308 REPERTORIO AMERICANO sas humanas. Me han pegado en los burdeles.
Editorial SENECA Me lensucié, me lemborraché, cal y me levanté para saborearlo todo, todo.
Continuó haciendo frases en alta voz, sin Varsovia 35 México, México orden, como cuando llueve a golpes de viento Obras en venta: y con el sol de por medio. Al fin, dejó caer El problema social de la lePiedras Blancas (Experiencia la cabeza y semejó una imagen benedictina, pra, por el Dr. Julio Bede la Muerte) Por Pablo recta y doblada a la vez. Los zapatos sucios jarano 50 Landsberg 00 se le salpicaron de gruesos lagrimones. GiLa mujer, el amor y la vida, España, aparte de mi este cámoteaba.
por el Dr. Torre Blanco 50 liz, por César Vallejo 50 La patrona, temerosa, tocó la puerta suaEnfermedades venéreas, por el Memoria del olvido (Poevemente: Dr. Juli oBejarano 50 sías) por Emilio Prados. 50. Qué es lo que le pasa, Argüello?
Disparadero español (el alma Nabi. Poema) por José Su yo orgulloso lo sacudió inmediatamenen un hilo) por José BerCarner 50 te y con voz tranquila contesto: gamín 00 Niebla de cuernos (Entreacto Nada, no les nada, doña. por qué?
Poesías líricas de Gil Vicenen Europa. por José He Si así lo dice, así será. Pero apostaría te. Selección y notas de rrera Petere 50 cualquier cosa que estaba quejándose. Se Dámaso Alonso) 50 Paseo de mentiras, por Juan alejó la dueña.
Concordia y discordia, por de la Cabada 50 Ildo se lanzó a su cama. Hundióse en su Juan Luis Vives, TraFray Luis de Granada: Maalmohada, y volvió a gimotear.
ducción de Laureano Sánravilla del Mundo. Selecchez Gallego. encuaderción y. Prólogo de Pedro nado en cartoné)
14. 00 Salinas 50 Esa noche, finalmente, pudo leer.
Con el Adr. del Rep. Amer. Calcule el dólar a Cuatro horas.
Cuando el claror de la madrugada se coló por la vertana, terminó la última página. entre ella y su famosa obra. Le agradaban dado cuando vió los ejemplares satinados en ya se había hecho, también, la luz en su es las novelas policíacas y el cinematógrafo fá las vitrinas de las librerías. Era azoramiento píritu. Luz de crepúsculo. Lentamente, hoja cil, y se aburría de las complicaciones litera lo de su cara, era el fin conseguido, era la por hoja. Así se sube por una cuesta casi rias que se empeñaba en leerle Ildo Argüello. felicidad allí presente. Detrás de los vidrios y interminable, para encontrarse al cabo frente Nombre ridículo el del tal Ildo. Se lo de arte los ojos de todos, estaba su libro.
a ur tajo insondable y sin remedio.
cían sus amigas.
Vendrían artículos de prensa, largos, jugoHelado, se debatía sin fuerzas. Mas, aho él no volvió más.
sos, necesarios.
ra estaba seguro. Su libro no valía. He ahí Era un hombre flaco. La patrona temió la gran verdad! Eran trescientas páginas en mucho no fuera a resultar un día de tantos blanco, o, mejor decirlo claro, manchadas de hélo aquí esta otra noche enmohecida tísico. De vez en cuando le llevaba algura cosas sin trascer. dencia.
sopa sustanciosa. El se la agradecía con una por la neblina.
Tenían razón los periódicos. Se lo habían Había bebido, porque el alcohol es para sonrisa. a veces la dejaba enfriarse sobre los hombres solos y entristecidos una mano dicho con la fórmula suave, secular, redonda su escritorio, horas de horas, mientras revolya de tan usada.
cariñosa.
vía papeles y gastaba tinta. Se dormía, y tal yo tengo ya treinta y cinco años. vez volcaba la taza aún intacta.
Pasó el último transeúnte. La hoja de pePerdió varios puestos. Qué importaba. Arariódico cayó de su mano. Se levantó lentamenñaría cortra la necesidad. Empeñaría la matete, como un caballo cargado de cansancio. Siga adelante, tiene fibra! murmuró El desengaño y el decaimiento llegaban. Pero quina de escribir. No tenía familia. Argumensu voz gangosa. Yo no puedo volver a cotardaron mucho. mucho!
taba que un hombre solo podía darse el lujo El pensaba siempre en Goethe. Alguna vez de arriesgar morirse de hambre.
menzar, no. Nooooa!
leyó que para echar al mundo su Fausto había Se agenciaba el modo de enredar a aquella esperado una vida. También esperó él. Hizo, buena señora, la dueña. Cuando saliera el li Las gacetillas de periódico, con grardes rehizo, rompió, pulio. Meses. Años. La ca bro, entonces, ya cambiarían las cosas; le paletras y a dos columnas, dieron la noticia de nas, mientras tanto, le alumbraron el cabello garía, y hasta le compraría un buen regalo. que el novel escritor Ildo Argüello había desordenado. y las arrugas se anidaron en su Ella refurfuñaba; mas era fácil vencerla. puesto trágico fin a sus días. la gente, por rostro, en tanto ibarsele llenando de tabaco los días, ya había conseguido otro emjeso, compró su obra.
los dientes y las manos.
pleo.
El creyó que se mataba por orgullo.
Se había alejado de las mujeres su espí fué guardando dinero, peso por peso, ritu. una la quiso. María Antonia; linda: durante meses, y durante privaciones, y a tra Ahora, y a treinta años de su muerte, miro sonrosada; grácil. Mas él olvidaba llevarla al vés de los cuellos sucios y las camisas raídas, su silueta larga y decaída perderse en la hoteatro y la dejaba esperándolo muchas no porque vestía mal y no gastaba casi.
rizortal de aquella avenida de faroles empañaches, cuando se aherrojaba en su cuarto y Iba creciendo su obra. Seguía haciéndole dos. la veo radiante, agrandada, enormeno volvía a la oficina, enrojecidas sus me retoques, con cariño, con orgullo, como una mente taciturna, mientras leo su libro, que jillas, la cabeza hirviéndole, temblándole las madre que arregla el vestido de su hija única siempre, como una fruta, se repite sobre mi manos, sobre las hojas, y los borrones, y las antes del matrimonio. Al fin. la edición! mesa. digo con respeto: He aquí a un homideas. Ah, sus ideas. Ella se enojaba. Un día Lloró cuando se la entregaron en la impren bre que, ingenuamente humilde, obedeció la salió con otro.
ta. Pagó, y le brilló en el rostro una alegría orden de los hombres. He aquí a este hombre Le reclamó, quejumbroso y sintiéndose con de niño pobre que compra en el estanco de humildemente equivocado. Muerto y equivoderecho. María Antonia le dijo que escogiera la esquina ura calcomanía. Estaba como ale cado. equivocación está siempre presente, DIC uc con el nombre de amargura, dondequiera que llegue su recuerdo.
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