de acuerdo con él, cuando escribió: Si en los valles de Caracas no se hallaran frailes truhanes, tigres y funcionarios de una administración rapaz, aquello parecería un rincón del Paraíso Terrenal. pesar de todo, los clérigos eran siempre los principales depositarios de la cultura. los diez años, un capuchino le enseñó los primeros rudimentos de las matemáticas, otro la botánica, tal como allí la había explicado recientemente un médico español amigo de Linneo, pero lo principal era ir diariamente a misa, besarle las manos al obispo y preservarse de las peligrosas ideas modernas que infestaban el ambiente. Hasta poco antes del nacimiento de Bolívar, en los territorios españoles de ultramar estaba prohibido enseñar que la Tierra giraba alrededor del Sol; esta novedad la expuso por primera vez en Santa Fe, en 1762, un diabólico médico de Cádiz.
Existía, en verdad, un reducido grupo de personas ilustradas, hombres y mujeres, pero oírlos era peligroso, y, por principio, se evitaba que los niños conversaran con ellos. Justamente con los criollos, con las familias ricas de ascendencia española, la Inquisición extremaba su vigilancia; a los pobres no era menester inculcarles, con la amenaza del Infierno, el horror a los libros, porque no sabían leer. El poderío de los clérigos españoles, mayor aquí que en la Metropoli, su independencia de hecho, aun frente a la Santa Sede, hicieron a los iles y a las congregaciones indispensables a la monarquía, porque sobre la fe católica reposaba la fuerza mística del rey por la gracia de Dios, de suerte que los privilegiados del poder y del dinero estaban seguros bajo la guardia de Dios.
Editorial Losada, Buenos Aires, 1939, esta página de Nietzche:. En el fondo, solamente un pequeño número de libros antiguos han contado en mi vida; los más célebres no han tomado parte en ella. Mi sentido del estilo, del epigrama en el estilo, se despertó espontáneamente ea mi contacto con Salustio. No he olvidado el asombro de mi venerado profesor Corssen cuando se vio obligado a otorgar la mejor nota a su peor latinista, pues me lo había aprendido todo de un golpe. Cerrado, severo, con un fondo de toda la sustancia posible, una fría maldad con respecto a la palabra bella y también con respecto al ser iento bello. tales eran las cualidades que yo había adivinado en él. Se reconocerá en mi Zaratustra una ambición muy seria de estilo romano. de aere perennius en el estilo. No sucedió otra cosa en mi primer contacto con Horacio Hasta el presente ningún poeta me ha procurado el encanto artístico que me produjo desde el principio la lectura de una oda de Horacio.
En ciertos idiomas no es siquiera posible querer lo que está realizado en ellas. Ese mosaico de palabras en el que cada palabra, por su timbre, su lugar en la frase, la idea que expresa, hace radiar su fuerza a derecha, a izquierda sobre el conjunto, ese mínimo en la uma y en el número de los signos y ese maximo que se alcanza así en la energía de los signos, todo eso es romano y, si se me quiere creer, noble por excelencia. Todo el resto de la poesía es a su lado algo popular, una simple charla de sentimientos.
No debo a los griegos la impresión de una fuerza semejante; y, para decirlo francamente, Así termina Anna Louise Strong su hermoso libro: Rusia en la paz y en la guerra. Editorial Séneca. México. 1492. El Eje no puede ya ser derrotado con sólo esperar a que se desgaste. añadió. Sólo podrá ser vencido en el frente ruso. Ese es el frente decisivo. Si Rusia se mantiene en pie, el Eje no podrá conquistar el dominio del mundo. Si Rusia sucumbe, la humanidad libre habrá perdido la guerra.
El pueblo soviético no abriga ninguna duda acerca del futuro. Se está decidiendo el destino del mundo a las puertas de Moscú. escibe Ilya Ehrenburg en el periódico del Ejército Rojo, Estrella Roja. En la capital asediada, bajo el fragor de los cañones y las bombas, Lena Stern, miembro de la Academia Soviética de Ciencias, decía hace poco a sus alumnos. Estamos principiando nuestros estudios, en momentos que pasarán a la historia. Todo el mundo se levanta para luchar por la libertad, por la civilización, por la ciencia. La humanidad ha tomado las armas.
La resistencia del Ejército Rojo en el frente oriental, puso fin a la persistente retirada de los pueblos del mundo frente a las fuerzas del Talón de Hierro. Pero mientras el pueblo soviético ofrece sin titubear las vidas de millones de jóvenes plenos de entusiasmo jóvenes a quienes la vida ofrece tanto, que tienen que optar por morir no debemos jactarnos de las victorias rusas, olvidando nuestras propias derrotas. Sólo por medio de la ofensiva conjunta de las fuerzas de las Naciones Unidas, será posible aprovechar las ventajas de las victorias invernales del Ejército Rojo; solamente por medio de una guerra del pueblo. emprendida por todos los países amantes de la libertad, será posible lograr una paz estable en el mundo. La desunión y la complacencia constituyen todavía el principal peligro. Yo sólo sé una cosa: que ésta es una lucha de magnitud universal, en la que todos los que deseen compartir el mundo del futuro, deben participar en el acto.
Actuemos con rapidez. La historia nunca amagó al hombre con un mayor peligro, ni le brindó jamás tan grandiosa oportunidad!
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