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REPERTORIO AMERICANO 159 De la masoneria (En el Rep. Amer. Envio del Ingeniero Héctor Medina Planas. Con esta nota: En la que han figurado varones preclaros como el Pbo. Francisco Calvo, el Dr. José María Castro, Lorenzo Montúfar, y en la que actúan bien sentadas reputaciones como el Prof. Brenes Mesén y prometedoras juventudes como Arturo Volio Guardia. Con JUAN LUIS CAMPOS en México, Apartado de Correos 10428, consigue Ud. una suscrición a este Semanario a Costa viene la lancha del capitán del puerto. Razón de más para seguir adelante replicó don León porque si esa lancha nos alcanza tengan por seguro que nos van a matar a los tres.
Aterrorizados, los negros se pusieron a remar desaforadamente hasta ponerse fuera del alcance de la lancha, y sin más contratiempos llegó el botecillo a San Juan del Norte con asombro de todos.
Cuando don León pudo volver Rica, lo primero que hizo fué escribir a Limón preguntando por el hombre que le había hecho tan señalado servicio, para reiterarle su gratitud y reembosarle los dólares; pero ya éste había regresado a su patria y fueron inútiles cuantas investigaciones hizo para averiguar su paradero. Siempre que hablaba de este asunto, decía que una de las cosas que más le dolían era no haber podido corresponder a la nobleza y generosidad de este masón norteamericano Esto es todo lo que sé sobre ese asunto.
Su afmo. y atento servidor, FERNÁNDEZ GUARDIA Coronado. 19 de Abril de 1942.
Señor Lcdo. don Jorge Tristán.
San José.
Mi estimado amigo: Por tener entre manos un trabajo urgente, no he podido contestar antes a su grata del 18 de marzo último. Ruégole excusarme.
El Lcdo. don León Fernández, siendo ministro de Costa Rica en el Perú en el año de 1872, recibió en una logia de Lima el grado 18. Entiendo que antes había ingresado aquí en la masonería.
En 1874 y por motivos políticos, el Gobierno del general Guardia lo confino al puerto de Limón. Allí se le puso preso en la planta baja de la gobernación, la misma que hoy existe. El cuarto en que fué encerrado sólo tenía una ventana con reja de hierro que daba a la calle y una puerta de comunicación con el que ocupaba una guardia. Un día en que don León estaba asomado a la ventana, pasó por la calle un norteamericano, el cual le hizo una señal masónica a la que contestó, repitiéndose esto en otras ocasiones; pero nunca pudieron hablar por la rigurosa vigilancia del oficial que mandaba la guardia.
Don León formó un plan para evadirse y una noche lo puso en ejecución. Aprovechando el profundo sueño en que estaba sumida la guardia, penetró en el cuarto ocupado por ésta, apoderándose de un revólver y de la baqueta de un rifle, con la que consiguió despegar un barrote de la reja y salió a la calle, enteramente sola en aquella hora. Al amanecer se metió en el monte cercano y pudo encontrar un sendero que conducía a Moin, siguiéndole hasta que se detuvo al oír un ruido de pasos, que presumió fuese de los soldados que venían en su persecución. Resuelto a no dejarse capturar vivo, se oculto detrás de un árbol corpulento con el revólver en la mano, listo para hacer fuego sobre el oficial, suponiendo que vendría de primero. Al llegar éste a un paso del árbol, don León saltó sobre él, pero en ese mismo instante reconoció su error, que pudo ser fatal. El que lo venía siguiendo no era el oficial sino el masón norteamericano, el cual puso en sus manos un cartucho de 150 dólares en monedas de oro, deseándole buena suerte.
Siguió caminando don León hasta llegar a la orilla del mar, donde había un rancho en el que estaban dos negros antillanos que tenían un botecillo. Les propuso que lo llevasen a dar un paseo por el mar, ofreciéndoles pagar muy bien. Los negros aceptaron, embarcándose los tres en aquel cascarón y siguieron el rumbo señalado por don León. Al cabo de una hora los negros dijeron que no podían ir más lejos, porque era muy peligroso. Entonces les declaró don León que su propósito era llegar hasta San Juan del Norte en Nicaragua, prometiéndoles una fuerte suma con tal que lo llevasen; pero los negros, estupefactos, le contestaron que no lo harían ni por todo el oro del mundo, que eso era imposible, un verdadero suicidio. Imperterrito y sacando el revólver, don León les dijo que escogieran entre una muerte segura y la posibilidad de salvar la vida haciendo lo que él quería. Lamentándose a voces, los negros volvieron a tomar los remos que habían soltado. De pronto uno de ellos exclamó alegremente: Alli Concho. palabra. Viene de la pág. siguiente)
Roosevelt, y, ténganlos o no, probablemente ambos conozcan otros hombres civilizados capaces de lealtad, no adictos por las ciegas razones de la carne sino por fe en principios de justicia decoro a los que sirven fielmente.
En el manejo y disposiciones de nuestra política local hay un raro sentido tan montuno y bellaco, que no habría cómo anteponerlo al que origina ese vulgar desplante abrupto caracterisico del concho más típico. Nada que sea buen gusto, ni oportuna contención ante lo justo y legal, nada en que haya puesta una visión más noble y alta de las cuestiones colectivas interviene. Ciego instinto egoísta, conveniencia personal familiar o a lo sumo de grupo que se organiza en lo que aquí le dicen mafia.
Aquellos procederes de don Ricardo Jiménez, permitiendo a los llamados enemigos políticos continuar en sus puestos durante su administración, no parece haber sido una estupenda lección de cultura para el gobierno posterior. Si las levas gobernantes son las primeras en reírse de la conchería campesina, concheria refinada es destituir maestros que han tenido que hacer estudios especiales para realizar una profesión, porque tienen carácter suficiente para darle a sus vidas esa tónica sobriamente aristocrática que produce el pensar libremente y usar de la conciencia como instrumento vivo, espiritual e insobornable. para terminar, saltémonos los veinte siglos que tienen de lanzadas esas divinales palabras evangélicas. Qué contemplamos. Quizá un retroceso como de veinte siglos atrás de la fecha con que se inicia nuestra era, a pesar de que los doce apóstoles que el occidente ha reverenciado con unción fueron doce conchos que alcanzaron esa aristocracia con que no podría soñar el más pintado rotario ni el más linajudo leva.
EMILIA PRETO.
San José, mayo de 1942. En paz. En el Rep. Amer. Silencio. una estrella ha caido. En el vacío profundo de la noche, una voz ha lanzado su postrer clamor. Los mundos giran, giran sobre sus invisibles ejes en loco galope como corceles briosos. Silencio. un espíritu liberado vuela en torno a nosotros. en la tierra Natura ponese sus mejores galas. Vergel florido, río milagroso, montana imponente: tenéis un nuevo hermano. Silencio. un viento ha nacido en una humilde cabaña. Los hombres prosiguen su terrena labor y en el cielo un ángel canta canción de paz. Silencio. unas manos etéreas van derramando bondad. Un corazón llora dentro de un pecho la pérdida de su amor, y en el firmamento las luces de mundos distantes parece que dicen. En paz!
Costa Rica, 1941.
HILDA CHEN APUY su Caballeros: sus vestidos de casimir Señoras y Señoritas: sus abrigos a la medida o sus vestidos de estilo sastre, sólo la SASTRERIA LA COLOMBIANA de FRANCISCO GOMEZ e HIJO podrá complacerlos; única especializada en esta clase de trabajos.
HAGA UNA VISITA SERA BIEN ATENDIDO Simón Bolívar. Viene de la pág. 152)
ricana; tópicos que han figurado desde la primera conferencia panamericana de Washington de 1889 hasta la última reunión de Ministros de Relaciones Exteriores en Rio de Janeiro se encuentran enunciados con lenguaje claro y sencillo en la obra del sabio Valle.
Lo que él vislumbró como el sueño de un abad se ha vuelto realidad viva en la mente de estadistas contemporáneos. Ese ideal es factible en los tiempos actuales porque se han vencido las distancias entre las naciones de Amé.
rica, porque se han desterrado los recelos entre vecinos, porque se ha adquirido la conciencia plena de que el destino continental es indivisible.
La unidad de conciencia, de propósitos y de intereses está viva en los conceptos de honor y dignidad de los americanos del Norte, del Centro y del Sur, que juntos se enfrentan con los peligros de la hora presente y unidos gozarán en el futuro de los beneficios de la paz justiciera y de la democracia económica.
50 varas al Sur de la Cantina Chelles, Paseo de los Estudiantes TELEFONO 3283 Sucursal en CARTAGO: 50 vs. al Norte del Teatro Apolo. Sucursalen HEREDIA: frente al Teatro ASTRAL. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica