REPERTORIO AMERICANO 233 hijo, que tiene también alma de poeta y a través de él, todo resulta más interesante. Reconocí más en él su delicado espíritu, cuando en el mar de Niza hundió las manos y me dijo: hundi ya las manos en el Mar Mediterráneo.
El puestecito donde al pasar se tomaba un refresco; la confitería donde se compraba la bolsa de bombones; el almacén en que se obtuvo el menester que trajimos: el termómetro, que al pasar consultábamos, marcando aquella temperatura bajo o que para nosotros, gente del trópico, era una alarma; todo! en el tiempo, constituye una añoranza. añoranza será nuestro hotel Santa Ana en Paris, a diez varas de la Alvenida de la Opera. En su comedor tapizado de espejos damascos tan acogedordonde el Lic. Arroyo y Julietita fueron tan cordiales compañeros de mesa replegados quedarán los más bellos recuerdos.
Nuestro grupo se componía de abogados, todos, y profesores de la Universidad, con sus señoras: Froylán Gonzá lez y Deyanira, Moncho Arroyo y Julietita, Julio Ruiz y Leticia, Solita de Ruiz, Miguel y Olga Fernández Magistrado de la Corte él, el doctor Padilla Castro quien ha sido nuestro Ministro en París, y su señora y su hijos Eugenio y Arnoldo; el escritor don Noé Padilla, mi hijo Rogelio que llevaba la representación de la Universidad de Costa Rica también Magistrado de la Corte. Lía su esposa, y yo. Todos dispuestos a disfrutar de un viaje feliz, todos unidos sin egoísmos recorrimos con espíritu de arte las grandes capitales de Europa.
La Torre Eiffel. fue en un día de mucha niebla no podía ser vista en toda su magnitud. El elevador llega hasta la tercera parte de la altura, como en la Estatua de la Libertad, a la que hacia diez días habíamos subido en New York de la cual hay una réplica en Paris pero en proporciones más pequeñas, hecha por el mismo Bertholdi, el artista que hizo la que Francia regalo a los en 1886. La de Paris se levanta en una isleta en medio del Sena; es idéntica, pero más pequeña.
Fue otro día camino a Versalles que pudimos ver completa la Torre Eiffel, como la veíamos tantas veces mecerse en el espacip desde lejos. Por cierto, construido por el mismo Eiffel vimos el elevador gigante que asciende a una de las siete colinas de Lisboa.
Versalles es de lo más evocador. Allí se siente todavía el ambiente fastuoso de aquella Corte Francesa; los lagos donde las damas de la nobleza navega como gemas; alli Solita de Ruiz buscaban en góndolas de bronce dorado, entre ba su Chalimar y yo el Mitzuco de Gerluces de fuegos artificiales, apoyadas en lán. Pero Gerlán es la más alta manirasos y auténticos damascos, donde la festación en perfumes y sólo se venden frase galante iba y venía entre la risa en las perfumerías exclusivas de Geralegre, que era la misma que cantó Da lán. Por cierto, es donde se ve la clienrío en La Princesa Eulalia. Un guía tela más lujosa. En París, nos embrianos explicaba llamándonos la atención gamos de hermosos almacenes.
sobre los amorcillos de la recámara de Maria Antonieta, desde ese día el pobre Las tiendas de trajes en los Grandes guia se llamó amorcillos. Eran itre Boulevares parecen como para la Dumendos! estos muchachos de nuestro quesa de Windsor. Allí se exhiben tragrupo, y no es poco decir que en Lon jes hasta oe 500 y 000 dólares. Las lodres, se sentaron y muy sentados en yerías, para quien le gustan los diamanla Cámara de los Lores y en la Cámara tes, son una verdadera tentación. Pero de los Comunes.
los altos precios de unas cosas se compensan con el regalo de los precios de Los almacenes de Paris son uno de otras, como los perfumes y las porcelalos más hermosos espectáculos de la nas de Sevres, de Limodge y Rosental.
gran ciudad; las perfumerías refulgen Hay porcelanitas diminutas con copias espléndidas de cuadros célebres, y su valor es de centavos; por demás es decir, Cuadernos Americanos que de ellas trajimos.
Apartado Postal 965 México, México Una noche con el Lic. Arroyo y JulieEstos libros interesantes: tita, paseando por la orilla del Sena Antonio Castro Leal: Juan Ruiz que arrastraba láminas de hielo quebrade Alarcón.
Dóls. 00 das al descongelarse se nos ocurrió Juan Larrea: Rendición de Espibajar y caminar por el lado de los mueritu y II, cada uno. 00 Eduardo Villaseñor: Ensayos Inlles hasta subir por el puente de Ale teramericanos jandro, y al llegar al final de nuestro Emilio Prados: Tardtn Cerrado. 00 paseo. las verjas estaban cerradas! Un Rodolfo Usigli: Corona de Sombra 00 Sara de Ibáñez: Pastoral. 50 gendarme, alto como la torre Eiffel, muy Gustavo Valcárcel: La Prisión. 50 alarmado, salió de su resguardo, pero al Gustavo Valcárcel: La Agonía vernos cara de inofensivos turistas del Perú 50 Miguel Alvarez. Acosta: Muro gentilmente con enormes llaves blanco en Roca Negra. Novela nos abrió la verja. Con el alma del cuerPremio El Nacional 00 po otra vez, subimos la gradería y Miguel Alvarez Acosta: Nave de en la Plaza de la Concordia a las 12 de Rosas Antiguas (Poemas) 00 Fernando Benítez: China a la la noche y a grados bajo cero! Pero vista 00 con nuestros bien forrados sobretodos.
José Tiguet: Sangre de Lejanía. 20 zapatos aparentes, gruesos guantes y Margarita Paz Paredts: Dimensión del Silencio 20 gorros de lana tapando orejas y cuello, Germán Pardo García: Acto Poéel frio era una delicia.
tico. 50 German Pardo García: Llama al Espacio.
Nuestra visita a la Sorbona la hicimos 50 Lucila Velásquez: Poesía resisen compañia del doctor Padilla Castro 00 él es doctorado en la Soborna se Luis Sánchez Pontón: Azulejos y daba esa mañana una Cátedra de DereCampanas. Poemas 11. 00 Luis Cardoza y Aragón: La Recho Romano que mi hijo quería presenvolución Guatemalteca. 10. co ciar pues es la Cátedra que él tiene a Fernando Alegría: El poeta que su cargo en la Universidad de Costa se volvió gusano y otras historias verídicas 75 Rica. El profesor da la clase con toga Griselda Alvarez: Cementerio de y virrete y entrar allí es como entrar a Pájaros 75 un templo Además, mi hijo Rogelio Poesía de América, Nº 3, Año IV 70 Juan Larrea: Razón de Ser.
lleva una credencial de nuestra Univer11. 00 Juan Larrea: La Espada de la sidad antes las Universidades Europeas.
Paloma 22. 00 El doctor Padilla nos introduce. AtraGermán Pardo García: Eternidad del ruiseñor vesamos algunas aulas, los alumnos sor10 00 Vicente Magdaleno: Ascensión a prendidos nos miran, nosotros seguimos, la tierra.
46. 50 pasamos a la interminable biblioteca distribuida como en pasillos y entre tanto Solicitelos a Cuadernos Americanos.
volumen el Dr. Padilla tiende la mano y México. o a Rep. Americano.
nos presenta pulcramente empastado y (San José, Costa Rica. con su nombre en letras de oro, la Tesis sus te. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica