Violence

REPERTORIO AMERICANO CUADERNOS DE CULTURA HISPANA Vol. XLVIII San José, Costa Rica 1953 Martes 15 de Setiembre 10 Afio 34. No. 1155 José RIZAL (Responso lírico al Ultimo Adiós. En Rep. Amer. Uso el alejandrino, romántico trovero, con el que tú cantaste tu éxodo postrero cuando de aquí partiste para acercarte a Dios.
Viandante fuiste siempre, Quijote peregrino, que al terminar el tuyo mostraste otro camino: el de vencer la Muerte muriendo por amor.
Tu marcha por la tierra fué breve como aurora, lumínica como ella, como ella evocadora de aquella Patria libre que ansiabas conquistar; por la que tú bebiste la copa de amargura, por la que soportaste la muerte y la tortura para obtener en cambio tu libertad final. BAIXENCL Del mundo de la sombra pasaste al de la lumbre, del valle del martirio subiste hasta la cum bre en donde Dios tus lágrimas de mártir enjugó, y desde la que mandas tu amor a Filipinas ya en sus triunfos terrenos y en sus horas divinas, ya en las noches siniestras de matanza y pavor.
Dr. José Rizal (1861 1896) Tu mano la sostuvo cuando cayó extenuada, el párpado abatido mas firme la mirada, invicta en la derrota e intacta en el sufrir.
Tu mano la sostuvo, tu mano salvadora, serena y poderosa como io fué en otrora delante del agravio y enfrente del fusil.
Que se oiga en el murmullo de ríos y cascadas, en tardes apacibles de estrellas enfloradas y en nimbos enlunados de ámbar y jazmín; que el caracol marino lo anuncie en el Oriente, la gaita de los bosques lo silbe en el Poniente y el Angel de la Noche lo suene en su clarín.
No pudo la barbarie mellar el heroísmo del pueblo que tú amaste con épico civismo, con voluntad heroica e inspiración de fe; porque no puede el alma morir por la violencia ni puede por el hierro callarse la conciencia.
Eso aprendió tu pueblo cuando te vió caer.
Que en el hogar se eleve con nota de cariño, cuando la madre canta para arrullar su niño, cuando se dan los óbolos en nombre del Señor; cuando el amante ofrece sus cálidas promesas, cuando la amada aroma su labio de ternezas; cuando modula el alma su salmo de perdón.
Tu nombre es conocido por los que ya murieron, por jóvenes y niños, por los que envejecieron contando las hazañas de tu gesta inmortal, y yo, poeta errante venido de la América, lo que escuché primero fué tu proeza homérica, lo que aprendí primero fué el nombre de Rizal.
Que sople por los pliegues de montes y praderas, que suba por las savias de ricas sementeras para ofrendarle al hombre su dádiva estival; que santifique el fruto, que la labor bendiga, que acoja al agobiado bajo su sombra amiga y limpie las ofensas con ablución de paz. Bendito sea tu nombre. Bendito sea tu nombre. Oh signo del milagro que aconteció en un hombre para enseñar a otros la senda del amor, del que al morir, perdona, y al perdonar, exalta; la senda que conduce a la región más alta do está la luz del mundo que es luz del corazón!
Entonces. oh, tú, Patria del mártir adorada!
de tus sonrientes islas desterraste la espada para asentar en ellas la enseña de la Cruz, y, en vez de edén perdido, serás edén hallado, donde se embota el hierro por el amor mellado, donde la fe no mata ni sufre la virtud. Bendito sea tu nombre! Repítanlo sonoro las Islas Filipinas en concertado coro; que suba por los cielos y vuele sobre el mar; que trine en los gorgeos de pájaros cantores, que brille en los matices de las tempranas flores, que el viento lo salmodie cuando se va a acostar.
José ACUÑA.
Manila, 16 de agosto de 1952. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica