REPERNORIO AMERICANO 279 gracias a ti por siempre redimida, disfrutas, sí, disfrutas comprendiendo que todo lo posible se parece al ciego, impuro estiércol que trasladas.
Barro, paja, residuos, todo vale.
Dolor, tristeza, muerte, raíz de vida.
Hasta en el aseo alienta tibio el vuelo y todo, todo, todo significa. Salud a la miseria. Salud, gloria para todos los hombres caídos, no libran de su carga su mensaje. Salud para la herida que nos llaga. Salud para los restos salvadores!
Un alma muerta muere, si está sola.
Pero hay empresas que unen muertes vivas.
El carro del estiércol nos anima. cuando en el amor nos encontramos. salud para la muerte reunida. salud excepcional de la basura!
En el seno del barro, la vileza se aventa mientras marche confiado y nace lo que a Dios tiende, creándolo.
Nace en tu mansedumbre estercolada la raíz fundacional de lo que alienta; nace con ver que el carro os aprovecha efectos residuales de la tierra, la condición primera de la vida; nace aquella fragancia que en el trigo, el vino y el olivo justifican este deseo tuyo porque todo se muera en una entrega o beneficio.
la acoges, y la lección sencilla está en tu sobrio ¿Qué habría del ardor de la semilla transporte, en tu dinámica grandeza: sin que en el surco tú depositases en caminar y alzar nuestro sencillo esta mullida hez de los establos?
valor entre la mies hasta los cielos. Cómo serían esbeltas las especies, si en tí todo el fracaso que ahora me habla La cosecha que es propia, perenniza.
de lúgubre vagar, de desventura, La ajena nos aumenta y nos impulsa no congregase el préstamo valioso sintiéndonos legales propietarios.
que da olor a la rosa, norma al cardo Pero tú, carro, trémulo de espigas, y gracia indiscutible a la cebolla?
más tierno por la ley de la cebada no importas por lo uno o por lo otro. Podrían los estíos candeales sino porque en la cima transitoria lograrte hasta el extremo que ayer vimos, de tu servicio vivo eres tan pleno, si en tantas ocasiones tú no fueses que llegas a lucir como un sol claro, aliviador del resto peregrino, que como un muerto joven continua como mejilla tibia de cariño; su cálido destino malogrado, como el cantar seguro que entreabre; en todo lo que luego nos conmueve, como ese día glorioso tan maduro como esos manantiales que valoran que extiende en su sentido nuestro pecho; los líquidos caudales de los ríos?
como mi hermano el mar iyo no lo igualo!
distante y preferido, que en sus eras La desventura inmensa del estiércol azules siempre vive porque canta; se puede transformar en la promesa como un vino precioso que llegara de esa revolución que es lo naciente.
a trastornar la sien con su presencia. Lo que alimenta y crece no concluye por más que a los corrales se relegue, III pues claro está que el vientre no asimila EL CARRO DEL ESTIERCOL toda cosecha, gloria, flor del mundo, sin olvidar esta posible vida Pero además, tu vuelta me interesa.
que quiere ser en ti gracioso césped.
Latido no hay que a su volver le falte capacidad para sentirse roto.
Eso se ve, cuando se ve opulenta Ir solo no es vivir, si en el fracaso tu parsimonia errante hacia los huertos.
continuo, natural, se desespera.
Eso se ve, cuando llevando estiércol Ahora, vas de estiércol ocupado, deseas que tu aspecto no desmienta y no eres lodazal o cementerio, el rango apetecido de tu empeño, sino otra vida errante cuya muerte y cuando en el regazo desolado necesitase el campo un día posible.
que tu naturaleza significa, Como si la basura al sol no fuera ofrendas a los cielos tanta ruina, neutro final perdido para siempre, tanta ceniza viva, cual promesa.
la soportas, la perdonas. Oh si! También la muerte nos florece.
Seguro de que todo en todo puede También cuando cargados de residuos buscar sin concluir su nueva aurora, vivimos como tú, carro admirable, llevas del pobre establo lo podrido, contamos en la marcha de los días.
los restos bochornosos, despreciados, No hay por qué despreciar la baja angustia allí, donde al nacer el verde aliento que cabe en las jornadas naturales.
fuerza serán del tallo y de las flores. Mira como tú estimas lo que un dia, Sonámbulo, más grave, siempre firme, barriéndolo el desprecio merecido, no se verá desprecio en tu manera; se dijo claramente que apestaba.
si ayer con trigo fuiste, hoy con estiércol ¿Es que tú hoy no eres el que otrora igual, que el pecho al ser vive mil flores: fué leal sostén del gozo de la tierra?
tú, carro fiel, sin más mc confesaste. Es que tu gesto en marcha significa no ser la calidad suprema causa un desentendimiento atribulado. sino necesidad de quien camina Por todo lo contrario te celebro.
cosecha conllevar, bien espigada, Porque tu afán cargado se agiganta, o bien tan desigual como los restos.
se eleva mi canción a tu tarea.
Diversidad por ti reconvertida Porque sólo tú sabes que la siembra en menester, en música, en cosecha; se inicia en los lugares corrompidos.
restos. como decía, sin pujanza, La flor huye del muerto que la nutre.
por el amor quizá vigorizados.
La vida, de la muerte que la alienta.
del asno, de la mula o del ternero, Del fiemo descompuesto, fermentado, sólo la leche, digna cual la sangre se eleva, como arcángeles nutridos, corriente o remansada prometía, todo lo que en la boda del estiércol como si el fiemo fuese despreciable. con la semilla pura se origina, Entonces tú, en días que la vida y antes, bastantes antes, cuando el carro confia a la basura en un destino, supone melancólica un invierno te fuiste con estiércoles abyectos, cierto contento vasto quiere alzarse.
flor de tu condición más desolada, a dar a lo que nace su riqueza. Es la resurrección en nuestra vida!
su calmo desarrollo fascinante. Es como si muriendo se mintiese!
su posibilidad inexitinguible, Un carro de cadáveres no es siempre motivo de tristeza, ni el desprecio porque lo que por vano se desprecia sudario suficiente para nada.
reunido puede ser vigor del fruto.
Es preciso morir para dar fruto.
Te hiciste capitán de los rescoldos, Es necesario ser como tú eres refugio valedor de lo podrido, para recompensar lo descompuesto, abrazo potencial de los hedores, y amar, amar para que nada acabe.
y así, como consuelo de resúmenes de un triste patrimonio repugnante, En tí se hace principio lo marchito.
enciendes en el caos de la basura En sendas como tú, lo innoble llega la próxima esperanza de la forma, a rehacer su vida fecundando.
de la hoja que podrá cantar más verde Ayer pudiste ser recio castillo porque lo que te agobia también vueta. porque hoy en tu raíz, en esa muerte Cualquier fertilidad recata su orden nasta que siembra y restos lo espabilan; Surda sería la tierra si a la hora de proclamar su auge no encontrara el turo, la virtud, ese principio que aqur en la encrucijada descompuesta, vencida en el corral y en el establo, se niega a perecer por miserable, por alicortu vuelo, por despojo.
Es luenga la distancia entre los restos y el cielo; grunde el mundo que tiene como limite el estiércol y la última quimera que es la gracia, pero tu amor constante, tu propósito de hacer ser lo que no es donde florezca, hace posible aquello que imposible ccyó donde la manu no plantea el ánimo venial de la caricia Austa allí llega el carro simplemente Ilasta en la nada encuentra ruiz el fruto.
SS! in amor hecho nauraleza una necesidad de amar sin limites viven en un contento suficiente, por el que yo no sé, carro gigante, si creerte realizado en tu ayer pleno o en esta penitencia residuaria, común como gran parte de la vida.
Salve, legión de restos despreciados. Salve, residuos, rutas hoy vencidas. Salve, comunidad desamparada!
La dicha, la verdad, la gloria qureren estiércol angustiado, corrompido. no hay fiesta en el hombre o en la vida si la vida y el hombre, como carros, no salvan jubilosos diariamente la gran fertilidad de su tiniebla.
Buenos Aires, Rep. Argentina, 1952. Señas del autor: Lavalle 376, Piso 12, Letra Bs. Aires. Rep. Argentina. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica