Marx

REPERTORIO AMERICANO 263 Cuatro sonetos y un bosquejo (En el Rep. Amer. HERMANOS HOMBRE NUEVO Peso del aire, vuelo de la tierra, en opuesta verdad y simbolismo.
Doble color del cielo y del abismo que el ojo exacto de la vida encierra.
Perfil sobre preguntas recortado.
Ojo en vigilia. Brazo activo fuerte.
Buzo bajo lo amargo. Abanderado.
Lidiador de las sombras la suerte.
CUCEM ASPICIO Sal aceptada. Dulcedumbre en guerra.
Paisaje del espejo y de ti mismo.
Isla del sueño. Musical bautismo.
Angel sin voz que amarra y que destierra.
Narciso sin espejo, que no advierte más que el ajeno rostro y su cuidado.
Samaritano del amor. Alado señor del aire, y dueño de la muerte.
Este cuento.
Vamos, niños de polvo, gotas ciegas en ansias verticales o vencidas, cumpliendo lo mandado por entregas.
Te alzaste del dolor, patente y alto, cogiendo sueño y vida por asalto y cambiando los hechos y la hora.
Es anillo de muerte el que nos junta. en asombro de encuentros y partidas se vuelve de ceniza la pregunta.
Los dioses han de hacer lo que decidas: porque brilla en tus manos convencidas una Estrella Vital anunciadora.
RETRATO ATISBO vió.
Ternura móvil que enraizó a mi lado.
Niño grande sin nombre y sin alero.
Huésped del sueño en cuerpo verdadero.
Corazón en mis manos levantado.
En espacios futuros que no mira el ojo distraído o satisfecho, se alza esbozo inicial, luz en acecho:todo el anhelo que en la tierra gira.
Pago del dia. Saldo del pasado.
Secreto dulce y hábil curandero.
Mina de venas rotas minero que en otra mina encuentra lo que ha dado.
Ya el Mundo Viejo sufre su mentira y Tompe la crueldad del molde estrecho. un hombre de silencio sobre el pecho junta a la hoz la clave de la lira.
El silencio, tan largo, tiene ahora pájaros irisados y despiertos bajo una luz madura vencedora.
Alas sueltas reparten la promesa de gajos dulces y de harinas puras sobre el clamor que pasa y que regresa.
Te mueves en lo real, pero has salido rostro de soledad, voz del olvido, de la masa caída de mis muertos. en la noche de sangre, las criaturas. bajo redes de angustia prisioneras trazan mapas sin ayes ni fronteras.
Bosquejo de García Monge Pedro se llama el niño. Seis años a lo sumo. Una de sus ganas: comer helados. Otra: jugar. Dónde, como, y con quién? Sobre todo ¿con quién. porque no halla siempre con quién juntarse. Hay en la casa que sigue otro niño de la misma edad, más o menos, con quien suele jugar. Pero hay días en que se queda solo.
Entonces me busca, me visita. veces le va bien, si me halla también solo y desocupado. Un día me halló con un señor, se detuvo, esperó impaciente por ahí afuera, se fue, vol.
Cuando al fin pudo entrar, me dice. Ya se fue ese carajillo? Alguien se rie. Conmigo no juega, lo pongo a jugar solo, con cáñamos, hules, papeles con franjas de color, que recorta difícilmente o me pide que se las recorte; con hojas ilustradas para niños o no. Se echa en el suelo a verlas, muy entretenido. Si no hago esto, se me pone travieso; hay que jugar, entretenerse en algo. veces lo pongo a que me arregle paquetes del Reperto.
rio. Los amontona, los extiende; se aburre al fin de eso.
De pronto pasa una carreta; es raro que por una avenida como esta ya pase una carreta. De un vuelo, Edgar ha salido. Logra que el boyero lo monte y a lo sumo, se arriesga a seguir con él una cuadra o dos. Le teme a la madre, que lo cuida mucho. veces el paseíto es en carretón, aunque los carretoneros en lo acogedores no son como los carreteros.
Un día, como tantos otros, Edgar me hace una visita, porque hay días en que pasa desdeñoso y apenas si me alza a ver. Se sienta, se queda quieto. Se me ocurre entonces contarle un cuento:. Pues como pasó una carreta, el niño quiso montarse y se montó. El boyero bueno se lo fue llevando, cruzó aquella esquina y siguió adelante. Ya van por los Mercaditos, ya van por la carretera, rumbo a San Fransisco de Dos Ríos, rumbo a Desamparados, no estoy seguro. Hay potreros cafetales a los lados del camino. Se pasa un puente y otro puente. Ahora se sube por una cuesta. Se oyen unos pájaros, brama una vaca. El camino se hace largo, muy largo. Ya no se ven ca.
sas, ni se topan güilas, ni se topan viejos. El niño me escucha inmóvil, no aparta de mí los ojos. Ya el boyero va cuesta arriba, montaña arriba. Guiii, buey. paso a paso, ya está más arriba. Oigo decir: No. Tan lejos va, que desde tan alto se ve San José. Qué bonito se ve San José! Sopla un viento fresco en la cumbre del monte. Todo se siente muy solo. No. Potreros y potreros, sembrados, montañas montañas allá lejos. Con los brazos alzados y con la voz alargo las distancias. lo peor es que ya está anocheciendo. Con misterio en la voz. De pronto los ojos del niño se llenan de la grimas y afligido me pregunta. ahora qué va a hacer la mamá de Pedrito. En el espacio limpio del cariño con sustancia completa y forma intactaeste gran Don Joaquín no es huésped: vive, y es dueño de mi clima de mi casa.
Sin él la Patria grande del anhelo tal vez sería más pequeña patria, y hermanos en el canto y en la idea tendríamos enmedio la distancia.
Su rostro de bondad me alumbra noches.
Su palabra de ayer nunca se acaba: en las voces más jóvenes y activas palpita su verdad comunicada.
La lucha del presente me lo entrega, porque es el capitán de la esperanza.
Le encuentro entre las páginas del libro: se llame Erasmo, Marx o Santayana. Sale en riesgos y afanes de servicio explorando los ayes de la raza, y se mueve por rutas prodigiosas como en el cuento de La Alfombra Mágica.
Vestido de pobreza decorosa monge laico en el centro de las aulas su mano que dirige juventudes es mano que no toca lo que mancha.
Conductor de conciencias que se empinan.
Vigilante de surcos y nidada.
De su alforja de luces nos ofrece el grano de lo cierto de la fábula Si la espina le duele, no la evita.
El sorbo de salmuera no le amarga. con sonrisa así. casi de niño, pastorea los sueños y las almas. su calor se juntan corazones y siguen su señal pasos en marcha.
Dos largos mares su lección extienden.
Dos litorales recios la proclaman.
Por eso se hace firme su presencia, en forma duradera y en sustancia.
Esta tarde de junio me la dice en las húmedas silabas del agua. En su ciudad de nieblas y colinas está sobre cabezas agrupadas.
Peregrinos que pasan se detienen para mirar su nombre cara a cara. su imagen amable me sonrie, como cuando le di canciones parvulas. la veo adueñarse de mi dcento, recortada en un fondo de nostalgid.
CLAUDIA LARS San Salvador, El Salvador, junio de 1942.
Julio de 1941. GARCIA MONGE Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica