REPERTORIO AMERICANO 341 Higgins, pesares y desventuras de su juventud como Pudiera trazarse la más novelesca de las biografías chilenas, según los modelos hoy tan en boga, sin más que seguir a Bernardo Higgins a través de los años que van desde su partida a Lima, siendo un niño, hasta su (De El Mercurio. Santiago de Chile. 20 VII 40. regreso a la patria, en 1802. Aquellos tiempos, cabalmente los de su formación espiritual, los trabajos ya en marcha, asociándole a ellos. Cuando yo oi ha de escribir más tarde proyectan su influencia sobre la historia de Higgins aquellas revelaciones y me posesioChile. Aparte de los valores que estaban en mé del cuadro de aquellas operaciones, me arrosu propia naturaleza, el joven estudiante dejé en los brazos de Miranda, bañado en lágribió de adquirir, eresos años ardientes y dumas, y besé sus manos. Entorces, Miranda, ros, no sólo sus ideas políticas, sino hasta el según el mismo relato, estrechárdole contra su concepto de la vida y la complexiór moral pecho, le dijo estas palabras: Sí, hijo mío, que pronto iban a expresarse de manera tan la Providencia Divina querrá que se cumplan denodada y fecunda en los orígenes de la nuestros votos por la libertad de nuestra patria República. Pero aún sin pensar en esta trascomún. Así está decretado en el libro de los cendental proyección, la juventud de Higdestinos. Mucho secreto, valor y constancia, son gins, sus años de aprendizaje, peripecias y las égidas que os escudarán de los lazos de aventuras por el extranjero, son de lo más los tiranos.
impresionante que pueda darse.
Al partir de Faimouth, Bernardo es, pues, un militante en las filas de la emancipación.
Su orfandad, mitigada en lo espiritual por Lleva en el bolsillo los últimos consejos e la enseñanza del Padre Francisco Javier Rainstrucciones de su maestro, con la orden de mírez, había de volversele más notoria y sendestruir el escrito una vez que se lo haya sible en el Colegio del Príncipe, er Lima. Era aprendido de memoria. Le esperan en España una preparación, un noviciado, para días aun más terribles que los ya pasados.
la desolación en que iba a encontrarse más Bernardo Higgins Pero, de adivinarlos, seguramente los daría tarde.
por felices. Ahora las adversidades, se le preEn 1795, cae sobre el muchacho una or(En el primer centenario de su muerte)
sertarán llenas de estímulo, porque su vida den, que debió repercutir en su alma con el ha cobrado un alto sentido.
presentimierto de una dolorosa ruptura. Hay En el viaje a España, tiene el héroe ocaque partir para Europa. El sensitivo, el nos señor de la Cruz no le había escrito sino una sión de pasar por Lisboa, donde permanece tálgico de la ternura familiar, va a sentir mul vez en dos años y medio. Bernardo, en esta tres semanas. Llega a Cádiz a mediados tiplicarse de día en día su apartamiento de nueva carta, síntoma bien claro de su deser. 1799. Se presenta a su apoderado, don Nicuanto le es amado, va a ver cómo crece en peración, le pide permiso para embarcarse co colás de la Cruz. Pero éste no hace gran caso tierras extrañas la soledad de su corazón, esa mo pueda con destiro a la América del Nor de él. Ni siquiera da muestras de querer ayusoledad de la cual llegará a quejarse más te. Allí espera encontrar medios para pasar darlo, como se lo había prometido, al enrotarde en cartas respetuosas pero dolidas, que luego a la América española y ganarse la larse de cadete. lo sumo, se llega al acuerno serán contestadas nunca.
vida en ella.
do de que el joven vuelva a Chile, como es Bernardo llegó a Cádiz, encargado al co Por previsión escribe también a un camasu más ardiente deseo. Por desdicha, el viamerciarte chileno don Nicolás de la Cruz. No rada suyo que es sobrino del señor de la Cruz. je no puede intentarse. Españoles e ingleses parece que el señor de la Cruz concibiese un vuelve a su terrible espera. El 28 de fe están, peleando, y los barcos de Inglaterra desvelo especial por el joven viajero. El he brero de 1709 culmina su desasosiego, y ese bloquean la navegación hispánica. Hay que cho es que Bernardo sale enviado de Cádiz mismo día escribe una carta a su padre que diferir el regreso.
a Londres, y que en Inglaterra, a lo largo de es ya Virrey del Perú. Le dirige vocativos fi La forzada espera en Cádiz, en casa de varios años, apenas tiene noticias de su apo liales, de sumo respeto. Delicadamente irsinúa don Nicolás de la Cruz, pone a Bernardo en derado en España.
sus pesares. Le comunica que se propone ini contacto con americanos ilustres que piensan En Londres, queda el muchacho a cargo ciarse en la carrera de la cavegación militar, y hasta actúan, en cuanto les es posible, por de Spencer Peekins, relojeros judíos, que y le da cuenta de sus progresos de estudiante la común emancipación, si bien el dueño de lo destinan a ura pensión situada en Rich que califica modestamente de medianos. casa lo ignora por completo. El huésped chimond. En este punto, la orfandad de Bernardo ha aprendido inglés, francés, geografía, his leno trabajó al servicio de don Nicolás, a se hace más completa, más sombría. Al des toria antigua y moderna, música, dibujo y título de mérito, y en seis meses no recibe ni consuelo de su drama intimo, se añade la pe manejo de armas, cuyas dos últimas cosas un solo maravedi. Otra vez el latigazo de Lauria de sus necesidades insatisfechas. Los escribe sin lisonja, las poseo con particu la miseria. siempre el opresivo siler. cio fa señores Spencer Perkins no proveen a los laridad, y me sería de gran satisfacción si miliar.
menesteres más urgentes de su jover pupilo. varias de mis pinturas, particularmente en mi Llega, por fin, febrero de 1800 y, aprove.
Este acude a representarle su situación, niatura, pudieran llegar a manos de chardo una oportunidad de viaje, se resuelellos le explican su falta de asistencia por deu pero las presentes inconveniencias lo impiden. ve la partida. Antes de embarcarse, Bernardas insólitas relacionadas con el señor de la En tal ocasión el Virrey tampoco envía res do escribe nuevamente a su madre y le suCruz, pero en las cuales nada tiene que ver puesta. Peor aún. Don Ambrosio está ya influí plica gue le conteste a Buenos Aires a cas el estudiante de Richmond. Bernardo escribe do por los rumores referentes a la amistad de de don Juan Ignacio Escurra, a quien va recoentonces a su apoderado en Cádiz. Es admi Berrardo con Miranda, el revolucionario vene mendado. También dirige otra carta a su rable el decoro y circurspección de sus pala zolano. Esto es mal presagio para el dignata dre. El de abril sale a bordo de la fragata bras en trances tan duros. Pero las relaciones rio, en medio de las intrigas cortesanas que él Confianza. la cual forma parte de un concon Spencer Perkins se van agriando. Fi sabe actuando en su contra.
voy organizado en previsión de ataques. En nalmente, los relojeros suspenden todo auxi Pero algún efecto traen, al fin, las dolidas la madrugada del se descubren velas alarlio y agravan la situación del joven hacién cartas del triste expatriado. De Cádiz le llegan mantes a lo lejos. Los viajeros apuran el andole ásperos reproches.
fondos y autorización para volver a España. dar, pero son alcanzados. Un tiro de cañón En el hecho, Berrardo queda en la calle, Parte de Falmouth en abril de 1799. Es en da en lo alto de la vela mayor haciendo posin más esperanza que la respuesta de Cádiz. tonces, y a pesar de su juventud, ur verdadero co daño. Pero la persecución va estrechándoEn expectativa de ella, obtiene albergue y hombre. Su alma y su cuerpo, están madura se. Algunos de los barcos perseguidos logran sustento en la casa del Capellán de la Lega dos por la adversidad, su mente encendida por esquivar el bulto. La Confiarza no tiene ción de Nápoles, calle York, en Londres. Co un grande ideal, cuyo fuego había cultivado ne esa suerte. Flanqueada por dos unidades enerre el tiempo sin que llegue la respuesta an el magisterio y en la amistad de Francisco de migas, atiende, entre cañonazos, a sus señahelada. Las privaciones que ha de sufrir el Miranda. El venezolano parece ser el único les. Uno de los navios atacantes escribe joven son indescriptibles. los cinco meses que ha medido hasta este instante, en toda su después Bernardo, en nueva carta a su padre resuelve escribir nuevamente a su apoderad. magritud, la potencia y el probable porvenir nos llamó en su lengua: tonié la bocina Esta vez se muestra más explícito en su carta, de su discípulo. El maestro pone delante de para responderles: su corversación se dirigía aunque, como siempre, respetuoso. Sus que sus ojos, por antciipado, el cuadro de la eman a darnos a entender que si no nos rendíamos, jas no son en modo alguno inmotivadas. El cipación americana. Le revela sus proyectos y hes echarían a pique y otras semejantes ame Este documento es propiedad de la Biblioteca electrónica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica