108 REPERTORIO AMERICANO o es cuatro pailas están trabajando y apenas Véndame una cajuelita escondido, por unos pocos peones acarrean leña, albina y vida suya.
arena. En una de las rancherías está un ma. No, no podemos, porque hay un guarda trimonio bastante joven con sus cuatro chiqui que nos vigila.
tos. La señora atiza la hornilla, carga la pai. Sea por Dios, y yo que traía una cajuela y atiende la cocina y los niños, porque el la de frijoles para que cambiáramos como el marido tiene que desempeñar oficios más du año pasado.
ros, como el de cortar árboles para la leña. Pero ahora no se puede hacer eso.
rayar la albina, etc. es decir, trabajo con la compradora no insistió.
bueyes. Ya tienen dos buenas burras de sal Semanas después desfilaban las carretas blanca y seca.
silenciosas con su cargamento de sal hacia la. cómo van a dar la sal este año. ciudad, en cumplimiento de la ley,. nientras preguntó alguien que vino de muy lejos con el paisaje costero perdía el colorido que le su familia, como siempre, a proveerse de la daba vida.
sal del año.
MARÍA DE NOGUERA No vendemos porque esta sal la compra el gobierno.
Sta. Cruz, 22 de Octubre de 1941. poemas sin título Por MARIO HERNANDEZ (En el Rep. Amer. San José, marzo 30 de 1942.
Señor don Joaquín Garcia Monge.
San José.
Estimado don Joaquín: Usted. ajeno siempre a toda mezqaindad, me ha brindado apoyo estímulo para segnir adelante. Lo mismo tengo que decir de mi maestro y amigo Don Alajendro Aguilar Machado. como estos versos fueron escritos por ella y para ella, quiero dedicarlos a los tres. Acepte este pequeño homenaje de su servido, HERNÁNDEZ A ti, Beatriz; son tuyos. a dos espíritus generosos: Joaquin García Monge y Alejandro Aguilar Machado HERNÁNDEZ 0por artículos traidos de la ciudad o de otro lugar. Vi a una alfarera cambiar sus tinajas y comales por buenas cantidades de sal.
Durante Febrero, Marzo y parte de Abril persiste este movimiento comercial social en la majestuosa playa de Palos Secos. Todo el camino de la costa en esta época, no más que una cinta de alegría.
III Corre el año 1941 y el mes de Marzo. Se acerca el plenilunio y con este suceso surge así mismo el anhelo de ver el mar, tan siempre igual en su grandeza como si se empeñara en afirmar en nuestras almas la idea de eternidad. Todo mundo dice: no hay playa como la de Palos Secos. por amplia, por acogedora, por sus mariscos, por su buena sal.
Los aceitunos silvestres están en cosecha, hasta que están gachas las ramas con su carga de racimos maduritos. Los pájaros, los monos, las ardillas y garrobos hacen su fiesta con manjar tan exquisito. Un muchacho los espanta con dos tiros de su escopeta bala que por cierto no dio en el blanco, y nos dejan a nosotros el banquete.
Ya en la noche estamos en la playa. Pocos paseantes, pocos ranchos; sólo hay dos que pertenecen al jefe del Resguardo y a su familia. lo sumo hay treinta personas entre adultos y chiquillos. En Morro Hermoso se ven llamaradas, las quemas imprudentes de algún cazador, pero que sirvió para atemorizar a los niños diciéndoles que era el Viejo del Monte. quien seguro estaba asando alguna vaca para cenar y le había puesto mucha leña al fuego. En esta playa asustan, ustedes vieran lo que pasó una vez, dijo una anciana y luego contó. Cuando se hundió un barco en esta misma playa, quedaron dos enormes mástiles recostados en la arena. Eran largos y gruesos, pero en la creciente las olas los levantaban los volvían a dejar en su lugar. Vinieron unos muchachos a bañarse, eran hermanos, uno de dieciocho años y el otro de dieciséis. El mar estaba ya vaciando. Los muchachos idearon jugar a pasar debajo del palo mayor cuando lo levantaba la ola. Muchorato jugaron así, pasaba el uno y el otro con rapidez bajo el palo antes que la ola bajara, pero en una de tantas, el que pasó de último se lerdeó y el palo lo prensó en la arena. Al volver de nuevo la ola, lo sacó su hermanito y lo llevó a la sombra de un árbol, pero ya estaba muerto. El muchacho a llanto vivo no sabía qué hacer, pues no podía con el cadáver, ni podía dejarlo solo porque se lo comían los coyotes; en esas se le ocurrió ver para allá al lado de Morro Hermoso y vio venir a un hombrecito con tamaña barba. A1 acercarse le dijo, no llores, hombre, anda a avisarle a la familia, que yo cuidané a tu hermano.
El muchacho se fue a la carrera, aviso ia familia y vino mucha gente. Cuando llegaren iunto al cadáver nadie había con él, pero alla por la playa vieron ir al hombrecito, que huyó hacia Morro Hermoso. Era uno de los muchos que ahí están encantados.
Este relato dejó a los niños silenciosos, mirando espantados hacia el cerro en llamas; algunos se acurrucaron en el regazo de la mamá para sentirse protegidos. Como un medio de continuar la velada, alguien se puso a explicar asuntos gubernamentales; quiso dar clara idea de lo que es el monopolio de la sal y sus beneficios, pero el sencillo auditorio de personas mayores quedó pensativo, silencioso como los niños ante los inexplicables relatos de Morro Hermoso. Pronto terminó la velada.
En las salinas no hay mucha actividad, tres Puede que dobles la hoja.
Mas mi padre, sudando sangre de pena, la for jó a la luz del día templándola en crudas noches de tormenta y luna nueva.
Puede que dobles la hoja; pero es de acero extraído de lo profundo del alma, y antes que tú muchas otras él oficiaron misas de difunto.
Yo mismo he querido a veces romperla, y ha sido en vano.
El acero está en mi pecho y mi pecho está enclavado en el acero. Son uno.
Si el fiero canto de un gallo no ha de parar la locura de una veleta girando, la veleta menos puede romper en sollozo el canto.
Puede que dobles la hoja.
Pero el acero. es acero! jamás has de quebrarlo.
noches cálidas vieron tu perfil dibujado en el espejo inmenso, y las gaviotas blancas te clavaron las uñas, al detener el vuelo por instantes para posar la vista en los cambiantes de tus aguas.
Hoy eres una ruina.
Pero yo, que conozco tus ansias de madera y de acero, sé que en tu gesto triste de pobre limosnero se esconde una esperanza: tú quieres que los restos de la vieja armadura sean fundidos para construir una ancla. 0México: eres triste.
México: eres bello. Ciudad vieja. México: eres alegre. Tu pueblo. Tus mañanas de invierno son tan grises.
Cuando salgo me siento gris en la entraña misma de los huesos.
Contemplo tus casonas, tus iglesias, siempre tan llenas. siempre tan desiertas. y evoco tantas cosas.
Me tomas por lo hondo y me conviertes en un árbol de más en tus paseos.
Fero el invierno pasa, y lo gris se convierte en pocas horas en celeste profundo.
Entonces, México, siento en las tardes que yo mismo entore soy un gajo caído de tu cielo.
Por las noches, vagando entre el torrente humano, todo es un torbellino, todo gira. de pronto cantas en una esquina por boca de un chicuelo que parece llevar el ritmo de su voz quebrada al compás de las luces de colores. Implora una limosna. Así me tornas todo en una mano.
Mas pienso que si un dia Dios te hizo, México, como eres.
fué porque quiso unit en tus contrastes marco en que resaltase ila gloria sin rival de tus mujeres!
México, enero de 1942.
a 0Muelle, mi muelle hurano, de pilotes hundidos en los mares sin fondo del ensueño: la herrumbre te ha ido carcomiendo, y temo que al embate de las olas un día te desplomes.
Muelle, mi muelle abandonado: tú has sentido el arrullo de esas olas que ahora te amenazan.
Tú temblaste al attaque de naves que vinieron cual partieron.
En los atardeceres jugabas con el oro. Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica