Stalin

26 REPERTORIO AMERICANO Beba cervera SELECTA con nosotros van nuestros hijos hermosos de los que nacerán acciones inauditas, de los que se erguirán rectos y poderosos los trigcles de amor que tu voz anticipa. Todos hacia tu voz que llega del futuro, con insigne pasión de bien y de justicia. Todos hacia tu voz, la del mensaje puro, la de la fresca, clara y rotunda caricia!
Oh Stalin! Con nosotros cuenta como con sangre de la que te recorre las venas sin reposo, desde acá donde hay islas que desgarran los mares.
hasta los bordes blancos de los golfos remotos. Alegría. Pasión. Salud, querido Stalin!
Así le contestamos a tu voz como rosas, como prados en paz y como tempestades. Así fluye hacia ti nuestra vida impetuosa!
Porque nos has hablado como la lluvia al árbol, como la luna al mar, como al sol las auroras, curvamos hacia ti nuestra esperanzas en cantos, así el fondo del mar en volcanes se dobla¡Así te contestamos, grande y querido Stalin!
De la selva a la tundra la respuesta se esponja.
Los juncos y las balsas conducen voluntades hacia tu voluntad radiante de victoria.
Cuidate. Que la fuerza es de todos ¡inmensa. pero, como de ti, no brota de ninguno.
La Bestia blanqueará con sus huesos la estepa, mas nadie como tú sabrá mostrar el triunfo.
De malta y lúpulo.
S, a 1941.
el pensar no estaría alejado del decir; porque hoy hablamos, pero nuestra mente se halla lejos, cuando ella debería ser la que se expresara. Si en un futuro más o menos remoto los hombres aparecieran con la perfección máxima, creo que apenas hablarían: su conciencia estaría flor de piel y se entenderían mentalmente.
La poesía es bella, porque nos habla con arte. Si ella emplea términos inútiles y disquisiciones largas, ya no es poesía, porque el arte es esto: concisión y verdad. Hablemos, pues, el arte. El orador igue acumula términos huecos y lugares comunes, podrá agradar a un auditorio inculto: nunca al que sabe en qué consiste el hablar.
Unos, para terminar pronto, hablar como monosílabos; otros, no sabiendo que el tiempo tiene valor, usan un verborismo que fatiga a los que escuchan. Pocos hay que agradan porque se expresan och concisión, oportunidad y elegancia. De éstos podemos aprender mul cho.
Si recordáramos que llevamos algo divino, por respeto a nosotros mismos hablaríamos con precaución. No lo haríamos en presencia de un gran personaje. Por qué no hacerlo siempre, sabiendo que Dios nos oye. Hacienda San Lorenzo, Alajuela.
Enero del 42.
De la Vida y de la Muerte Por LORENZO VIVES III El arte de hablar El hombre es animal de razón, decimos, y es poco, porque puede haber otros seres que razonan. Mejor sería decir que es el único sér terrestre que habla, y entonces sí quedaría bien separado. Mas, en este bello dón está la distinta calidad del hombre, porque hay muchos que hablan sin medida y otros, muy pocos, sabiendo el valor de las palabras.
Cuando uno se acostumbra a mirar hacia adentro, llega que apenas hace uso del lenguaje hablado: practica un diálogo apacible entre él y su alma. Si le preguntan, contesta con sobriedad. Si todos supiéramos estimar la dicción, la comunicación oral de los hombres ganaría en elegancia.
La vista complementa la palabra. Con los ojos hablamos, también, pues no comprendemos por los de nuestro interlocutor su estado de ánimo. No conocemos, por ellos, su sinceridad o su falsía? Los términos pueden engañar: los ojos no saben. Por esto el instinto nos hace fijar en la mirada del que habla. Siempre hemos visto que muchos no pueden soportar nuestra insistencia, y baja la vista, como si temieran ser descubiertos en sus intenciones.
Existe un arte de hablar, como hay el de escribir. debería consistir en usar palabras propias, oportunas, bellas y precisas. Hablando poco, dejamos discurrir al que nos aye. Yo diría que hablar es despertar la iniciativa del espíritu.
Si al concentrar nuestra mente nos hieren palabras inútiles, sufrimos como una anulación, y callamos. no digamos de las pala bras groseras, que son como latigazos que hieren nuestra alma. Han dicho que el blasfemo lo es por falta de léxico; si así fuera, debería sometérsele a un tratamiento hasta lograr la sustitución de la palabra indecente por la culta.
Hablar, debería ser como hacer música con palabras.
El que sabe comprender el sigaificado de la vida y medita acerca de ella, no es que rehuse el trato de los demás: lo que hace es ponerse a reparo por temor a las heridas de malos comportamientos y de expresiones vulgares. Acostumbrado al coloquio que a diario sostiene con su espíritu, sufre cuando se le obliga a entrar en conversaciones frívolas.
La naturaleza nos habla calladamente, y a solas con ella comprendemos, con sólo contemplarla, una gama de emociones y sentimientos. Este lenguaje que consiste en despertarnos con la presencia de las cosas, es el que deberíamos aprender, no para comportarnos como seres mudos, sino para decirnos lo estrictamente necesario. Así Levadura de. Viene de la pág. 23. Qué otro avizoramiento podría iluminar la retina de Franklin Rosevelt? Ninguno que se apartase de esta realidad de poseído. Sólo el avizoramiento de esa calentura divina, que también le estremece la carne y le aflora el pensamiento, pudo llevarlo de la mano a la confesión entusiasta, digna del bronce; a la confesión de respaldar, con todos los recursos totales de su pueblo, de su pueblo inmortal, el forcejeo de un pueblo que ha de vivir, porque la Muerte ha de temerle al golpe de su diestra.
Franklin Roosevelt no pensó en un pueblo en cuya vida irradia la promesa de la redención, como la rosa del milagro. Entró Franklin Roosevelt a las vetas profundas del reconocimiento admirativo, que se traduce en formulas de gozo, y tuvo la conciencia de que sólo un pueblo libre puede ser capaz de morir peleando en nombre de una idea. Entonces habló el Libertador: Yo doy al pueblo de Filipinas mi solemne promesa de que su libertad será salvada, y su independencia establecida y protegida.
Claro, no se trata de una dación. La libertad de un pueblo tiene mucho de ofensa cuando recuerda el ruido de las limosnas. Aqui se trata del amasijo de la gloria de un pueblo que levanta el corazón, como una bandera de triunfo, y erige su propio pedestal: se hace digno de vivir sobre los hombros ensangrentados de sus Héroes.
Pero también se trata de quien reconoce; de quien no sabe dar limosnias a los pueblos, porque las limosnas deshonran a quien las recibe tanto como a quien las otorga en este meridiano del decoro humano. Se trata de un hombre que rinde honor a los que se inflaman en combre de la Libertad y la Justicia. también se trata de nosotros; nosotros que hemos esperado la Estrella de Belén por casi Iquinientos años. Sí, también se trata de nosotros, hijos de los conquistadores y hermanos de los libertadores de América. De nosotros, que también jugaremos nuestra carta cuando el destino haga su señal en la sombra. De nosotros, que llegareinos a tiempo al llamado del heroísmo y que levantaremos una ola de orgullo en el corazón del mundo.
Hombres de América: La levadura de la nueva aurora está brillando en Filipinas, y habrá gloria, mucha gloria para todos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica