24 REPERTORIO AMERICANO Roosevelt Por ROBERTO BRENES MESÉN (En el Rep. Amer. Hágase de roca inconmovible el Tiempo para grabar su elogio en ella.
En las cavernas de la roca del Tiempo resonará este nombre: Roosevelt, como una invocación a los valles y montañas, como un conjuro a las olas de los abiertos mares a fin de que jamás se olvide, ni en mar ni en tierra, sobre el haz del mundo, que si hay hombres y naciones libres, a este Titán de Voluntad lo deben.
Tórnese de roca inconmovible el Tiempo para guardar su nombre, a fin de que resuene a través de las edades, allí donde nazca a la libertad un hombre.
Al labrador él dió la simiente de la holgura para asegurarle alguna hora de crepúsculo que consagrar a la contemplación del cielo, o para hacerlo desplegar, en un excelso vuelo de alas de oración, toda la vastedad de su alma.
Lo hizo a la vez consorte de la tierra y amante enamorado de los cielos.
AXIMÉNEZ las tempestades de polvo de las Dakotas echó blandas cadenas de césped y plantios, y se tornaron mansas, como vacas fecundas, y ya no hubo más estampidas de tempestades.
En el Valle del Tennesee, audaz su pensamiento se levantó en pirámide hasta mirar el río dándoles sustento y fuerza a las ciudades que entonces no eran; que ya son, que serán mañana, más venturosas que las de hoy, porque nacieron bajo la estrella de extraña magnitud que alumbra toda la extensión de América y del mundo entero.
Giantescos frenos tasca el garañón del río, y ya no se lanza tras las desbordadas yeguas que asolaban con sus cascos de fango las villas y las ciudades asentadas a sus dos flancos.
Ahora las crines de sus aguas iluminan todu la amplitud del Valle por donde galopa hacia el Ohio, donde al saciar su afán se muere.
Franklin Roosevelt Vuélvase de roca inconmovible el Tiempo para guardar su nombre, a fin de que resuene a través de las edades, allí donde nazca a la libertad un hombre.
Caídos los brazos erraban los hombres seguidos de lobos, los lobos del hambre; y aquel corazón movido de amor y piedad se abrió a la visión de una patria de encantamiento, ornada de bosques y de jardines, en redes de rutas de sol, de ríos cargados de arneses, cuajada de parques, como de nidos la selva; millares y millares de mozos esbeltos labraron en porfido a los torrentes cascadas, murallas a los ríos, y grutas en los montes; en la desierta desolación plantaron bosques, y la erosión exhausta se adormeció a su sombra.
Acariciaron con tal amor la joven tierra que en ella se encarnó la visión de aquel Vidente Los lobos del hambre se murieron en los montes.
Tórnese de roca inconmovible el Tiempo para guardar su nombre, a fin de que resuene a través de las edades, allí donde nazca a la libertad un hombre.
Cuando se alzó su Sol en los Estados Unidos abriose un nuevo día para toda la tierra.
En el cuadrante de luz de nuestro Continente Roosevelt marcó la cita fatal con el Destino: pues cuando de los abismos se elevó en Germania ia sombra de Satán, en América surgia, en ese mismo treinta y tres, el Gran Sol de Roosevelt, que al refulgir sobre Luzbel lo fulminaría.
Por la mente del Titán sesenta mil aviones orzan hacia Beclin para abatir la soberbia de aquel crudelísimo Satán de Berchtesgaden; y navegan ciento veinticinco mil aviones en sucesión de triunfo, bajo el azul de Oriente, para eclipsar por siglos, por un eterno siempre, el alma de traición de un aleve Sol Naciente.
Desde el Atlántico de su mente titanida Ya se va destacando el esplendor de un Mundo Nuevo, rededicado a la libertad de la conciencia, para la salud del cuerpo, para la paz del alma, espléndido con las claridades de la Ciencia, al servicio, y no más a la destrucción, del Hombre.
Hoy, que partan los eternos aviones del Tiempo hacia las fuentes celestes de luz de los dioses, para llevarles en urnas sagradas su excelso, divino afán por el bien de los Hombres, Llovió maná para el anciano; tuvo su hogar y su parcela, segura la cosecha de su esfuerzo el labrador amante de la tierra.
Fara los humildes y olvidados de los grandes él abrió el Palacio de lo Bastante y lo Seguro, tejos del valle del miedo, del frío y del hambre.
San José, Costa Rica, 1942. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica